“La gratitud, consecuencia inmediata de la caridad, y brota expontánea en el corazón de los hombres buenos, como las flores en cuidado jardín y las hierbas en fértil prado...”, son palabras de un oficial de la Guardia Civil a finales del siglo XIX. Sin lugar a dudas la gratitud es la memoria del corazón.

La Guardia Civil española, arranca el 13 de mayo de 1844, por Real Decreto de Isabel II, firmado por el Ministro de la Guerra Narváez,  y tiene una historia brillantísima. Durante sus 176 años de historia continuada, ha ido adaptándose a todos los regímenes establecidos en la historia de España, sin alterar su denominación, por lo que se puede considerar a la Guardia Civil el cuerpo policial de carácter nacional más antiguo de España.

El II Duque de Ahumada, D. Javier Girón y Ezpeleta, nació en Pamplona. Hijo del general Pedro A. Girón, como militar prestó a España distinguidos servicios, y participó en brillantes hechos de armas, hasta que siendo teniente general recibió, ese día, del Gobierno de Isabel II el encargo oficial de fundar el Cuerpo de la Guardia Civil.

El Duque de Ahumada siempre fue de gran preocupación el correcto y honroso empleo por sus hombres de las armas y por supuesto el de las blancas que eran las que siempre se portaban en todo momento, incluso cuando no se estaba expresamente prestando el servicio peculiar. Así el 4 de agosto de 1846 dictó la siguiente circular que tuvo su origen en un hecho que había desagradado en mucho al fundador del Benemérito Instituto: "Varias veces algunos Guardias han desenvainado sus sables contra paisanos desarmados. Para llegar a este extremo es necesario que haya una grande necesidad de apelar a él, pues todo Guardia Civil debe tener muy presente el lema de las antiguas espadas españolas, – no me saques sin razón, ni me envaines sin honor - y pocas veces puede haber causa para desenvainarla contra el paisano desarmado".

El lema de la Guardia Civil es: «El Honor es mi Principal Divisa», extraído del artículo 1º del Reglamento para el Servicio escrito por su fundador, que literalmente dice: «El Honor es la principal divisa del Guardia Civil. Debe, por consiguiente, conservarse sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás.» y que refleja el espíritu que rige al Instituto y la cualidad más valorada por el mismo. En su artículo 2º: “El mayor prestigio y fuerza moral del Cuerpo es su primer elemento; y asegurar la moralidad de sus individuos, la base fundamental de la existencia de la Institución”. El honor es fundamental a la hora de servir a los demás.

Este alto concepto del Honor debe entenderse, según la propia doctrina de la Institución, más como “la cualidad moral que lleva al más exacto cumplimiento de los deberes”, es decir, como sinónimo de honestidad y honorabilidad, que como etéreo concepto calderoniano “... al Rey, la hacienda y la vida se ha de dar, pero el Honor es patrimonio del Alma, y el Alma solo es de Dios”.



Popularmente llamada la Benemérita, forma parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, junto con el Cuerpo Nacional de Policía. La Constitución, en su artículo 104, le fija “la misión primordial de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades de los españoles y garantizar la seguridad ciudadana, bajo la dependencia del Gobierno de la Nación”. Dada su naturaleza militar, sus componentes tienen la consideración de militares de carrera, y el Cuerpo tiene encomendadas también misiones de carácter militar, descritas en el Real Decreto 1438/2010.

Para cumplir con el cometido que la constitución le encomienda, entre sus principales competencias se encuentran velar por el cumplimiento de las Leyes y disposiciones generales, mantener y restablecer, en su caso, el orden y la seguridad ciudadana, prevenir la comisión de actos delictivos, investigando los delitos para descubrir y detener a los presuntos culpables así como de manera exclusiva le compete la vigilancia del tráfico en las vías públicas interurbanas salvo en Cataluña y el País Vasco, el transporte interurbano de presos, la seguridad de infraestructuras como puertos y aeropuertos de interés general, la seguridad y vigilancia de las fronteras y las costas, así como todo lo relativo a la normativa sobre armas y explosivos. Realiza sus competencias en todo el territorio nacional y su mar territorial a excepción de las capitales de provincia y en los términos municipales y núcleos urbanos que el Gobierno determine que le corresponde al Cuerpo Nacional de Policía, así se puede encontrar a la guardia civil en núcleos rurales como en núcleos urbanos de gran población.

Hoy la Guardia Civil está más presente que nunca en la realidad de la vida española y como protagonista sabe defenderse. Ha sido un año duro para la sociedad española. La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Un ejemplo es la palabra “pero”, porque puede llegar a destruir lo que podía haber sido, pero nunca se atrevió a ser. Como dice una célebre máxima oriental “un sabio (por tal debemos tener a nuestros superiores) conoce a un ignorante, porque él ha sido ignorante, pero un ignorante no puede juzgar a un sabio, porque no ha sido nunca sabio”. Lo malo del ignorante, además, no es que no sepa nada, sino que sepa demasiadas cosas que no son ciertas.

Hoy en día parece que la fidelidad y la dignidad están de moda en todas las facetas de la vida privada y pública, pero sencillamente porque no se practican. Nunca la fidelidad y la dignidad han sido tan deseadas y valoradas como ahora, quizá porque nunca han escaseado tanto como ahora. Incluso se nos venden mensajes e imágenes en los que se les resta valor, que quedan resumidos en este conocido slogan: “si encuentra algo mejor le devolvemos el dinero”.



Ante los ojos de todos está el cada día mayor número de abandonos de situaciones de vida asumidas inicialmente como definitivas. Fidelidad y dignidad, también la honorabilidad, e incluso el amor,  son conceptos que han nacido unos junto a otros. Sin embargo estamos asistiendo actitudes en la sociedad que nos llevan a considerar y asumir, que en la práctica esto no ocurra. Estos valores son deseables, si acaso, para una minoría privilegiada o capacitada, pero para la gran mayoría está asumido que no pasa nada si se desligan de cualquier compromiso de vida.

Hay un dicho antiguo castellano que dice: “puede una gota de lodo sobre un diamante caer, puede de igual modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante esté cubierto de cieno, su valor lo hace bueno; no lo perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manchen todo”. La fidelidad, la dignidad, la honestidad y el amor a los demás siempre serán un valor seguro para las personas capaces de dar ejemplo de ellas. Estas virtudes forman el verdadero valor de la persona, y de la Benemérita Institución de la Guardia Civil.

En todas las épocas se ha dado la pérdida de dichos valores y virtudes. En nuestros días el desenfreno permisivo conduce a quitarle importancia, y en consecuencia a que se dé el fenómeno. Con la propagación de la costumbre y las estadísticas parece que la falta de verdaderos valores que forman el verdadero fondo de las personas; en resumidas cuentas la amoralidad o la indignidad, en todos los aspectos de la vida humana, económica, política y social; sea buena, y que la dignidad sea una falta de naturalidad.

Es conocido también, que simular que se vive en la dignidad y la honradez mientras se prescinde de ella es deslealtad e hipocresía. Tampoco es digna de elogio la actitud del que, siendo digno y honrado, se presenta como si no lo fuera, ya que da muy mal ejemplo. Pero siempre lo peor es el caso del que carece de dignidad y honra y alardea de tenerlas.

Últimamente estamos asistiendo a innumerables ejemplos que nos dan que pensar sobre si vamos por el buen camino. Se permiten actitudes a muchos personajes e instituciones, que en cualquier país estarían penadas, de cárcel. Anormalidad que no es más que el reflejo de los delincuentes, personas de moral distraída, vagos, personas de dudoso pelaje o forajidos, que pueblan nuestra vida social, política y económica, nuestras cadenas de televisión en mil y un programas y demás medios, a los que se les da un valor o brillo, que por comparación no hacen más que degradar el nivel de honradez y dignidad de la mayoría de las personas laboriosas de nuestra sociedad.

Los delincuentes o forajidos, los traidores, gentuza y demás, tienen ahora y han tenido desde antiguo la habilidad de arroparse con pretextos varios tendentes a producir impunidad por sus fechorías o actitudes. Si los sentimientos más profundamente humanos no deben perderse, lo que no podemos hacer es caer en la candidez de elevar a categoría de personas normales, a instituciones, etc, sensibles o solidarias que no dudan en atacar a la sociedad, a su país, a sus instituciones, a cualquier persona de bien, o que no piense como ellos, a las tradiciones y valores, en definitiva a España.

Ser honrado y parecerlo son actitudes necesarias a la vez. Es un principio que no puede cambiar; desde tiempos antiguos o de Cervantes sigue valiendo igual, porque es inherente a la dignidad de la persona, y tiempos atrás era inherente a ser español.

La Guardia Civil por su cercanía y servicio a los ciudadanos es también uno de los cuerpos de las Fuerzas Armadas consciente de la necesidad de fomentar en España la Cultura de Defensa, y por consecuencia de la importancia que es ser ejemplar para la sociedad. Es un ejemplo para enseñar los valores morales que encierra y  practicarlos. Para entender el significado de la cultura de defensa hay que conocer lo más hondo del oficio de soldado, cuyo origen es el patriotismo, desde donde arrancan los valores morales del soldado, entre ellos el mayor afán de servicio. La Defensa en términos militares no consiste solo en defenderse de un peligro. Consiste más bien en vivir para servir, respetando la historia de los que generación tras generación han construido nuestro país.

Hay unos valores, que se recogen también hoy, en la cultura de defensa, y una única conciencia de España, que conforma su soberanía e independencia, junto con la integridad territorial y el ordenamiento constitucional. La cultura en los ejércitos es el culto a unos principios que desde los inicios regularon su actividad. Desde siempre los ejércitos han rendido culto al valor y honor, a la dignidad del hombre y al respeto de sus derechos, además del mayor servicio que se puede prestar a su país. Todas las ordenanzas y reglamentos que regulaban los Ejércitos y Armadas están basados en principios morales que han llegado intactos a nuestros días a pesar de los cambios producidos en la sociedad.

La Guardia Civil, siempre tan valorada, ha sabido siempre recibir la gratitud de los ciudadanos por su labor, y ha permanecido fiel a su historia y pasado, es consciente de su presente y está preparada para el futuro: el mayor y mejor servicio a los ciudadanos.