Mareas varadas
Las elecciones autonómicas celebradas ayer en Galicia y el País Vasco están siendo analizadas por los expertos y no me resisto a hacer públicas mis propias reflexiones:
La primera es que el resultado no es extrapolable al resto del territorio nacional, lo cual no es óbice para que algunos de sus aspectos sí que lo sean. En ambos territorios los electores han apostado por la moderación y el continuismo. En Galicia era claro que la victoria de Núñez Feijóo era incuestionable. Es un gran gestor, (lo demostró en su paso por el Insalud y Correos), en su labor al frente de la Xunta y, particularmente, en la pandemia del Covid.
En el País Vasco, la moderación del PNV y su histórica habilidad para obtener prebendas en Madrid a cambio del voto, ha hecho olvidar a sus votantes la desastrosa gestión en el vertedero de Zaldívar desde hace cinco meses.
En ambos territorios, y esto sólo es exportable a Cataluña, el preocupante crecimiento de las fuerzas separatistas y soberanistas. Ojo al intento de una modificación inconstitucional del Estatuto de Guernica por parte de los previsibles socios del PSOE en el Gobierno Vasco.
También en ambos territorios, el descalabro electoral de Podemos y sus confluencias, que les ha llevado a desaparecer del Parlamento Gallego donde las mareas quedaron varadas, y a perder más de la mitad de su representación en la Cámara Vasca. Y que sus votos se hayan refugiado en las agrupaciones independentistas y no en los socialistas que son sus socios en Madrid.
El Partido Socialista tiene que estar preocupado por el resultado en ambos territorios, con una ganancia pírrica de un escaño en cada una de las dos cámaras, con un enorme voto de castigo por la política de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y esto sí es exportable a nivel nacional. Algo se barruntaban en Ferraz, y por eso se le estropeó el avión al presidente.
El Partido Popular debe analizar con tranquilidad el mal resultado obtenido en las elecciones vascas, fruto sin duda de la política errante que viene practicando en aquel territorio desde la época de Rajoy. El intento de Pablo Casado de agrupar el voto del centro derecha, sin duda necesario y plausible, no ha funcionado.
Ciudadanos, que pone permanente una vela a Dios y otra al diablo, marcha de error en error hasta el desastre final: ningún escaño en Galicia y uno regalado por el PP en el País Vasco. El Partido Popular debe intentar captar a los votantes de este partido y no de fichar a sus dirigentes que, a la vista está, aportan poco.
Y procurar no provocar a Vox, que además de haber conseguido un escaño en Vitoria puede ser imprescindible para sacar adelante las propuestas de distintos gobiernos autónomos.
En definitiva, tres triunfadores indiscutibles, y por este orden: Feijóo, Eguiguren y Ana Pontón, candidata de un BNG bastante más moderado que el de Veigas. Un perdedor absoluto, Pablo Iglesias, responsable último de todas las decisiones que se toman en su partido, y su cómplice en la Moncloa, Pedro Sánchez que anoche no se atrevió a dar la cara.
Un Pablo Casado que tiene que repensar la política del PP en el País Vasco, donde además de no subir, ha hecho posible que Vox entre en la cámara vasca gracias al voto de los votantes descontentos con la política del PP.
Y un dato que no quiero ni puedo pasar por alto: El absoluto desastre del CIS de Tezanos, que invirtió un dineral público para ayudar a su amigo y que fue, con mucho, la encuesta más alejada del resultado electoral.
¿Hasta cuándo se va a tolerar esta malversación de dinero público? ¿Cuándo se va a cesar a este individuo?
En fin, ahí están los resultados electorales. Que cada cual saque sus conclusiones.