Hace meses, nuestro “presimiente” Sánchez, seguramente por indicación de su consejero áulico Iván Redondo, comenzó a hablar de la “nueva normalidad” a la que volveríamos al salir de la pandemia, expresión repetida en las múltiples comparecencias del presidente y sus ministros en sus interminables y tediosos “aló, presidente“, e incluso por algunos miembros de la oposición. Desde el primer momento me mostré crítico con la utilización de este oxímoron y reclamé la vuelta a la normalidad, sin calificativos de dudosa interpretación.
Antes de que nuestro “fraudillo” se fuera de vacaciones a los palacios de Lanzarote y Doñana, compareció ante los medios para asegurarnos que habíamos vencido al virus y que saldríamos más fuertes de la pandemia.
Por supuesto, en su último “aló presidente” a la vuelta de su veraneo, ni una referencia al éxito proclamado, responsabilizando a los ciudadanos de la alarmante situación de la pandemia, y la más que preocupante situación económica, pero de esto hablaremos en otra ocasión.
Quiero centrarme en lo que esa nueva normalidad ha supuesto en nuestra ciudad, para que así el lector tenga capacidad de formar criterio: hemos pasado de un aparente enfrentamiento entre el alcalde y la ministra de hacienda, que provocó una bochornosa moción del grupo municipal del PP en apoyo al alcalde por la incautación estatal de los ahorros municipales, a que el alcalde aplauda la vergonzosa decisión de la FEMP, con el voto de calidad de su presidente a favor de la incautación de 15.000 millones de euros del superávit de los Ayuntamientos, y que ha motivado la rebelión de la plataforma de alcaldes integrada por ediles de 13 partidos distintos. ¿Es esta la nueva normalidad?
Otro aspecto, especialmente grave ha sido la “nueva movilidad” implantada de forma sigilosa con agosticidad y pandemia, que ha organizado un caos sin precedentes en el tráfico vallisoletano, y que no ha contentado absolutamente a nadie. Ahora, entendemos los cinco años de retraso en la aprobación del PIMUSVA por el Ayuntamiento y las consecuencias de encargar su redacción a un equipo importado de Madrid que desconoce las costumbres vallisoletanas, lo que ya ha provocado las primeras rectificaciones Cuando la ciudad recupere la normalidad y se reanuden las clases y la actividad laboral, la movilidad en Valladolid puede ser imposible. ¿No hubiera sido este un tema a consultar con los ciudadanos? ¿No era eso la nueva Participación Ciudadana?
Y otro aspecto de la nueva normalidad vallisoletana es la agresión cometida en el casco histórico, en el que el PECH prohíbe la publicidad en colores de los establecimientos allí instalados, pintando de colorines el suelo de estas calles, y que ya, antes de inaugurarse están hechas una guarrada. ¿Cuánto nos ha costado el invento? ¿A quien se adjudicó el encargo? ¿Por qué procedimiento? ¿Que opina la Comisión de Patrimonio? ¿Y la oposición? ¿Por qué tampoco se ha consultado con lis afectados? ¿Están conforme los residentes en el casco histórico?