Covid-19 – La novedad del día siguiente
Si es cierto que durante el tiempo de trabajo la mayoría desearía estar en casa o preferiría trabajar de forma remota, también es cierto que la gran mayoría de quienes tenían esos deseos, ahora que no pueden o no deben, desean salir de casa.
Por las acciones y comportamientos que estamos observando, parece que todavía hay un número considerable de personas que no se han dado cuenta de la seriedad del momento. Tampoco parece haberse dado cuenta de que no está en casa encarcelado, sino que debe permanecer allí por su bien y por el bien de sus seres queridos. Los arrepentimientos y las lágrimas serán inútiles cuando se enfrenten a la dura y cruda realidad del dolor, ya sea por hospitalización o por la muerte de la persona que aman.
¡No!
No va a estar todo bien cuando todo esto termine. Esto es solo un deseo delineado por aquellos que desean creer que esta es la verdad, o simplemente por aquellos que tienen prisa por volver a sus rutinas. La verdad es que llevará tiempo, mucho tiempo en comparación con la velocidad frenética con la que la gran mayoría de las personas en todos los continentes vivía cada instante.
Este es el momento ideal para que cada persona, familia, gobierno, estado, país, organización, empresa y entidad se detengan; analiza tu pasado y presente; dibuja un nuevo futuro. Es decir, este es el momento favorable para un “refresh” o para los más valientes para hacer un “CTRL+ALT+DEL”.
Los nuevos hambrientos ya son una realidad existente y en un número alarmantemente creciente. La pesadilla social es inseparable de la pesadilla económica y financiera de la que ya hemos comenzado el cruce.
Con este escenario a la vista, existe una necesidad urgente de cambiar, en primer lugar, la persona como agente del cambio necesario y, después, de los sistemas que regulan la vida de la persona como miembro de una sociedad, una comunidad, una ciudad, un país. Solo llegaremos aquí cuando cada persona sea consciente del lugar y el valor real de la otra persona en la vida y en el mundo.
La vida a vivir sería mucho más fácil si cada participante realmente la quisiera. No es una entidad externa que dificulta la vida del hombre. Es la misma persona que desea para sí una vida de paz y felicidad que dificulta la vida del otro, de su vecino o de una persona más distante, geográfica o sentimentalmente difícil.
Los invito a un ejercicio simple, basado en las noticias o la experiencia personal, para hacer una breve reflexión sobre los diferentes eventos que han estado sucediendo en todo el mundo desde el primer día de diciembre del año dos mil diecinueve.
¡Lo aterrador es que si nada cambia después de que todo esto haya terminado!
Desde una perspectiva política, el tema de la novedad del día siguiente, generado por el cambio de paradigma, es un tema relevante, urgente y suprapartidario. Después de tantos aplausos, la música tocada y cantada en balcones, bailes, mensajes y otros eventos en los que el hombre pide y celebra la vida, nada puede permanecer como antes. De lo contrario, si no se hace nada, en el futuro corremos el riesgo de ser acusados y conocidos como una generación hipócrita.
Se necesita una seria intervención y debate. Es una discusión sobre la persona en su conjunto, en su esencia y en su forma de ser y relacionarse. No son demagogías, son necesarias medidas y acciones concretas para que sea posible reescribir una nueva historia aún no vivida.
Existe un diversificado número de medidas que pueden y deben ser analizadas y validadas.
No son temas fáciles, ni soluciones simples.
Pero, ¿quién no quiere un futuro mejor para si mismo y para sus seres queridos?