Javier Santos Lloro, Madrid, 1971 ha ido realizando una colección de arte, que denomina Arte Ingenuo, con unas tres mil piezas, de ellas ha realizado una selección que se expone en la sala de la Diputación Provincial de Huesca.
Esta colección y esta exposición denominada Arte Ingenuo, porque piensa que es más apropiada que el concepto Art Brut, Art Naïf, Arte de niños, arte marginal, arte de personas con problemas psicológicos, Arte del Silencio, como personalmente me gusta utilizar, etc., es un intento de expresar y de contener multitud de conceptos e ideas, diríamos que surgen, de una mente-ser humano que realiza arte, diríamos gratuitamente, no espera, llevar una carrera artística plástica, no lo hace por y para vender, tampoco por fama, ni siquiera para pasar a la historia de la pintura o del arte, la mayoría de veces, sin preparación académica suficiente, ni saber tampoco demasiado de la historia del arte. Este arte surge del corazón, de la profundidad del ser humano. Diríamos, que esta colección y la exposición que se ha realizado, de haberla visto el gran Picasso, habría, como Proteo tomado multitud de ideas, y después él, lo habría transformado en un nuevo estilo dentro de su carrera plástica.
Este arte, de autores anónimos para nosotros, en el mayor número de casos, pero con nombre-sangre-nervios-historia-alma, nos están expresando algo de ellos, de sus vidas, de su situación, de su preocupación, pero que al narrarnos, total y parcialmente, algo profundo y esencial, nos relata algo de la humanidad, un individuo se convierte en el espejo de lo humano y de la humanidad. En el laberinto de todo y de todos. En un cóctel que recombina ideas y pasiones y deseos e ideas, conscientes e inconscientes. En definitiva, en el laberinto y claridad que somos y estamos...
Por citar a un autor, entre tantos, no siempre a Dubuffet, esta obra, o algunas de ellas, está muy cerca del Arte Cobra del siglo anterior surgido en los Países Bajos, o, personalmente, me recuerda mucho a Basquiat, prematuramente fallecido, o el neoexpresionismo y expresionismo que ha recorrido el siglo veinte, de multitud de formas y maneras.
Este tipo de arte, que el coleccionista ha denominado ingenuo, quizás para salirse de las categorías-concepciones-taxonomías, que antes hemos indicado, que me parece, por cierto un concepto-palabra, para reflejar una tendencia-estilo más acertado que los que han ido recorriendo desde hace un siglo el mundo del arte. Este arte indicaba, expresa tanto de nosotros mismos, tanto, que quizás, no seamos capaces de expresarlo con palabras. Algunas de estas obras, si estuviesen firmadas por Basquiat, valdrían varios millones de dólares, pero como están realizadas por un autor, o que no se conoce su nombre, o sabiéndose, diríamos, está fuera de los circuitos culturales comerciales, que quizás, realizó cien o mil o diez mil obras, y que quizás, la inmensa mayoría ya están perdidas en el deterioro del tiempo y de la memoria, en el olvido de los corazones...
Esta colección al ir combinando y relacionando obras de diversos géneros y artes, es decir, pinturas, dibujos, esculturas, diseños, etc., aporta una nueva significación no solo a cada pieza o a las obras en sí, sino que se interrelacionan como un infinito modo de polisignificación, de polisemántica estética y artística –de vez, en cuando, un modesto articulista, también tiene que utilizar palabros-neologismos, creación de léxicos y lenguajes, para quién recoja estas frases-enunciados, exista, sea capaz de percibir, como una mina o una tortilla con distintos niveles de significación-.
Pienso, quizás equivocadamente, que el arte más profundo que el hombre ha creado, desde Chauvet es el prehistórico, el mal llamado primitivo, y todo ese mar de tendencias, que pueden tener una palabra adecuada, como en este caso de Arte Ingenuo, como es obvio, no reniego de las cientos de figuras de Oriente y de Occidente, que han aportado su color, pero creo que las grandes obras, siempre están atravesadas por significados metafísicos, religiosos, espirituales, es decir, intentan plasmar la esencia del individuo y de la humanidad. Es decir, de nosotros. Esta colección, en lo que conocemos, esta exposición, es una gran obra de arte en sí misma, es una especie de happening, de totalidad, de simbolización de lo que somos y hemos sido. Es una especie de materializar en formas y colores, algo de la profundidad del alma humana, no solo del cuerpo o de la carne o de la psique o de la mente, sino del alma-espíritu humano...
Para ir terminando, estas modestas palabras clavadas en un artículo periodístico, diría que esta colección, si el coleccionista así lo considera, merecería un museo o fundación estable, y, para ello, los poderes públicos y las iniciativas privadas se deberían aunar, con el consentimiento del coleccionista buscarle una sede permanente. A, imitación de otras existentes, semejantes en este tipo de arte, de este estilo-género-tendencia, que existen en Europa y en el mundo. En otros artículos he desarrollado y narrado y mostrado algunas de ellas, en estos pájaros de periódicos digitales de Internet.
Los dos viajeros, salieron de la exposición y, a cincuenta metros, en el cruce o encuentro de los dos cosos, alto y bajo, observaron, que cada tres minutos pasa por ese lugar, al menos una bicicleta o un patinete. Podríamos indicar que es la ciudad de las bicicletas, es decir, quizás sea la ciudad que más bicicletas tenga por habitantes, junto Argamasilla de Alba, quizás de toda la Piel de Toro. A lo largo, se veían dos personas, que parece duermen en un cajero, unas docenas de metros más abajo de este lugar, que en estas ciento veinticinco horas pasadas en estas calles, los hemos visto muchas veces, una imagen como de Sancho y Quijote, una persona en sillas de ruedas, acompañada siempre, de otro ser humano, andando. Dos personas haciéndose compañía en la soledad-sufrimiento de la existencia. Paz y bien y bondad y verdad y belleza...