Cuando llegamos a los 50 años, aunque seguimos pensando que tenemos 40 años y las ganas de tener 35, hay un nuevo sentimiento que efectivamente nos acosa – ahora si, ¡es verdad! Estamos envejeciendo. Aunque aparentemente todavía distante y, con la casa pareciendo más grande y tranquila, nos encontramos pensando y soñando en cómo será nuestro futuro. Intentamos escapar con nuestro pensamiento de algunas realidades que conocemos, como la institucionalización y la soledad.
Es una realidad que, hoy en día, como consecuencia de los cambios a nivel de la persona provocados por la evolución positiva de los tiempos, de la tecnología y del nivel de servicios, las personas mayores (personas de 65 o más años) son más independientes y mucho más exigentes, en lo que respecta cuanto a planificar y a vivir su tiempo, tanto en el momento presente como en el futuro que aún sueña vivir. Pero, al llegar a esta nueva etapa de la vida, se están formulando algunas preguntas a medida que entramos en este proceso de envejecimiento. Una de las preguntas, y probablemente la pregunta sobre la que más reflexionaremos, es dónde y cómo nos gustaría pasar nuestros días cuando alcancemos el estatus de senior.
No solo derivado de un tema educativo o generacional, sabemos que es la voluntad de la gran mayoría de las personas tener la posibilidad de seguir viviendo en sus hogares. Sin embargo, la humanidad está cambiando y la pandemia ha llegado a exponer y confirmar cuán expuestos estamos, cuán frágiles somos y cuán dependientes somos unos de otros. Es en este nuevo escenario donde la corriente está aumentando a nivel global, Es en este nuevo escenario donde crece la corriente a nivel global, de personas, que esperan vivir sus nuevos días en un lugar del que se sienten parte, y donde pueden sentirlo como propio, incluso si este nuevo lugar está fuera de sus países de origen. Está floreciendo una nueva cultura.
El lugar de origen no es en sí mismo un factor determinante como lugar elegido para pasar los días en que se proponen nuevos retos en una época en la que la prioridad ya no es la misma que en la época en la que ni se nos ocurrió la novedad de estos nuevos. dias. Hay tendencias desde hace varios años y en varios países, que han surgido como resultado de algunas experiencias de vida desarrolladas por quienes nos precedieron y que deseaban encontrar una alternativa a la institucionalización en un hogar de ancianos o, en riesgo de pasar por la etapa de envejecimiento en completa soledad.
A partir de este proceso de experimentación, "vivienda colaborativa para personas mayores" o “cohousing”. De manera muy breve, el “cohousing” es una tendencia, que permite a las personas, que eligen esta forma de vida, vivir en una infraestructura en la que tienen una vivienda individual y personal y, en la que comparten áreas de uso comunitario, que están enmarcados en la infraestructura central de tal manera que se sienten y se utilizan como parte de su hogar. Si bien este modelo permite y da total libertad a la persona, también la implica en la experiencia de la vida diaria, pues a nivel de gestión diaria lo llevan a cabo los miembros que forman esta comunidad. En el mismo contexto, y también para dar respuesta a los deseos de quienes llegan a la antigüedad, existen otros modelos de convivencia (vivienda comunitaria) para todas las personas que deseen vivir no institucionalizadas, es decir, en un asilo de ancianos.
La institucionalización no rompe ni suaviza el vínculo que la soledad tan aterradora tiene con la vida de cada persona. A pesar de todos los intentos de mejora y mejoras implementadas, aún queda camino por recorrer en estas instituciones que acogen a personas mayores. El primer paso es cambiar la imagen externa negativa que la población en general tiene sobre estas casas de acogida. Esto solo sucederá cuando se realice un cambio del modelo de negocio implementado hace varios años y, que como eso se transmite empíricamente en el tiempo. Sumado al modelo de negocio, conviene mencionar la necesidad de generar cambios en algunos procesos internos, que parecen haberse detenido en el tiempo solo responden a las necesidades de generar ganancias en lugar de enfocarse en la persona. Dado que el envejecimiento de la población es una realidad de la vida, cada vez más presente que en el pasado, es necesario mirar de cerca este tema, porque tarde o temprano cada persona pasará por este proceso.
Encontrar un modelo híbrido donde convivan las condiciones de servicio de excelencia de la industria hotelera, con características de “cohousing” e información proveniente de la amplia experiencia de los hogares de ancianos, sin duda será una mejor alternativa a la pura institucionalización de la persona en un hogar de ancianos o a la soledad. Este modelo, sumando numerosos beneficios para la persona, será el espacio en el que cada persona podrá vivir las mejores experiencias de vida en un momento en el que el tiempo de la persona parece escasear.
La aparición de un modelo residencial híbrido para personas mayores en el mercado será una fuente de envejecimiento más feliz, porque a pesar de la persona tener una vida en un entorno comunitario/colectivo, que será considerado como suyo, su independencia y control sobre su vida será una condición real hasta el final. Contrario a seguir con un comportamiento errático y actual a la hora de crear un proyecto basado en indicadores puramente económicos, el “hoy” nos pide que seamos más ambiciosos y humanos y, por esa razón hay que invertir en un modelo creado con el principio básico y final de la atención integral centrada en la persona.
Mañana será nuestro día.