Estamos inmersos en un mundo caníbal al que nada sacia. Ese Neptuno de la política regional que devora a sus hijos, digamos vicepresidentes de la Junta de Castilla y León, en lo que ya se llama en los círculos de la política como 'la maldición de los vicpresidentes'.
Si miramos atrás, desde la época lejana de Demetrio Madrid que, dentro de lo cabe, su vicepresidente se salvó de las garras, todos los demás han terminado como malditos. Veamos. Todo comenzó su andadura, allá por 1981, con la presidencia del socialista Demetrio Madrid, luego defenestrado por asuntos que resultaron ser archivados por los tribunales, pero que le supuso salir del Gobierno regional a favor de José Constantino Nalda. De esta salida mucho tuvo y tiene que decir el propio PSOE, con una cacería a Demetrio Madrid sin precedentes en la Comunidad. Los abanderados, encabezados por el secretario provincial del PSOE vallisoletano, Juan Colino, se unieron hombres como Jesús Quijano, entonces procurador y miembro de la ejecutiva regional; el ex secretario regional del PSOE y dimisionario reciente, Juan Antonio Arévalo; el entonces senador Octavio Granado, siguió hasta hace poco al frente de la Seguridad Social; Tomás Rodríguez Bolaños, alcalde de Valladolid en esa época y al que homenajea Óscar Puente; el senador burgalés Juan José Laborda cuya gobernanza como secretario general del PSCYL no pudo tener mayor desastre, recuérdese sus meteduras de pata con el asunto IPES en Arribes; y el propio consejero de Gobierno Interior y Administración Territorial, José Constantino Nalda, quien sustituiría a Demetrio Madrid tras su dimisión; también, el diputado por Salamanca Ciriaco de Vicente, el alcalde de Segovia, Miguel Ángel Trapero, y el entonces alcalde de Turégano, Jesús Bravo Laguna, entre otros.
De aquellos primeros vicepresidentes socialistas, como Javier Paniagua, nada se supo. Ya con José María Aznar en el poder castellano y leonés, estuvo de vicepresidente Juan José Lucas, que se marchó de su mano a Madrid, pero luego como presidente regional comenzó de lleno la maldición y, de paso, toda la larga riestra de corruptos. También ocupó la vicepresidencia por aquellos tiempos del férreo PP el burgalés Juan Carlos Aparicio, que luego recibió su propia dádiva, al ser nombrado ministro de Sanidad por el propio Aznar ya en La Moncloa y fue alcalde de Burgos, ahora vive su ostracismo.
Pero a lo que íbamos, esas malditas vicepresidencias que comenzaron con el soriano -de Burgo de Osma. Juanjo -para sus allegados- Lucas, "el presidente Lucas" diría Alfonso Fernández Mañueco, a quien les une buena amistad. Lucas nombró como vicepresidente a Jesús Merino, y aquí comienza todo. El tándem Lucas/Merino gobernó al PP de Castilla y León con mano de hierro, nadie se movía y quien lo hacía, ya sabía su futuro -recordamos el caso del PP de Salamanca con la lucha entre el sector provincial con Casimiro Hernández y el oficialista, con Fernández Mañueco. La maldición llegó de la propia mano de Jesús Merino, condenado por corrupto y apartado de toda vida pública por orden judicial, tras meter la mano donde no debía y llevárselo a espuertas. ¿Y Lucas? Pues haciendo su vida de jubilado... y sin hablar.
Lucas deja la Presidencia en manos del que entonces era un hombre gris, aunque portavoz del Grupo Popular en las Cortes de Castilla y León, el burgalés Juan Vicente Herrera, de quien todos sus vicepresidentes acabaron como han acabado. Con él ocuparon la vicepresidencia el finito Tomás Villanueva, que se fue para el otro mundo con un montón de sapiencias que no cabrían en el Banco de España. Sus útlimos años vivió inmerso en diferentes investigaciones judiciales por la suma de varias tramas. También ocupó la vicepresidencia la soriana María Jesús Ruiz, la mujer del medio ambiente y las cúpulas del Duero... Metida hasta ni se sabe en investigaciones por tramas y más tramas de supuesta corrupción. La 'dura' María Jesús Ruiz vive también un ostracismo total, aunque intentase ir al Senado por una agrupación localista. Pero ni de esas.
Sigue , a la que nada hay que achacar a la corrupción y la buena gobernanza. La creemos lejos de esas tentaciones. Pero acabó como acabó por sus propios errores entre su vida política y su otra vida privada. Pero en política nada debe de extrañar porque la línea divisoria entre una y otra casi siempre chocan. Y ahí está Rosa, alejada del mundanal ruido político. Finalmente, con Herrera también asumió la vicepresidencia el otrora todopodero hombre de Gobierno -al estilo Rasputín- y el de las prebendas mediáticas José Antonio de Santiago-Juárez López, que, de ser todo, ahora vive su ostracismo en un despacho 'perdido' en el Ayuntamiento de Valladolid, asido a la mano de Pilar del Olmo -que fuera también consejera de Economía y Hacienda con Herrera-, ambos fuera de la línea del actual PP de CyL y de, sobre todo, de Mañueco. ¿Y de Herrera que ha sido a todo esto? Pues que se ha ido de rositas y, además, no quiere hablar. ¿Será que quién calla otorga?
Y llegamos a nuestro actual Gobierno de coalición entre PP y CS, que es decir, Mañueco/Igea. En el mismo goza de las mieles terrestres y caducas, el todopoderso consejero de casi todo en la Junta y vicepresidente, Francisco Igea, de Ciudadanos. Maldita parece su vicepresidencia que gozando del poder, lo ha perdido todo en Ciudadanos, donde ha quedado defenestrado totalmente por Inés Arrimadas, y a esperar dos años y medio, si es que entre tanto no acontece algún cataclismo que, en estos tiempos turbulentos, todo puede acontecer.
Una vicepresidencia maldita, la de la Junta de Castilla y León, de la que muchos inteligentes y con vistas de futuro rehuyeron, como fue Jesús Posada -procurador, consejero, presidente de la Junta, ministro, presidente de las Cortes-, que lo ha sido todo, y nunca aceptó ese cargo.
Solo queda que poner el punto y seguido, ay!