Cruzando España ves que ya no huele a pueblo sino a abandono. Cuando entras en Aragón huele a Purín, olor que nos acompaña en toda Cataluña. Como si todos los cerdos del planeta vivieran aquí. En España ya pasamos de los 30 millones entre cerdos, cerdas y lechones. El corredor del Ebro huele mal. En Zaragoza se le suma el olor a productos químicos. En otros puntos a vertedero quemado sin solución. Mal nos va.
El Cierzo trae aires de un Moncayo nevado, mezclados con purín de cerdo, por lo que hace poco saludable abrir las ventanas, aunque eso sí hace sol a ratos. Mirando los telediarios se da una realidad que no tiene nada que ver con la que virtualmente vivimos. No pagamos impuestos para que hagan con nuestro dinero lo que les da la gana, pero al final qué más da, si tampoco arreglaremos nada. Queda el escribir. El autovía del Duero avanza cual obra medieval aunque que decir ahí siguen los mil y un carteles, algún tramo que otro con cierta actividad constructora, no se sabe por qué motivo. Trabajan como los ratones seguramente para no perder las ayudas o como conejos haciéndose la hura. Ahora están aquí, no les gusta y hacen otro agujero, no les gusta y están en otro lado, si llueve paran. Tirando recursos y no haciendo realmente nada, pues no sacan adelante ningún tramo de peso.
Todo el eje del Duero hasta Zaragoza humea por la quema de la poda de los sarmientos. Montones de leña, de ramitas, y digo yo, por qué con tanto cambio climático o porras no se puede aprovechar para asar cabritos o lo que haga falta. O dedicarlo a centrales de biomasa, en vez de contaminar, humo y olores a parte. Tanta tecnología vinícola y estamos como los romanos. El fuego purifica y elimina a los enemigos hongos y plagas.
El sufrido ciudadano que no tiene nada que ver con la actividad lucrativa de “los unos y los otros” parece que sólo ha nacido para sufrir y mirar. Como cuando hacen una obra al lado de tu casa. Toca aguantar ruidos, suciedad, atascos, saludar al albañil que te mira por tu ventana, para que otros se enriquezcan. Nadie da las gracias por aguantar, ni se te ofrece una semana de vacaciones para descontaminarte del cabreo diario, ni siquiera saben disculparse educadamente.
En el mundo y en España algo cruje cada día más. Pasando por Madrid te preguntas donde pasará está gente la ITV, pues se acaba por perder la cuenta de camiones, autobuses y coche que ahúman más que una parrillada de sardinas. Quién debería controlar a esos conductores, será cosa de los unos y los otros, también. Son un peligro para el medio ambiente, y para los demás conductores, si un vehículo ahúma algo tendrá la mecánica mal. La solución eléctrico que ya veremos qué pasa cuando llueva.
Acabado el carnaval parece que sigue con el coronavirus en todas partes. Qué día habrá que alguno se disfrace de sensatez y no se contagie o contagie de coronavirus. Si me cojo la gripe hago anticuerpos afirmación de inteligencia de un charco de marranos. Para la otra mitad de España el resto no existe. Sólo existe su carnaval diario en su marranera. Es la mitad que no se entera, que vive ajena a la sensatez y a las consecuencias futuras e inmediatas del coronavirus, de la política, de la mala gestión, del ya se hará..., será que tiene que ser así. Mientras a la otra mitad que no nos conformamos nos echan de comer aparte. Somos pocos y parió la burra y el coronavirus.