Obviamente acerca de los años 1936-39 hay muchas posiciones, muchos análisis y muchas conclusiones. En este artículo nos vamos a centrar exclusivamente en el hecho fundamental de que el PCE de entonces se quita la venda en los ojos, de que el PCE de entonces pone la lucha por la independencia nacional como la clave democrática y revolucionaria.
El movimiento obrero español ha tenido desde su nacimiento como fuerza organizada en el último tercio del siglo XIX, una extraordinaria combatividad, radicalización y una enorme capacidad para desplegar su energía revolucionaria. Pero toda esa energía no se ha dirigido, como era el camino natural, contra los principales opresores y explotadores, las potencias imperialistas. Solamente el PCE de José Díaz y Pasionaria supo salvar este obstáculo histórico, señalando que la guerra contra el franquismo era también, y sobre todo, un combate contra los intentos del imperialismo alemán e italiano por dominar España.
Si a lo largo de los dos últimos siglos la izquierda española ha estado ciega ante la intervención del imperialismo, ha habido, sin embargo, un período excepcional, la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939, en el que la comprensión profunda -por parte del PCE de José Díaz y Pasionaria- del carácter y el contenido democrático y nacional de la revolución en España permitió, no sólo resistir durante tres años al fascismo y escribir una de las páginas más gloriosas de nuestra historia, sino que, además, creó las condiciones en que nuestro pueblo más cerca ha estado nunca de derrotar a sus enemigos, tomar el poder e iniciar un camino de transformaciones revolucionarias.
Pero esta comprensión del carácter de la lucha no hubiera sido posible si, previamente, el PCE no hubiera partido de una firme posición patriótica. Ya en las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, el PCE hace del patriotismo una de las banderas que es necesario arrebatar a la reacción, situando en sus justos términos en qué consiste el patriotismo, quienes son los auténticos y los falsos patriotas.
Las siguientes son palabras de José Díaz -de rabiosa actualidad- en un mitin electoral sobre quienes son los verdaderos patriotas y cuales los falsos: “Camaradas: Hay una bandera que está en manos de nuestros enemigos, que ellos tratan de utilizar contra nosotros y que es preciso arrebatarles de las manos: la de que votando por ellos se vota por España. ¿Qué España representan ellos? (…) la reacción (…), de una manera abstracta, para cazar incautos, dice, grita en los carteles, en los mítines: votando por nosotros, votáis por España, votáis por la patria (…) hay que demostrar que quienes aman verdaderamente a su país somos nosotros (…) pues no es posible que continúen engañando a estas masas, utilizando la bandera del patriotismo, los que prostituyen nuestro país, los que condenan al hambre al pueblo, los que someten al yugo de la opresión al noventa por cien de la población (…) ¿Patriotas ellos? ¡No! Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general, sois los patriotas, los que queréis a vuestro país libre de parásitos y opresores; pero los que os explotan, no, ni son españoles ni son defensores de los intereses del país”. (José Díaz, secretario general del PCE. Discurso pronunciado en el Salón Guerrero de Madrid en febrero de 1936).
Sin la dirección del PCE de José Díaz y Pasionaria, la República difícilmente hubiera sido capaz de resistir al golpe combinado de las fuerzas reaccionarias internas con la intervención nazifascista de los imperialistas alemanes e italianos. De haber tenido la dirección las fuerzas republicanas burguesas, posiblemente todo el país se hubiera convertido en una enorme Santoña -el lugar donde las tropas del PNV pactaron a principios de 1937 la rendición y la entrega de Euskadi a los fascistas italianos- ante las primeras derrotas militares.
De haberla tenido las tendencias obreristas de CNT o los largocaballeristas del PSOE, la división y los enfrentamientos en la misma zona republicana la hubieran hecho estallar en mil pedazos en los primeros meses. Sólo la dirección del PCE estableciendo el carácter de la lucha como una batalla por la defensa de la patria y de las conquistas democráticas y populares permitió movilizar todas las energías del pueblo y mantener hasta el final la más sólida unidad de la clase obrera, de las masas populares, de las fuerzas antifascistas y de todas las nacionalidades y regiones de España.
La lucha contra el fascismo, en defensa de la legalidad republicana y el inicio de profundas transformaciones democráticas y populares jamás habría sido posible sin la dirección política y práctica del PCE sobre el Frente Popular. Estableciendo sin vacilaciones el carácter de la guerra como una guerra nacional -por dirigirse contra la intervención imperialista- y revolucionaria -por dirigirse contra la oligarquía financiera y terrateniente-, y, de acuerdo con ello, desarrollando una política que permitió unir a todos los sectores patrióticos y democráticos en defensa de la independencia nacional de España y su libertad.
Con el título ‘El camino de la victoria’, a mediados de enero de 1937, el Comité Central del PCE hace pública una declaración -que es a la vez un llamamiento a “todos los pueblos de España y a cuantos aman la paz, el progreso y la libertad”- en que se establece ya con toda claridad el contenido nacional y democrático de la guerra. “Seis meses van a cumplirse desde que estalló la sublevación militar fascista. En estos seis meses, la guerra se ha transformado profundamente. Se ha convertido en una guerra nacional, en una guerra de ejércitos organizados, en una guerra en la que intervienen en contra de nuestro pueblo, del brazo de los facciosos, fuerzas armadas extranjeras (…)”.
Y sigue: “La lucha del Poder legítimamente constituido contra un grupo de traidores, lucha que pudo terminarse, que pudo haberse liquidado rápidamente, se ha transformado en una guerra por la independencia de España, gracias al apoyo descarado que los fascistas alemanes, italianos y portugueses han prestado a los facciosos. Este apoyo del fascismo internacional a los sublevados contra el gobierno legítimo de España, ha ahondado y extendido la lucha y nos obliga hoy a combatir no sólo contra los rebeldes nacionales, sino también contra los verdugos fascistas extranjeros”.
Y precisa: “Hoy el pueblo español no se bate solamente contra los monárquicos, los moros, los bandidos del Tercio y las pandillas de fascistas y requetés, armados por el fascismo internacional. Hoy, nos batimos contra fuerzas de mayor volumen y de más grande significación. Merced a la ayuda extranjera pudieron los primitivos grupos de sublevados lograr incluso algunos avances, pero fueron paulatinamente liquidados en combates gloriosos por nuestras bravas tropas leales y milicias”.
Y acaba: “La guerra iba acortándose y se veía ya cercana la gran derrota de los facciosos, cuando éstos, al ver agotadas sus fuerzas, acudieron a Hitler y Mussolini para que éstos les enviasen, además de nuevos materiales de guerra, contingentes armados de sus respectivos ejércitos. Los Gobiernos de Italia y Alemania, solícitos a las llamadas de auxilio de los generales traidores a nuestro país, han enviado ya a España los primeros destacamentos de tropas fascistas y se proponen desembarcar nuevos contingentes en nuestra Península (…) Que sepan en el extranjero que todo el pueblo español, que todo lo que hay de sano y progresivo en nuestro país, está luchando para defenderse de una agresión cobarde perpetrada a mansalva por españoles traidores a su patria y contra las fuerzas invasoras del fascismo alemán, italiano y portugués, que sueñan con convertir a España en un pueblo de esclavos”. (El camino hacia la victoria. Declaración del Comité Central del Partido Comunista de España. Enero de 1937).