El toreo es como todo en la vida. Requiere ansias por llegar a la cima, motivación y SUERTE. Ahora con motivo de El Covid 19, se están retransmitiendo una serie de corridas atípicas como consecuencia de la limitación de aforo.
La repercusión económica es innegable. Generalmente, no hay posibilidad de configurar carteles con una terna de postín por falta de emolumentos, lo que conlleva a dar entrada a un matador en discordia de los clasificados de segunda o tercera fila quien no sabemos si cobrará o no, pero que al menos se le ofrece la oportunidad de actuar.
El agraciado suele salir a “por todas” (ansias de llegar a la cima). Se la juega sin triquiñuelas (motivación).Suelen triunfar y luego…la SUERTE es muy caprichosa en cuanto a la repercusión que pueda tener para un futuro profesional. Al menos han podido dejar su tarjeta de presentación, que no es poco, puesto que hasta ese momento solamente eran “conocidos en: su casa a la hora de comer” y por sus mentores.
Algunos, por no decir todos, han demostrado estar preparados tanto mental como físicamente, lo que demuestra que entrenan, entrenan y ENTRENAN cotidianamente sin desesperar, en espera de que surja la oportunidad de algún contrato para poder expresar sus cualidades taurinas, mirándose en el espejo de esos compañeros que, del ostracismo en que se encontraban pasaron al escalafón de los elegidos tras triunfar en una corrida.
Viven esperanzados y a varios de ellos les ha llegado la oportunidad en una temporada irreal pero..que les ha abierto la puerta de la esperanza.
Practican un toreo de verdad. No escatimando nada de su repertorio taurino que le abren, cual abanico refrescante, ante tanta monotonía torera como veníamos padeciendo por parte de los que torean todo lo que está en su línea torera y todos los días.
Los nuevos tienen frescura sin dejar el clasicismo, pero con el ingrediente de la entrega que es lo mínimo que se le debe pedir a todo torero que esté ante un público pagano. Algunos de ellos llevan años de alternativa, pero se quedaron ahí, en el paro, tras pasar al escalafón superior y meditando al tiempo que se miran en el espejo de los que torean todos los días, estudian: las distancias a que estos se colocan, los recursos que estos utilizan y, luego en sus entrenamientos, tratan de perfeccionarlos e incluso mejorarlos para cuando se les presente la oportunidad de ofrecérselos al público, porque como se “han puesto delante” saben, de qué va el tema.
Ya que la llamada profesión más difícil del mundo, ni es profesión, ni es la más difícil (alguien definió el toreo como más simple que “el mecanismo de un sonajero” y no le faltaba razón, pues en realidad consiste en: cruzarse al pitón contrario una vez encontrado el sitio de colocación en el que el toro embiste y manejar los trebejos acompasándoles a la cadencia de la embestida del toro.
Todo esto acompañado del VALOR necesario para poder pensar ante la cara del toro y adelantarse a las reacciones inesperadas de éste.
VALOR hay que tener de principio, pero luego, con el pase del tiempo y ejercitando el toreo, se va acrecentando al lograr seguridad ante el toro al ver que aguantándole le puede conducir a donde pretende y como, con el tiempo se llegan a conocer las reacciones de determinados encastes la seguridad le va aumentando hasta llegar a encontrarse a gusto ante el oponente.
Quizá, estos nuevos protagonistas, hayan pecado de impaciencia en la ejecución de determinadas suertes primordiales: parar al toro, enseñarle a embestir y posicionarle bien ante el caballo de picar e incluso en medir con exactitud la faena de muleta y ejecutar con precisión la suerte suprema por aquello de que ésta solo puede aprenderse bien, realizándola en vivo y en directo y no en el carretón aunque éste sea un auxiliar imprescindible para un matador de toros.
Posicionar al toro ante el caballo a la distancia adecuada y luego estar pendiente para medir el castigo propinado por el picador que es el verdadero responsable de esta suerte ya que, de realizarla mal, inutiliza al toro para la lidia.
Luego, en la suerte de muleta, todo depende del toro. De su conformación: manos cortas, cuello largo para proporcionar la humillación, de la que no se debe abusar pues con ella el toro no solo se fatiga en exceso sino que no puede oxigenar debidamente a los músculos fatigados y pone en entredicho la duración de la faena.
Y a la hora de matar, pues elegir la suerte adecuada acorde con los terrenos que el toro haya mostrado preferencias en el remate de sus embestidas, (afueras o adentros) para evitar los riesgos. Apuntar bien. Entrar sin salirse de la rectitud, hacer la cruz y levantar el codo en el momento del embroque.