¿Qué es este virus denominado Covid-19? ¿Qué tiene en sus miscroscópicas entrañas para que ataque con semejante virulencia? "Esto es una guerra", asegura el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Miguel Ángel Villarroya. Es una lucha contra un enemigo que, por desgracia, puede atacar a cualquier ser humano -no a los animales-, sobre todo, mayor desgracia, a los más vulnerables en esta sociedad del olvido, a los mayores. ¿Qué ha ocurrido en esas residencias de tercera edad donde la guadaña de la muerte, manejada por el coronavirus, sea tan cruel?
A ciencia cierta, aunque la ciencia muchas veces sea incierta, no sabemos de primera mano qué ha podido acontecer para que el virus se ensañe en las residencias de mayores. No se sabe el quién, el cómo y el cuándo de su entrada en esos centros geriátricos. No es menos cierto que en muchos de ellos se han tomado tarde y mal las medidas de contención. Desde un primer momento se sabía que el Covid-19 atacaba de manera principal a las personas de avanzada edad y, sobre todo, a quienes también padecían cuadros clínicos previos -la mayoría-. No es menos cierto que muchas residencias hicieron caso omiso a esas recomendaciones iniciales y continuaron permitiendo la entrada de visitantes, casi hasta el momento del confinamiento oficial por el Estado de Alarma.
Debemos recordar que, ya el 13 de marzo, el vicepresidente, consejero de Transparencia y portavoz de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, fue franco y claro y llamó a las cosas por su nombre, apelando a la responsabilidad de los jóvenes de Castilla y León para intentar contener los casos de coronavirus y les pidió en concreto que demostraran que "tenían amor por los suyos". "No se trata de lo que te va a pasar a ti, sino de lo que le va a pasar a tu abuelo, a tu persona querida", recordaba Igea a los ciudadanos de Castilla y León, especialmente a los jóvenes, en un nuevo llamamiento a actuar con responsabilidad individual ante una "situación excepcional". "Se trata de salvar vidas", apuntó rotundo.
Mucho tememos que, en alguna ocasión, esas recomendaciones se han pasado por el forro de las entretelas de algunos irresponsables, maleducados, incívicos, egoistas e insolidarios ciudadanos que, estamos viendo, se encuentran por encima del 'bien y del mal' para hacer de su capa un sayo, como diría mi abuela Manuela. ¿Es solo culpa de ellos o también de quienes no tomaron cartas en el asunto de manera rigurosa y permitieron ese nefasto acercamiento, si es que se produjo y, visto lo visto, todo parece indicar que así aconteció?
El coronavirus continúa avanzando sin piedad por todo el país. La provincia de Salamanca no es ajena y hay un municipio que lo está pasando especialmente mal. Se trata de Linares de Riofrío, cuya residencia de ancianos sufre un violento brote de la enfermedad por el que la mayoría del personal y prácticamente todos los residentes están infectados. La situación ha ido empeorando en las últimas horas ya que dos mayores han fallecido. El último, a primera hora de este jueves. Durante la noche, todos los ancianos de la residencia presentaban síntomas de coronavirus, con fiebre y tos seca. A esto hay que añadir que el personal que se dedica a su cuidado no tiene el equipamiento necesario para enfrentarse al virus y también presenta síntomas. Además, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, reconoció este jueves que hay nueve casos positivos en las residencias y 70 ancianos aislados en la provincia de Salamanca.
En el panorama del día a día, las residencias insisten en que no se les hace tests a sus trabajadores, cuando tienen un pequeño síntoma les mandan para casa y, a este paso, no hay trabajadores. Algunos apuntan que en esta situación tendrán que cerrar y mandar a los ancianos a sus domicilios con sus familias. Una situación que se puede imaginar catastrófica.
Alcaldes como el de Lumbrales, el amigo Carlos Pedraz, Lagunilla y alguno más, pidieron encarecidamente por bando, que no se viajara desde fuera a sus pueblos, principalmente desde Madrid, epicentro de la enfermedad en España. Y anunciaron sanciones para todos aquellos que llegaran y no guardaran los 14 días de cuarentena confinados en sus respectivos domicilios en el pueblo. Salvadora y acertada decisión, aunque los 'leguleyos de secano', que hay muchos, dijeran que no era de su competencia. De compentencia social y política es que los alcaldes protejan la salud de sus conciudadanos, de lo contrario, ¿de qué estamos hablando?
Pero el caso es que, en los pueblos, este virus no solo se ceba con las residencias, sino también con los mayores que viven en los mismos y se han visto inmersos en un problema que se lo han trasladado de fuera. Otro pueblo, concretamente Almendra, sufre también un brote de coronavirus entre sus seniles habitantes -hablan de cuatro positivos-, todo parece indicar, fue contagiado por una visita desde Madrid. He ahí el tercer problema.
Por activa y por pasiva, todas las autoridades, medios de comunicación y redes sociales estaban aconsejando, en aquellas semanas de principios de marzo, cuando parecía que el Covid-19 pasaría de tapado por este país, quedarse en casa y no salir de la ciudad. Principalmente, no viajar a los pueblos. Pero nada, oye tú! Que conmigo no va esa norma y yo soy más chulo que el Tato, que ya es un decir. Que me voy a mi pueblo, hombre. Qué fin de semana más bonito de playa con este sol primaveral. Cómo no ir al pueblo, si mi madre y mi tía Juana se pondrán hartas de alegría! Pues mira tu por donde, Chacha, menudo papelón le has dejado en tu senda siniestra a las pobres marías y juanas.
Ahora solo toca cruzar los dedos, mirar a lo alto -quienes crean-, ponerse en manos del estupendo colectivo de sanitarios -médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, asistentas, personal de limpieza, conductores de ambulancia...- para que los estragos de los caprichos capitalinos de unos inconsecuentes no se ceben, como en Italia, y nos eviten observar esas caravanas de camiones militares saliendo de las morgues hospitalarias o residenciales, cargados de ataúdes...
Esta sociedad nos permite ser libres de nuestros actos, pero también debemos ser presos de sus consecuencias. El respeto que les das a los demás, es claro reflejo del que te das a tí mismo, ay!