El título de este artículo, coincide y, como decimos los juristas, trae causa, de una vieja pero entrañable película española de los años 50 del siglo pasado. Recuerdo que uno de sus protagonistas era Rafael Albaicín, famoso, entonces, matador de toros, y también recuerdo que algunas escenas de La Fiesta sigue se rodaron en mi Ciudad Rodrigo natal durante sus afamadas Fiestas de Carnaval que era como entonces se llamaban.
Ahora, que el no menos famoso Carnaval del Toro, en su denominación actual, se ha suspendido por el dichoso corona-virus, se rememora que desde la Guerra Civil nunca se había cancelado. Y es verdad, ya que desde 1732, en que hay constancia de su celebración, superó todos los obstáculos, civiles, militares y eclesiásticos, que no fueron pocos sobre todo estos últimos y contra viento y marea se ha seguido celebrando ininterrumpidamente. Uno lo sabe por propia experiencia o motu propio y puede dar fe de que esto es así.
Pero remontándonos a sus orígenes y como nos recuerda Juan Tomás Muñoz Garzón, en 1897 el alcalde de entonces, Aquilino García, opinó: “por qué debía suprimirse en el presente año, como excepción, el antiguo festejo de corridas de novillos en estos días, teniendo en cuenta las dos guerras que sostiene la nación (Cuba y Filipinas), las muchas desgracias y gastos nacionales que han ocasionado y seguirán ocasionando y la miseria de la clase proletaria por razón de la última cosecha de cereales". Añadiendo más justificaciones de cuantiosos gastos y escasez de recursos.
Sin embargo, el concejal Benito Rubio Caño impugnó los argumentos del alcalde con una sólida defensa del carnaval, "la inveterada y antigua costumbre popular en que es la única diversión de que gratuitamente disfruta en el año el pobre", lo que además produce cuantiosos jornales de todo tipo. Y después de una animada discusión la votación fue de seis a dos a favor de la celebración del carnaval, lo que supuso un enfrentamiento con las suspensiones de festejos en otros pueblos y ciudades de España. Pero es que "nosotros somos así", dijo la prensa de la época.
Incluso en el carnaval de 1898, año de la pérdida de las colonias, el periódico El Adelanto dice con crudeza que "España atraviesa por la más aguda crisis que la generación actual ha conocido; pero todo esto no empece para que la gente se divierta y espere impasible el día de la catástrofe".
A pesar de todo, no hay nada que objetar a la justificada suspensión de los festejos taurinos del Carnaval del Toro de 2021, dejando, eso sí, a salvo las actividades de las peñas y asociaciones culturales y, precisamente por ello, el Bolsin Taurino Mirobrigense va a celebrar su 65 temporada de selección de tientas con los 50 aspirantes inscritos de menos de 21 años. Decir solo que la inscripción de las 50 plazas, se cubrió el uno de diciembre día de la apertura en dos horas y, a las diez de la mañana, estaba completada con 12 de reserva de aspirantes de toda España.
Ante este panorama y para los negativistas de que "esto se acaba", recordar que como la vieja película: La Fiesta sigue. Y sin duda seguirá cuando se acabe la pandemia, como tantas actividades también paralizadas o gravemente mermadas.
Hoy, Día de la Constitución, sin duda, debemos reflexionar sobre lo que esta norma ha supuesto para reconciliarnos, y ordenar nuestra convivencia y hacer un balance claramente positivo de lo que éramos y lo que somos. Por supuesto que habrá luces y sombras como en una plaza de toros, que "tiene la mitad de plata y la otra mitad de oro, en la que se enciende el sol por un lado y por otro se apaga, en un suelo y en un cielo que son desierto del alma". José Bergamín dixit.