Opinión

10 de mayo de 2020. Futura normalidad. Ruinosa realidad

10 mayo, 2020 19:33

La crisis sanitaria que estamos padeciendo es el pórtico de la económica y social a la que nos vemos abocados cuando la primera se suavice. La parálisis económica, la difícil posición de las empresas que no sólo han visto paralizada su actividad, sino que dicha parálisis les hace perder cuota de mercado final, a lo que se añade que, durante este tiempo, los gastos fiscales, tributarios y de seguridad social se han visto mantenidos, mermando las escasas economías de unas empresas que llegaron, al inicio de esta epidemia, ya en crisis y con dificultades.

Ante esta situación, la solución del gobierno ha sido unos ERTES que están vinculados al estado de alarma y no a la crisis sanitaria, unos avales sobre créditos bancarios y un retraso de 1 mes en el pago del trimestral impositivo; es decir, un instrumento de presión a la oposición y a las empresas, un lanzar a los tiburones a las empresas, y un simple retraso de 1 mes, para ganar tiempo, pero no hay ni una sola fórmula proactiva que sirva a la economía y a la empresa y/o a los trabajadores, a los que promete volverán a las empresas, mientras están matando a estas.

Con este panorama, y con una caída de la producción, de la actividad económica y de una perspectiva de mínima recuperación, la vuelta será durísima, con una caída estimada del empleo a más del 20% de paro, con unos cierres empresariales brutales y una situación económica de postguerra.

España se había convertido en un país de “chiste y pandereta” o “cultureta de plexiglás”, dedicado, de forma muy importante, al ocio y al turismo, con una baja industrialización y poca investigación; de forma que, cuando algunos decíamos que nuestra ciudad debía de apostar por una industria moderna, por unos cauces de negocio diferentes al ocio y la pandereta, se nos criticaba y se nos mostraban los datos de empleo en el sector hostelero para callarnos la boca, mientras se sancionaban las empresas que buscaban el teletrabajo, la conciliación de la vida laboral y la tecnología en su actividad.

Es cierto, o al menos así lo observo, que estamos ante una situación de subsistencia vital; pero, también creo que si repetimos los tics del pasado y sólo nos dedicamos a recuperar la actividad del ocio, que debemos de reactivar, sin dedicar nuestro esfuerzo a las nuevas tecnologías, a la producción de bienes de equipo necesarios para la actividad general de la industria, si no generamos plataformas de actividad productiva, cada vez que nos veamos en una epidemia, que volverán, repetiremos el hundimiento en la sima.

Debemos generar sistemas de economía colaborativa, de manera que seamos capaces de autoabastecer nuestras ciudades de los mínimos precisos. Cada unidad de combate, en el ejército, tiende al autoabastecimiento de lo necesario para mantener su actividad. Por una parte, tiene una línea de provisiones, otra de sostén de los elementos de combate, tanto vehículos como armamento, que se nutren de unidades mayores, pero que en caso de necesidad se convierten en autosuficientes, al menos, hasta la obtención de ese nuevo superior. De forma similar deberá de funcionar la ciudad, o las entidades superiores a la corporación municipal, de manera que los servicios básicos de salud, de energía, de producción y de organización mínima de subsistencia social estén implementados por los sectores ciudadanos, públicos o privados, que permitan la pervivencia hasta la llegada de actividad superior.

Para ello es precisa la eliminación de la presión fiscal inicial que permita arrancar el motor y generar la energía necesaria, momento en el que nutrirá de fondos al sector público y de potencia al sector privado, pero si lo matamos a impuestos antes de tener una velocidad de crucero, el siniestro será inevitable.

Potenciemos las iniciativas que permitan esos niveles mínimos de pervivencia social, en el ámbito sanitario, energético, productivo y de investigación, sin perder la ayuda al sector del ocio, pero apostando por nuevas formas de actividad que impidan caídas tan brutales como la que vamos a padecer.

Viviremos momentos de crisis y violencia social que sólo evitaremos con inteligencia, responsabilidad, seriedad y encauzando la actividad de forma que la salida sea lo más rápida posible.Nos estamos jugando nuestro futuro, el de nuestros hijos y de nuestra Nación