En el mercado de la política algunos creen que las divisas son (posiblemente, monedas de cambio “enmaletadas” y de franco y nocturno trasiego por los aeropuertos). Para otros, esa divisa tiene un alto precio y mucho valor, tanto que no hay bien susceptible de igualarlo.

Es cosa espirituosa, una esencia que se evapora rápidamente, casi sin darte cuenta puedes perderlo y luego es muy difícil recuperarlo, bueno, en algunos casos como el que nos ocupa es imposible, por eso, quien lo posee por entero no se arriesga y mantienen esa preciosa botella que lo contiene bien guardada, con el pensamiento y la férrea intención de no tenerla que abrir nunca mientras ejerza sus funciones.

Por desgracia, muchos de esos hombres y mujeres que conforman ese benemérito cuerpo no han podido mantener esa botella impoluta, cerrada, clausurada y tras -un sonoro y terrorífico estruendo- han esparcido en servicio esa esencia por el suelo de cualquier acera, cualquier carretera, curva, o en el asiento de sus vehículos de trabajo y como contraprestación su vida, otros su salud y las familias sus seres queridos.



Ese valor es algo que algunos ya no tienen, lo han vendido puesto en precario por una ventaja y ponen precio al valor de otros en la tesitura de creer que los del resto también se pueden vender y tienen el mismo precio. Pues no, muchos tienen en estima esa botella añeja sin descorchar que asumieron, nada más entrar en la academia, proteger y no manchar, prefieren renunciar, desechar, incumplir obligaciones manifiestamente ilegales, prefieren dar media vuelta y llevarse la botella inmaculada, solo ellos tienen el “HONOR” de descorcharla brindando por un trabajo bien hecho. Solo ellos, al final de su vida laboral, tienen ese alto “HONOR” el de haber pertenecido a la Benemérita, en definitiva, porque de eso se trata, “Todo por la patria” pero siempre con honor.



Qué pena que alguien que ha sobrevivido a los años terribles de ETA se encastille en un escaño dando la espalda, qué contradicción, a socios hoy, siempre amigos de aquellos que en algún momento quisieron tener tan bien expuesta y a la altura adecuada esa nuca de un otrora, buen Juez antiterrorista.



Qué pena que se manche por defender el sectarismo de un partido que ha dejado la vida de muchos de sus miembros esparcido por el suelo. Qué pena que no entiendan que la Benemérita tiene por divisa el de servir a España y a los españoles con honor, con mucho honor, un valor que no tiene precio.



Lo que ayer se vislumbró en el Parlamento fue la evidente muestra de que la separación de poderes molesta y mucho y molestó y mucho tanto al PSOE como al PP. Unos lo legislaron, la famosa Ley del año 1985 que alteró sustancialmente la elegibilidad de miembros del CGPJ, los otros, el PP a pesar de llevarlo en el programa y con mayoría absoluta nada hizo por revertir el estado de cosas al año 1985.

El intento de presionar a un miembro de una investigación judicial para que remitiese información “de un asunto que preocupa al gobierno” al Ministerio del Interior y por tanto, de especial protección y secreto ordenada por la juez Carmen Rodríguez-Medel y así dispuesto el art. 550 de la Ley del Poder Judicial se evidenció presumiblemente como cierta, cuando ayer en el Congreso de los Diputados a una pregunta certera y atinada de muchos parlamentarios, como profesionales del Derecho sabían de la pregunta adecuada para desarmar argumentos fatuos: ¿ordenó recabar información sobre esa investigación al coronel Diego Pérez de los Cobos, ordenó usted su cese? Tuvieron como respuesta la callada o lo que a mí me ha parecido una justificación, la pertenencia a un gobierno progresista y aquí puntualizó Marlaska: “Yo no soy portavoz de un partido, lo decía por Edmundo Bal (Ciudadanos), no pertenezco al PSOE yo solo soy solo un miembro del Gobierno”.  ¿Progresista? es lógico que un partido socialista, y más con el rebozado socio-comunista con el que  está embadurnando a este gobierno su socio Podemos, concrete su progresión -de ahí lo de progresista- hacia tesis intervencionistas. Y que rápido van, ya lo dije en un artículo anterior, “el bicho” ha acelerado los tiempos para cumplir la agenda.

Pero no las deben tener todas consigo. ¿Por qué Marlaska hizo esa aclaración, esa puntualización? quizás quitar de en medio al PSOE ante una más que probable solución judicial de este (para la democracia de cualquier país) gravoso asunto.

Lo que sí está muy claro es que aún hay poderes que son parapetos insondables al intento del poder ejecutivo de socavar la poca independencia que aún queda en varios cuerpos de los distintos poderes del Estado, en este caso, el de miembros de la Guardia Civil y parte de la judicatura, que se mantuvieron firmes en el cumplimiento del deber, cosa que es de agradecer.

Tarde o temprano, por una vía o por otra, “al final consiguieron el informe para soltarlo a informantes afines, como se suelta una presa a una jauría de perros para despedazarla”. Decía que terminarán por sucumbir esas murallas, pero antes hay tiempo para que los ciudadanos elijan a políticos que se comprometan a legislar en defensa de la perfecta independencia judicial, y no están ni en el PP y por supuesto en el PSOE, y aquí añado: que todo esto se produce por dejar la protección de la Carta Magna en manos de políticos mezquinos y débiles, es que el mero intento de legislar algo que pudiera suponer el debilitamiento, ya asentado por bibliografía jurídica, de uno de los pilares de cualquier sistema democrático, la independencia de los poderes del Estado, debería ser considerado un delito en sí mismo por la acción y el resultado conseguido.

Y esto no ha terminado aquí... ¡esto se hincha!