Nosotros sufrimos, nosotros decidimos
Tras el nacimiento del Niño Dios, los deseos sinceros de amor, paz y esperanza que ese niño tan denostado o despreciado por algunos que rechazan su presencia, no ya como Dios, sino incluso como un ser que revolucionó la historia, que cambió el rumbo de las naciones con un mensaje de no violencia, de amor al prójimo como desconocido y de transformación del ser humano como un ser con la dignidad, el valor y la igualdad con la imagen de Dios, dejando claro que su revolución no era política, sino del corazón, "dadle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", pero eso, exactamente eso, es lo que les duele a sus detractores.
Empezamos un nuevo momento en el que la esperanza es la única fuerza que nos queda, ante la desolación de la muerte de 70.000 vecinos de esta patria nuestra, una de las tasas más altas de muertos por millón, la ruina en la que nos encontramos, con las cifras de hundimiento económico y de paro más elevadas del mundo sólo superado por Argentina, una crispación social fruto no sólo de la crisis y de la situación, sino animada, generada y alentada por una confrontación calculada desde los sectores comunistas contra el Estado, la Jefatura del Estado, la oposición, la Justicia, los controles democráticos, con una voluntad clara de destrozar el pasado, la transición, la llegada y la construcción de la democracia para implantar su proyecto de socialismo procubano o probolivariano que tantos llantos han llevado a esos pueblos.
Claman los comunistas contra el monarca y la monarquía por haber descubierto que el anterior monarca había defraudado a hacienda y que, por tanto, es un modelo obsoleto, que no es democrático y que no nos representa, por más que fue asumido mayoritariamente por el pueblo español cuando votó la constitución; pero, si aplicamos el mismo silogismo a la clase política, llegaremos a conclusiones nada edificantes, ni aceptables, pues incluidos todos, nuestra deducción sería que no nos representan, que no creemos en ellos, que son unos corruptos y que la democracia es un sistema obsoleto y caduco que debemos superar y cambiar por otro. Como ellos, ese cambio no diremos a cuál sería, ni presentaríamos a los ciudadanos, ¿para qué? Todo aquel que no sea el que nos guste será peligroso, caduco, obsoleto, antidemocrático y nos roba.
Superemos a estos bobos de baba que nos llevan a la ruina y exijamos a TODOS nuestros políticos que abandonen la crispación y las luchas absurdas y, con el liderazgo del gobierno, o sin él, si es incapaz de hacerlo, aunar las fuerzas de la ciudadanía, crear un modelo de trabajo y unos modelos de actuación que nos permitan enfrentar la situación desde un modelo económico colaborativo, con una organización férrea y sólida en la que trabajadores, empresarios, sociedad en general, trabajen en un solo camino.
Si esta operación la lidera el gobierno, la Nación unida, fuerte, con un plan de acción y una hoja de ruta sólida saldrá adelante en poco tiempo y recuperará la senda económica, con transformaciones y reindustrializaciones o re direccionado de nuestras empresas que se observa imprescindible.
Si esa operación se tiene que hacer pese a la acción en contra del gobierno, a buen seguro, ganaremos la orilla, pero lo haremos como náufragos que, exhaustos por el peso, la alcanzan moribundos, de forma que unos disfrutarán de la arena y otros morirán con la cabeza en el agua.
Con el nuevo año que se avecina, no esperemos cambios significativos, no creamos en que de un día para otro saldrá el sol, pues cuando salga veremos el erial en que se ha convertido nuestro vergel y el trabajo de reconstrucción comenzará.
Si nos unimos, trabajamos juntos, reflotamos una economía colaborativa y solidaria, tras la siembra, volverá a verse el verde del pasado; si continuamos en la senda de la crispación, de la bolivarización, del enfrentamiento, de la canallada permanente, soy consciente de que los que hoy me insultan y me llaman fascista, por querer la libertad, o canalla, por criticar al gobierno, o miserable, por afirmar que hemos sufrido la peor gestión de la pandemia, esos mismos, antaño amigos, me pondrán una bala en la cabeza, ya lo hacen en el alma, el salto no es más que cuestión de tiempo.
Somos nosotros, los ciudadanos, los que debemos tomar las decisiones y elegir el camino que queremos.
Con mis mejores deseos de felicidad, alegría y sanidad, así como por tener la sabiduría de elegir el camino que mejor nos venga, Feliz Año Nuevo!