Unidad, colaboración o desaparición
Desde que el PSOE ha decidido echarse en abrazos de los rupturistas de la soberanía nacional, de los dictadores del proletariado y de la más carcundiosa izquierda trasnochada, para olvidar el planteamiento socialdemócrata o la visión de la izquierda democrática moderna y europea, en la que incluso llegó a instalarse el denominado eurocomunismo, debería de haber frente a ello una sólida respuesta de avance social, de defensa de la unidad nacional, de la familia, de la ética democrática y de la libertad económica y social desde las posiciones de derechas, liberal y/o conservadoras, que hoy no existe.
Esa reacción no se produce al encontrarse, esas posiciones, sin identidad política, sin rumbo, ni ideas claras, sin un planteamiento serio y solvente, carente de un liderazgo claro, sometido a pequeños reinos de taifas, muertos de hambre, que sólo buscan, o pretenden, su subsistencia, su sillón y en los que España, no es más que un reclamo, pero, no una misión.
Estoy de acuerdo con Anguita (por uebos, "manda güevos") cuando dice que la derecha, hoy en España, se preocupa de España y la bandera para defender su faltriquera y no a los españoles, de este modo, lo relevante es que la derecha defienda sus valores, sus principios, desde la coherencia y con la seria obligación de servicio e igualdad social, que defienda en primer término al ciudadano que hace grande a España.
España está necesitada de un proyecto político que, desde la derecha democrática y moderna, se desarrolle sin miedos, sin complejos, con seriedad y, sin perder de vista que lo importante es el proyecto y no las particularidades, que lo relevante es el objetivo a conseguir y nunca los personalismos o desarrollos mundanos de los que trabajan por él.
Tenemos la obligación de recibir la herencia de nuestros padres, conservarla, cuidarla, agrandarla y, sobre todo, dejar en herencia a nuestros hijos de un mundo, una España mucho mejor que el recibido y, ciertamente, no estamos cumpliendo con el legado que nos dejaron y vamos a entregar una herencia ciertamente yerma.
La sociedad debe de ser el tractor o vía del proyecto y los partidos políticos los cauces o trenes por los que conseguir el objetivo y el poder, para ello, son necesarios, además de ese tejido social unificado, un partido político dispuesto a ser el que sirva de argamasa del proyecto y, para ello, el mejor casquijo es el que sin visibilidad, con seriedad, vigor y dispuesto, incluso, a perderse en el proyecto, sea capaz de servir de nexo entre la sociedad civil y la clase política expuesta, es decir, aquel que potenciado desde la sociedad, con discreción, en silencio, en un trabajo oculto y leal, lleve a cabo las habilidades unificadoras e integradoras que permitan que los partidos del centro y derecha sigan las indicaciones, desarrollen las estrategias conjuntas.
Todos los partidos tienen una correa de transmisión entre la sociedad y sus élites dirigentes, todos tienen una fundación, asociación o grupo social que sirve de guía, de este modo, esos grupos sociales deberían de unificarse, colaborar, trabajar conjuntos y utilizar ese mínimo común denominador a través de un partido político "mártir" que sirva de nexo entre todos ellos para la obtención del objetivo deseado.
Hace unos meses escribía: es precisa "...No sé cómo, no sé de qué modo, pero la unificación de los diferentes partidos en torno a un mínimo común denominador que les permita enfrentarse a una izquierda, cada vez más radical..." hoy sólo veo la opción de dicha unificación o colaboración desde la combinación de los grupos sociales.
En ganadería, para la procreación de las especies, se utiliza la figura del "mamporrero", pues bien, en política, es también preciso que para que dos disfruten y se obtenga el resultado deseado, un tercero se sacrifique.