Decía Pitágoras de Samos, "la felicidad consiste en saber unir el final con el principio". Uniré, de tal suerte, el final con el principio porque, no podemos hablar de felicidad -una situación emotiva que a penas se da-, sino de gratitud hacia el colectivo sanitario, del que en estas fechas se habla tanto. Lo hago extensible a todos aquellos que en estos momentos dejan su alma y su piel para hacer frente a esta devastadora pandemia de Covid-19, pero, lo concretizo en los oncólogos Gil y Soria, los radiólogos Enrique y Alejandro, en el enfermero Juan y, por extensión, en todo el departamento.
Acabo de superar una prueba oncológica que perdura desde hace tres meses en los que no he encontrado más que gratitud, amabilidad, compresión y, casi, amistad, en ese colectivo -también sacudido por el coronavirus- que todos los días tienen la templanza de lidiar con enfermos de una índole y otra, en una situación mental, física y sanitariamente diferente. Pero nunca, tras este periodo, he escuchado una mala palabra, una descortesía, una rabieta... Pienso y me reafirmo, visto lo visto, que también son el 'santo Job'.
Después de tantos malos ratos como pasan, que si recortes, que si falta de personal, que si los horarios, que si las listas de espera, que si las colas... que si unos gestores a los que importa más la economicidad que la sanidad. Ellos, ante toda esta adversidad agena continuan con su trabajo y su lucha para hacer más llevaderos esos momentos de espera, esas situaciones que, en munchas ocasiones, no 'pintan nada bien'.
En estos días que vivimos esta pandemia vírica y tan de 'moda' está todo el personal sanitario, especialistas, médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, conductores, personal de limpieza -tan esencial-... no debemos olvidarnos del día después. Muchos hemos luchado a favor de la Sanidad Pública desde hace muchos años, cuando ya comenzaba a dar signos de vida el virus de los recortes. Ahora, en estos tiempos de Covid-19 es cuando más nos percibimos del inmenso tesoro que tenemos en esta España nuestra -en las 18 CCAA- y es para hacernos reflexionar en el día después que tenemos que defenderla, dotarla, mimarla como a nuestra propia madre. Porque de eso se trata, de salvar vidas, y esas son palabras mayores.
Hablamos de coronavirus, pero no olvidemos que, de por medio, la Sanidad Pública continua con las demás enfermedades, coronarias, infecciosas, traumatología, interna y, como es mi caso, oncología, entre otras muchas, como también la Atención Primaria -fundamental como el primer eslabón de la Sanidad por su cercanía-. La vida sigue y las enfermedades y su curación también al margen del Covid-19. Parece que, en muchos momentos, se nos ha olvidado.
Termino recordando a Julio Cortázar, "las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma". Y el desborde dice, simplemente, ¡gracias!