Enrique Arias Vega

Enrique Arias Vega

Opinión

La pandemia vista a conveniencia de cada uno

8 abril, 2020 10:13

Si algo pone de manifiesto la pandemia del Covid19 es que cada uno valora sus efectos según sus previos criterios ideológicos y políticos. O sea, que para aquel que creía que el Gobierno lo iba a hacer bien, así lo ha hecho, y para quien opinaba que iba a ser un desastre, así lo ha sido.

Eso se deduce de la encuesta de Sigma Dos, en la que tanto el PSOE como el PP han quedado reforzados. El primero sube 4,2 puntos en intención de voto respecto a las últimas elecciones generales, y el segundo, un 3,5.

O sea que pueden más nuestros prejuicios que la realidad, por un parte, y que ésta, la realidad, ha quedado enmascarada entre millones de bulos, noticias y desinformaciones interesadas que han competido sin tregua unas con otras. O sea, que a la realidad ya pueden ir dándole morcilla frente a la mitología.

Lo único objetivo y concluyente es que el acaparamiento de protagonismo por parte de Pedro Sánchez –ni siquiera le ha faltado el remedo del programa televisivo “Aló, Presidente”, del bolivariano Hugo Chávez—ha difuminado a su socio Podemos, metido en luchas internas y de las otras y que, en la oposición el ninguneo a VOX le ha hecho perder la fuerza que seguramente como tercer partido español merece.

O sea, que también el coronavirus, más allá de sus efectos mortíferos, ha llovido al gusto de cada uno. En eso, también, no lo olvidemos, ha tenido un efecto demoledor la propaganda escenificada semana a semana de un Gobierno crecido ante la humillante aquiescencia de una oposición que no ha sabido poner en valor sus argumentos. Eso se evidencia en la actitud del presidente del Ejecutivo, azorado en las primeras semanas de la crisis y envalentonado en las últimas, ante la inacción acomplejada de la oposición.

Si alguien tenía la impresión de que el Covid19 iba a cambiar la política de nuestro país, desengáñese ya. Aquí seguirán mandando los mismos, con un Gobierno reforzado, y la oposición continuará en las manos de los mismos políticos desnortados y sin convicción suficiente para aportar una alternativa.

¿Y las elecciones? ¿Elecciones, dicen? ¡Cuán largo me lo fiais…!