Serie de leyes y normas encaminadas, mediante su cumplimiento, a lograr una convivencia armónica y respetuosa entre sus miembros con la finalidad de conseguir unas expectativas de vida digna.
Hemos de comprender que vivimos en un espacio de convivencia con otros, y que esta convivencia a veces resulta difícil por la complejidad de circunstancias que la rodean e influencian. Es obvio que nuestras acciones influyen en la comunidad, de ahí que no podamos obrar como verdaderos ácratas, término que puede ser considerado como antípoda del civismo.
Todos cuantos ocupan un determinado espacio vital, deben asumir, como principio básico, que todos tienen el mismo derecho al uso y disfrute de ese espacio, pero también han de ser conscientes de que tienen unas obligaciones. Tanto los unos como las otras sin privilegios. Y cuando esto sea asumido es cuando nuestro espacio vital alcanzará la máxima calidad de vida para todos.
Los fuertes si son cívicos, han de tener cuidado en el gradiente de su fortaleza para no producir daño a los más débiles, así como los potentados deberán aportar algo más, que aquellos que andan “justitos”, en conseguir lo mejor para nuestro entorno vital, lo que les hace además de cívico, solidarios.
Y los mandatarios (léase poderes públicos) han de ser los responsables de mejorar las infraestructuras de implantación de una verdadera educación y formación ética, así como de promulgar leyes más justas y equitativas y no interesarse solamente por la imagen mediática a proyectar.
Claro que existe el problema que, la humanidad se desenvuelve entre las funciones imprescindibles que realiza el Estado y las llamadas “leyes del mercado”, pero hay una tercera vía; muy importante pero inexplorada aun, cual es el aprovechamiento del inmenso potencial de los ciudadanos en actividades encaminadas a mejorar la comunidad.
En las sociedades actuales el ciudadano cada vez participa más y, con ello, establece lazos de solidaridad social que le llevan a ser más cívico como consecuencia de ser consciente que cualquier destrucción le afectará directamente. Por ello inculcará, a los miembros de su familia y de su comunidad, todos los principios educativos, tanto morales como cívicos. Siendo estos los primeros eslabones de una cadena cívica que, con el paso del tiempo y la concienciación, será cada vez más fuerte y consistente, lo que hará que la eficacia prime sobre la ideología.
Las dificultades se subsanarán más fácilmente cuando las responsabilidades sean compartidas. Es la única forma de fortalecer la solidaridad social que, al fin y al cabo, es lo que logra el civismo.Si todos fuésemos cívicos y solidarios la cuestión planteada por Cicerón de: ¿quién va a vigilar a los guardias? Se solucionaría por si sola ya que no sería necesaria su existencia.
Se trataría de un Estado ideal y utópico por reducido a lo imprescindible: libertad económica y crecimiento del espíritu cívico. Pero para lograr esto es necesaria la colaboración asociada de: la familia, la escuela, la comunidad de la Iglesia y todo cuanto contribuya al restablecimiento de un conjunto de valores esenciales. Todo, además, sazonado por el diálogo dimanado de la reflexión sobre los deberes y derechos de los integrantes de esta sociedad.
Muchos han sido los que han definido al civismo. Joaquín Villalobos profesor de la Universidad de Oxford dice de él:“Conjunto de normas que permiten a los habitantes de una comunidad compartir un espacio físico, los servicios privados y públicos y utilizar las instituciones, organizarse y ocuparse de problemas que van más allá de su propia familia. Es la llamada educación cívica y es la base del concepto de ciudadanía, constituyendo el capital social de un país”.
Educación cívica que es muy importante puesto que, cuanto más carencia hay de la misma, existe más riesgo de violencia y desorden. Consiguientemente, a más violencia y desorden, menos posibilidad de avanzar en la creación de capital social.
Pero ojo que, hay que saber analizar pormenorizadamente las cuestiones: frecuentemente oímos la frase de: “los derechos humanos sirven para proteger más a los delincuentes que a los Habitantes” y deriva de que los planes para las sociedades que han pasado del autoritarismo a la democracia se concentran en asegurar las normas que protegen a los habitantes de los abusos del Estado y nada de enseñar a los habitantes sus obligaciones.
Como resumen se me ocurre que:
Civismo: es respeto y aprecio a la dignidad y diversidad humana, la tolerancia, la solidaridad, la justicia y la libertad.Cuando además comprendamos que, formamos parte de una comunidad con pluralidad de pensamientos, diversidad regional, cultural y social y, respetemos las costumbres y tradiciones buenas; al tiempo que apreciemos la diversidad cultural como riqueza de nuestro mundo, estaremos en condiciones de poder llamarnos CIVICOS.