En reconocimiento de la UME
UME (Unidad Militar de Emergencias). Desde estas humildes, pero agradecidas líneas, quisiera mostrar mi público agradecimiento y reconocimiento a esta infatigable unidad militar. Sus características boinas amarillas siempre están presentes en aquellos lugares más comprometidos y arriesgados. Su inmediata colaboración traslada tranquilidad y seguridad derivada de su buen hacer. Muchos han sido los servicios y el auxilio prestado en un sin fin de catástrofes en todo tipo de condiciones y de variada naturaleza. Son otros de los héroes que, con abnegación y enorme sacrificio, se convierten en ángeles custodios de todos los españoles. De todo corazón gracias.
Se trata de una fuerza militar conjunta de carácter permanente encuadrada dentro del seno de las Fuerzas Armadas. Su excelente preparación y altísima cualificación hacen de ella un cuerpo de operaciones excepcional. Su lema escogido, como en cualquier agrupación militar, deja a las claras sus firmes e irrenunciables propósitos. “Perseverando para servir” reza en su particular y exclusivo empeño. Lamentablemente y sin pretender ningún protagonismo que le es ajeno, son efectivos que aparecen, con orden y disciplina castrense, en cualquier lugar de la geografía española, cuando se solicita su intervención. Pocas veces han tenido la distinción que merecen y de la que son acreedores por su arrojo y entrega. Muchos españoles, así lo han demostrado, les han aclamado y despedido después de poner punto final a su servicio. Para mí, a título personal, es un motivo de honra y orgullo contar con su entrega en el desempeño de sus difíciles encomiendas. Mi aplauso es permanente.
Su creación parte de una decisión tomada en Consejo de Ministros, celebrado bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, allá por el diez de octubre de dos mil cinco. Su actividad se empieza a desarrollar, toda vez que quedaron definidas sus funciones, a partir del once de abril de dos mil dieciséis. Su finalidad es clara: intervenir de forma rápida en cualquier lugar de todo el territorio nacional en caso de catástrofe, grave riesgo y otras necesidades que pongan en peligro al pueblo, o suelo español. A la luz de sus actuaciones, cumplidos los veinte años de servicio, queda claro que su diseño y creación ha sido un enorme éxito para todos. Se les ha vistos participar en las labores de extinción de incendios; en las complicadas tareas de rescate y protección en tiempos de lluvias, crecidas e inundaciones; en misiones de desinfección y construcción de hospitales de campaña, y no solo durante la pandemia; en labores de desescombro tras corrimientos de tierra o terremotos; trabajo de reconocimiento y prevención; etcétera. En fin, en situaciones extremadamente adversas y complejas. Su minuciosa y profesional forma de proceder ha contribuido a aliviar graves, gravísimas, tragedias y desastres. Ahorra se suman a los efectivos destinados al rastreo del Covid.
Su estratégica distribución en el mapa, les capacita para actuar con eficacia y agilidad. Siete acuartelamientos acantonan sus tropas: Bétera (Valencia), Morón de la Frontera (Sevilla), San Andrés del Rabanedo (León), San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), Teide (Las Palmas), Torrejón de Ardoz (Madrid) y Zaragoza. Su sede central es la Base Aérea Conjunta de Torrejón. Por su omnipresencia en todo tipo de calamidades y escenarios cabría pensar que sus dotaciones son numerosas.
Nada más ajeno a la realidad. Su rapidez en la ejecución de las funciones para las que fue creada es la clave de sus éxitos. En Castilla y León podemos respirar tranquilos con la presencia física del V Batallón pero el terreno sobre el que desplegarse es muy extenso: Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León y todas aquellas que las reclamen. Territorios como Galicia, Comunidad Vasca, Navarra o Cataluña, incomprensible para mí, pero por razones que todos adivinamos, no tienen bases permanentes, pero sí cuentan con sus actuaciones si son reclamadas por sus administraciones territoriales. No entiendo cuando la estupidez se convierte en argumento.
Sus efectivos son: 3063 militares del Ejército de Tierra, 247 del Aire, 76 de la Armada y 41 de los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas. Su General jefe (GEJUME) es el teniente general Luis Martínez Mejide. Cinco Batallones de Intervención en Emergencias (BIEM); un Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias (RAIEM); dos destacamentos de Intervención en Emergencias Naturales en Canarias y un Batallón de Transmisiones (BTUME) componen la fuerza. Por no aburrirles con datos no me referiré a los medios aéreos y terrestres de los que dispone (aviones, helicópteros, embarcaciones, ambulancias, autobombas, coches y vehículos todoterreno, motocicletas, vehículos anfibios y otro tipo de equipamientos, algunos compartidos con otros cuerpos de ejército). Pese a toda esta organización y dotación de recursos, sus medios siguen siendo limitados para el desempeño de su nobilísima tarea.
Más allá de los datos técnicos, demasiado fríos, la necesidad de su existencia se ha hecho imprescindible. Siento un profundo respeto a su discreto y silencioso protagonismo. Poco dados al elogio, con humildad y eficacia incontestable, nos dispensan apoyo y protección de un valor inestimable, incuantificable. Héroes sin capa, como tantos otros que son la primera línea de batalla contra la calamidad y el desastre. Ellos también merecen nuestro aplauso sonoro y nuestro emocionado recuerdo. No son el ejército de la guerra que algunos gusta predicar, son el ejército de la paz y la defensa del bienestar común, colectivo, sin distinción de ninguna clase. He sentido, desde hace tiempo, la necesidad de expresar, con mi sencillo artículo, un honor y un privilegio, que como español, tengo el deber de manifestar sin ningún complejo. Muchas gracias por tanto y mucho ánimo en las interminables tareas que se han de acometer. Desgraciadamente, las amenazas de las catástrofes son permanentes y vuestro coraje, sacrificio y entrega nunca serán baldíos, pero serán fundamentales.
A modo de recuerdo para nuestros políticos quiero señalar, que hay gastos corrientes de los que se puede prescindir, hay dispendios inaceptables que no se pueden tolerar, pero a la dotación de recursos y efectivos de la Unidad Militar de Emergencias no deben alcanzar. Más al contrario, por su función social, deben ser tenidos en cuenta en la elaboración de los próximos Presupuestos Generales del Estado. No son un gasto, son una rentable inversión de interés general, nada que ver con siglas, ni partidos políticos. Una vez más GRACIAS y ¡¡¡Viva la UME!!!.