Revisión de un estado de confinamiento
Ahora, cuando nuestros adolescentes (niños y mozalbetes) han de permanecer obligatoriamente en sus casas, sin poder asistir a las guarderías y Colegios de Educación Infantil y Primaria, que les liberaban por espacio de 5 horas matinales, los padres y madres (lo expreso así por aquello de la igualdad de género), trabajadores ambos (porque la suma de sueldos era necesaria para poder vivir) están de los nervios, como la película de Almodóvar, al darse cuenta que sus carencias de preparación cultural les incapacitan generalmente para llevar a efecto las tareas que los cuidadores-as, maestros-as, les resolvían en sus quehaceres diarios.
Y no digamos cuando se trata de “mozalbetes” y “mozalbetas” que están cursando cursos en Instituto y los conocimientos de estos deberían ser más elevados. Cierto que estos ya manejan con toda soltura los móviles, pero… ¿cómo andan de Informática?, pues me consta que los PC suelen utilizarlos, hasta reventar sus tarjetas de memoria, para juegos que cada vez necesitan procesadores de ultimísima generación para que puedan moverlos.
Nuevamente “nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena” y nos lamentamos de no haber aprovechado nuestros estudios debidamente cuando, nos dieron la oportunidad de pasar al curso siguiente con tres asignaturas suspendidas en la mochila que todos los días llevábamos a clase para en multitud de ocasiones ni abrirla.
Pero no solamente hay problemas de Educación. Aparecen otros problemas que, pueden resultar nimios para quienes no los padece, pero que resultan una montaña insalvable para quien lo sufre. Vean:
Hay funcionarios que cumpliendo el turno asignado han de ir a sus lugar de trabajo. Alguno ha de desplazarse hasta 40 km de su lugar de residencia. Cuando toma el coche se encuentra con el problema que no le arranca. ¿Qué hacer? si no hay mecánicos de guardia. Un taxi se llevaría casi la cuarta parte de su nómina mensual. Total otro problema más, conducente a producir el estrés que lleva al estado de nervios. Angustia que se irá acrecentando en su agresividad, en los días sucesivos de encierro y que un servidor de ustedes sabe por la experiencia vivida durante los 6 años de permanencia en San Sebastián, en tres etapas de 2 años cada una, destinado en Unidad de Veterinaria de la Agrupación Mixta de Encuadramiento de la Brigada de Montaña LXI en los años de mayor virulencia de ETA y tras la salida del acuartelamiento había de permanecer confinado en la Residencia de Oficiales
Cada casa de cada rincón de España, tendrá su propio problema::unos porque han de salir para aprovisionar de viandas a sus padres ancianos que son personal de alto riesgo; otros porque tienen que proveerse de las medicinas que diariamente han de tomar para paliar sus enfermedades crónicas; otros por tener animales fuera de la población que no pueden abandonar a su suerte e incluso aquél agricultor que no puede dejar de regar a sus cosechas para que no se pierdan y vayan a engrosar la ruina económica que ya comienza a notarse.
Todos corren el riesgo de contraer esta virosis y sin embargo están en las cajas de los supermercados, patrullando por las calles para que se cumpla el confinamiento en casa, proporcionándonos el butano y la correspondencia e incluso aquellos que toman riesgos por sacar a su perro a realizar sus necesidades fisiológicas.
Seguro estoy que todos, cuando lleguen a sus casas y se relajen de la tensión vivida en su actividad fuera de casa, harán examen de conciencia y, mientras se sientan fortificados por la buena acción realizada en pos de los demás, por dentro tendrán la preocupación de la duda sobre si el Covid 19 habrá entrado en sus organismos, pues la incertidumbre es mala, MUY MALA, máxime cuando ha de convivir con la familia en su piso que en la mayoría de las circunstancia no llegará ni a 50 metros cuadrados.
¿Por qué no aprovechar que estamos en casa para rezar el rosario en familia como hacíamos de pequeños? Recuperaríamos una sana y santa costumbre que ofrecer a Dios quien demasiada paciencia tiene con este desquiciado mundo.