Elecciones previsibles
Decía el gran escritor gallego Álvaro Cunqueiro, que, "lo propio de un escritor es contar, claro, seguido y bien. Contar para la totalidad humana, que él por su parte tiene la obligación de alimentar con nuevas miradas. Y si algo está claro en esta dieta, es que el hombre precisa, en primer lugar, como quien bebe agua, beber sueños".
Yo creo que esta receta es también aplicable a los políticos, sean gallegos o no, y por ello, a la vista de lo ocurrido en las elecciones gallegas y vascas del domingo, es que quien ha cumplido a rajatabla la sabia receta de Cunqueiro ha tenido éxito o, al menos, no ha fracasado, que, muchas veces, es también un éxito. Y así vemos cómo mientras Feijóo y Urkullu se afianzan en su posición predominante, otros desaparecen del mapa, como Podemos en Galicia, y alguno consigue asomar la cabeza, como Vox en el País Vasco, lo que para ellos es, aunque parco, un éxito.
De todas formas, hay, sin duda, un derrotado claro, clarísimo, que es Podemos, una fuerza emergente que empieza a ser menguante. Barrida sin consideración alguna en Galicia y limitada a la mitad en el País Vasco, por mucha autocrítica que haga, según ha dicho su máximo líder Iglesias, su hundimiento parece imparable y tan enérgico como fue su ascenso. Y los demás, al margen de los claros vencedores, siguen la línea esperada y previsible; estabilidad en los socialistas, que no es poco, altibajos en el PP, con un éxito gallego que amortigua el fracaso vasco y un sorprendente repunte del nacionalismo radical, tanto del BNG como de EH-Bildu que, en cierto modo, recogen la desbandada de Podemos.
Y ahora, la gran incógnita, ¿Qué efectos cabe esperar a nivel nacional? Puede que alguno no inmediato, pero sí a corto y medio plazo. Por ejemplo, Casado ya tiene en Feijóo recambio. Así empezó Aznar en Castilla y León y mira dónde llegó. Por otro lado, la decadencia de Podemos-Iglesias parece imparable y, en este caso, no existe recambio. Y los nacionalismos empezarán a dar guerra BNG por un lado y Bildu por otro y los equilibrios de los demás tendrán que esforzarse en evitar rupturas.
Y poco más queda por decir, que el eximio Álvaro Cunqueiro se salga con la suya y los políticos nos hagan beber sueños y alguno de ellos se haga realidad.