La situación nacional, deriva de una crisis social, económica y política que ha degenerado en una quiebra absoluta del sistema con la epidemia del covid19, aprovechada por las hordas de la dictadura del proletariado -ya superado en el siglo XX- que resucitan del pasado, a la que se ha subido la masa indigente mental del PSOE en pos de una quimera de justicia que les devorará. Esos mezquinos dirigentes ya se han quitado la careta de payasos y han dejado ver su auténtica intención de trasmutar el régimen democrático del 78, destruir las instituciones, arruinar a las élites económicas que, cobardes, se han puesto a su servicio para intentar salvar el cuello -ilusos- e implantar el régimen dictatorial que no pudieron alcanzar en el 36.
En esta situación, la derecha, como pollo descabezado, se enfrenta a una división en la que únicamente buscan las posiciones y posturas del líder, de un lado Casado que no encuentra su sitio, de otro Inés que no sabe a qué jugar y de otro Santi que se radicaliza considerando que con ello se erige en líder de la derecha, inconsciente de ello da posición y valor a Sánchez que se fortalece, no comprendiendo ninguno que, si no es la unidad de acción, aún admitiendo la diversidad, no podrán aunar el voto y la nueva ilusión.
Por otro lado, la sociedad civil, que precisa de una nueva ilusión en la que fundar su posición, no se atreve a dar el paso, no es consciente de que la crítica sin acción se convierte en el berrinche del bar y tampoco comprende que el movimiento sin coordinación resulta estéril.
Estamos ante una situación en la que sólo con una acción coordinada de la sociedad civil que se haga fuerte y demuestre que se pueden cambiar las formas de hacer política, que el servicio, el rigor, la forma firme pero serena de actuar es el modo de llegar y dejar la política, dejando un poso que fructifique de honradez, trabajo y seriedad, para lo que finalmente ese movimiento deberá constituirse en un nuevo partido político que no sólo represente esa nueva forma de política, sino que demuestre al conjunto social que es posible hacerlo, para lo que las estructuras de esa sociedad civil habrán de mantener una línea de acción, coordinación y control que le permita esa exigencia o accountability imprescindible para el desarrollo de un sistema democrático efectivo.
Observemos (en un análisis a vuela pluma a buen seguro defectuoso, pero útil para comprender el objeto del mismo) que el 15M nació de una masa delictiva de activistas de izquierda que conectaron con el descontento social y la necesidad de regeneración que todos reclamábamos, provocando de este modo un movimiento social, que conscientes y dirigidos ab initio a ello, que el sistema político precisa circular por las vías de la partidocracia, crearon PODEMOS al que "pastorearon" hábilmente a toda esa masa descontenta de izquierda para, nuevamente, bien manipulada por los dirigentes, han sido guiados a los principios totalitarios de la formación, dando por descontados los descontentos y eliminados "calventes" que son pasados por la guillotina de los cabecillas.
De este modo, la derecha, a diferencia del radicalismo comunista, en el que la élite genera el movimiento social, sea desde el movimiento social donde se aúne el descontento social, pueda hacer nacer una nueva formación que, a diferencia de PODEMOS, nazca de la sociedad y sea esta la que controle el nuevo partido y el auténtico cumplimiento de los principios de regeneración, trasparencia, solvencia intelectual y servicio.
Deberá de ser la sociedad la que controle el partido y no viceversa, de forma que el líder sea un mero servidor temporal de la acción sometido siempre a la responsabilidad de su cumplimiento.
La política nacional requiere de personas, grupos y formaciones que defiendan los valores de la libertad, la honradez, el servicio y la unidad de España, en la diversidad de sus pueblos, como una unidad de destino construida en el pasado durante siglos y fortalecida en un futuro como potencia mundial, y centrando todo ello en el ser humano como núcleo de toda acción, pero la cobardía, el miedo, la vagancia y la envidia nacional no sé si será capaz de permitir que todo ello nazca o dejará que España y los españoles nos marchemos por el sumidero, mientras nos limitamos a quejarnos en la barra de un bar, representativa imagen de una nación sometida.