La campaña electoral de Cataluña, con comicios el domingo 14 -por cierto, San Valentín-, deja muchos interrogantes en el pestilente escenario político de estos días. Se habla mucho del 'efecto Illa' como aglutinante de todos los debates mediáticos y de la calle, que vino a romper toda la campaña y, por qué no, los escaños en el palacio del Parlamento catalán. La presencia del ex ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato del PSC a la Generalitat claro que fue una jugada maestra del PSOE y su hermano de sangre PSC, de Pedro Sánchez y Miquel Iceta.
Todas las encuestas confirman la fuerte subida del PSC en la estimación de voto. Incluso la realizada hoy mismo por el CIS -con todas las dudas, pero últimamente no anda muy equivocado en sus previsiones- da al PSC -liderado por Illa- como primer partido con el 23, 7%, seguido por ERC a casi cuatro puntos y a Junts con 9 puntos de diferencia, siendo casi insignificantes los datos del PP, 5,8%, Cs -al que le dan una caída espectacular, porque no se puede estar en misa y repicando- con el 7,9 del 25,4% de las anteriores elecciones, Vox, que supera al PP con un 'sorpasso' que traerá dolores, y por medio quedan los Comunes y la CUP.
Si existe un 'efecto Illa' tendrían que hacérselo mirar todos los demás partidos, principalmente el PP y Cs, como del ámbito llamado constitucionalista. Este hecho deja muy a las claras que los ciudadanos están ya cansados de bronca, mala leche, exabruptos -ese Teodoro García Egea de las cuñas de aceitunas y los cartelitos del Congreso, hasta dónde ha llegado la política-, del todo al no, la mentira y las manipulaciones. Es para hacérselo mirar bien Pablo Casado y su PP. Pero también Cs, porque, como decíamos, no se puede estar en misa y repicando, no se puede estar y no estar... no todo es malo en la actual Cataluña política.
Como también los partidos llamados independentistas, con el mismo o distinto camino para conseguir lo que es imposible, la 'república independiente de Cataluña', porque no es más que una quimera -sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice-. Los catalanes, con estos datos, demuestran cansancio y hastío de tanto 'independentismo', referéndum y enfrentamiento de los partidos que gobiernan en este momento. Los catalanes, con este 'efecto Illa', desean, quieren y anhelan otra forma de gobernar, una estabilidad política, social y económica, y también sanitaria.
Que Salvador Illa ha puesto el tablero político catalán patas arriba, nadie lo duda. Como tampoco se puede dudar, a pesar de las críticas del resto de partidos, incluidos los Comunes, que es un hombre que no hace ruido, de principios, de negociar, con temple, experiencia y que puede llevar la tranquilidad -tan deseada- al escenario catalán. Por eso, si existe ese 'efecto Illa', todos los demás deberían hacérselo mirar, pero sobre todo el PP de Pablo Casado... porque le cuesta tirar en las encuestas y ya van cinco elecciones perdidas. Las urnas dictarán sentencia. Pero mucho nos tememos que suma y sigue... ay!