La crisis sanitaria se pudo haber visto y actuado antes, pero, no se hizo y pensar que otro lo hubiere hecho mejor es un planteamiento simplista y voluntarista.Que se actuó con la falta de la diligencia debida creo que es muy posible y que, consecuencia de la misma, se ha producido un resultado de muerte, más que probable; pero, dichas evaluaciones, más jurídicas que políticas, las dejaremos para otro momento.
En el ámbito económico se tomaron medidas aceleradas, poco meditadas, fruto de la improvisación y la inexperiencia política y profesional, es algo de difícil contradicción, si bien, ello no debe de llevarnos a la derivada de “otros lo hubieran hecho mejor”, por los mismos motivos que lo rechazo ab intio.
No discutirá nadie que estamos ante una situación económica nunca vista y que la ruina es más que evidente, que las tasas de paro serán escalofriantes, que la caída de actividad económica brutal, que la incapacidad de maniobrar y operar en el mercado prácticamente nula, y la de endeudamiento o apalancamiento tendente a la inexistencia o imposibilidad.
Frente a esta situación caótica, la incapacidad y falta de preparación de la clase política es palmaria, resultando más grave cuando esto genera en el mercado, en nuestros socios, una desconfianza desarrollada por nuestra actuación presente y pasada, que se ve reforzada por las acciones de un gobierno desnortado y una oposición incapaz de formular propuestas unitarias y alternativas.
Con el análisis económico de la cercanía al abismo y uno político próximo al encasquillamiento, el hundimiento, en el mejor de los escenarios, es la única conclusión.
Por tanto, necesitamos dinero, precisamos credibilidad y un mínimo de respetabilidad en varios ámbitos: económico, político, estratégico y en el social. En ninguno de ellos, ninguno de los denominados líderes políticos, tiene el nivel que precisa España y que permita afrontar los retos con éxito.
Aquí podía, debía y hubiera dejado el tema, de no ser porque el otro día, un buen amigo, me animara a seguir siendo un “jinete solitario”, provocando mi ánimo para ello.
Así, sipartimos del resultado electoral, el vencedor ha sido el PSOE y la oposición mayoritaria el PP. Conforme a estas posiciones, estos adversarios, tienen un pasado que concede el prestigio requerido en cada uno en los distintos ámbitos en que lo precisamos. Guste o no, son de reseñar la influencia europea e hispanoamericana de Felipe Gonzalez, y las de José María Aznar en los sectores económicos internacionales y en EE.UU.
Con ambos en una presidencia bicéfala, que presentara un equipo pactado de perfil técnico y de alta categoría profesional, actuar en las negociaciones con Europa y el mundo, exhibiendo seriedad, compromiso y confianza que permita obtener los fondos europeos que necesitamos, así como abrir mercados nuevos con nuestros hermanos hispanoamericanos y las alianzas con EE.UU. que nos fortalezcan económica y estratégicamente en el mundo.
El “enemigo”, siguiendo la dialéctica militar del Sr. Sánchez, es primero el virus, en el campo sanitario y, después, el creador de la crisis y potencia económica que nos “ataca”: China. Para afrontar esa “guerra” necesitamos los mejores aliados: EEUU y UE, las mejores armas: blindar nuestra economía, y los mejores soldados: nuestras empresas y trabajadores, por lo que cualquier energía no encaminada a la obtención de esos objetivos sólo conlleva la pérdida de España.
Una vez constituido ese gobierno y equipo de liderazgo, con el apoyo y fuerza de nuestra Corona, que por más que guste o no, es un estandarte potentísimo en el mundo, toda la clase política actual debe de dar un paso atrás, afrontar que en tiempos de crisis el mando único es vital y esperar a otros momentos para dilucidar sus disputas y posiciones.
Con el apoyo político de la mayoría constitucionalista y la firma de un acuerdo en tal sentido, avanzaremos por la senda de la recuperación que nos permita no fallecer sanitaria, económica y socialmente.
Por España, sólo por España, así como por los españoles, sólo por los españoles, respetando las decisiones de los electores, sólo cabe un gobierno de concentración y concertación nacional que nos pueda salvar. Que la idea avanzada requiere de muchos matices y variaciones, por supuesto, pero que con los “lideres” actuales nos vamos por el sumidero, creo son dos circunstancias suficientes para, al menos, meditarlo, ser humildes, generosos y olvidar los personalismos e intereses particulares, para velar por España y por sus trabajadores y empresarios.