Ya estamos viviendo una segunda ola del famoso covid19 y, como en la primera, no se conocen los protocolos de actuación, los mejores métodos de recuperar la normalidad con las precauciones oportunas, ni siquiera se han desarrollado modelos jurídicos de actuación para cada momento u ocasión, manteniendo como vía de acción la del confinamiento con previa autorización judicial o el Estado de Alarma; es decir, seguimos sin tomar medidas de actuación ni sanitarias, ni jurídicas, ni sociales.
Ciertamente se podía haber manifestado que era algo excepcional y no cabía la previsión, e incluso podemos comprarlo; pero, lo cierto es que si ello sucede en una empresa, el administrador y otra parte de la plantilla, resultará imputada con mejor o peor resultado final, mientras que, en este caso, todos se van de rositas y riñendo a los ciudadanos por irresponsables… ¡manda güevos!.
No se ha hecho nada y prueba de ello es que las autonomías pidieron remedios jurídicos que no se han realizado y, ahora, por un lado te encuentras con comunidades como la de Navarra con un altísimo grado de infestación, muy superior al de Madrid, pero a esta última se le obligan a tomar medidas que al ser aplicadas los jueces rechazan por injustificadas y excesivamente dañinas para los derechos fundamentales, y como esto no es del gusto del gobierno, se decide aplicar un estado de alarma que ya se sabe vulnera los derechos de los madrileños.
De este modo, el Presidente que accedió al gobierno haciendo gala de talante de diálogo mediante el “no es no” a Rajoy y mintiendo cual bellaco al afirmar que no haría determinados pactos, ni cedería a determinadas presiones, finalmente los realizó y ahora los considera la panacea democrática de una España que se hunde en la miseria y sin remedio por parte de estos dirigentes, ahora cuando la Justicia, a la que pretende maniatar, le quita la razón, sálveme Dios cómo se puede admitir tal osadía, me la paso por el arco del triunfo y utilizo la prerrogativa de limitar los derechos fundamentales, ya veremos por cuánto tiempo y con qué resultados, pues justo antes de aplicar sus “membríscalos” la tasa de infestación en Madrid ya estaba bajando, a ver qué ocurre si ahora sube.
Es evidente que la aplicación de las medidas sanitarias no son tales, son simples medidas políticas con las que obtener rédito, de uno y otro lado, les damos exactamente lo mismo los ciudadanos, nos ha dicho que no hacían falta mascarillas, luego que eran obligatorias y ahora que las de tela no sirven; nos han dicho que debemos volver a la normalidad con medidas de prevención, pero ellos ni las cumplen, ni las aplican, ni las explican, ni las conocen, llegando a salir corriendo de Madrid en un vuelo pese a la aplicación del Estado de alarma.
La sociedad civil debe de comenzar a demostrar que está cansada de que TODOS nos tomen el pelo y jueguen a política cuando lo que toca es sanidad, empleo, economía y no memorias, abortos, eutanasias ni cambios en el poder judicial.
Los ciudadanos estamos cansados, tremendamente cansados de ver cómo nos mienten, cómo nos engañan, cómo nos utilizan y no hacer nada, llegó el momento de que tengamos signos de expresión pacífica, silenciosa, pero abrumadora, para que los políticos se den cuenta de que nos tienen hasta el moño y que no queremos más esta basura intelectual, moral, ética y estética que tenemos por políticos.
Los signos son muy importantes para definir un Estado, una Institución, y aglutinan, de forma rigurosa y muy fuerte, los valores de los que en esos símbolos se representan, sólo es preciso encontrar aquel que sin divisiones, con sentimiento y sin ideología podamos portar todos los cansados de una masa de mononeuronales dirigentes que, sin vergüenza, nos roban la vida y están destrozando el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos… un simple símbolo que nos haga fuertes frente a ellos.
Debiera de ser la bandera, pero por la apropiación de unos y el rechazo de otros, debemos buscar un signo que nos permita, sin distancias ideológicas dejar claro que ¡ya está bien!