Hoy, viernes 5 de febrero, me despierto con una buena noticia: “Soy negativo”, según me comunica el equipo epidemiológico que nos han hecho a mi esposa, que también es negativa, y a mí, el PCR (siglas en inglés de ´Reacción en Cadena de la Polimerasa´), naturalmente del famoso coronavirus o Covid-19.

O sea, que como todo está al revés, ahora resulta que lo negativo es bueno y lo positivo es malo, hasta el extremo de que todos deseemos ser negativos en vez de lo contrario y a pesar de que “La negatividad es una de las razones que más debilitan al sistema inmunológico”.



Viendo frases célebres sobre el tema, una de las que más me gusta es la del famoso exjugador de baloncesto Michael Jordan “Convierte siempre una situación negativa en una positiva”. Y en eso estamos, aunque no se si terminaremos todos un poco chalados haciendo lo contrario de lo que hasta ahora parecía lo correcto o sensato, como es otro célebre pensamiento que dice “Una mente negativa nunca podrá darte una vida positiva”. Claro que aquí no se trata de la mente sino de tu organismo frente a una epidemia en la que, como venimos diciendo, ser negativo no sólo te da una vida positiva, sino que también te tranquiliza a ti y a los que te rodean, o sea, lo negativo es socialmente lo bueno.

En fin, en este galimatías en que se ha convertido nuestra existencia como consecuencia de la pandemia, cualquier cosa es contraria a lo que antes era saludable e incluso necesario, como darse la mano, abrazarse y no digamos darse un beso. Todo prohibido y todo estigmatizado. Nada de efusiones, muestras de cariño y apasionamientos. Por ello, los nacimientos han bajado y, desgraciadamente, las muertes han subido. Como decíamos al principio, el mundo al revés.

Por eso, es necesario un cambio de tercio y uno, que es taurino hasta la médula, así lo hace, teniendo entre sus manos un primoroso libro editado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, que dirige nuestro admirado Gonzalo Santoja,

“Fuero de Brañosera”, en el que nos sumergimos con ilusionante curiosidad en un breve texto, pero lleno de injundia e historicidad, como es el citado fuero, que es uno de los documentos históricos de referencia para Castilla y León y para el conjunto de España, como acertadamente señala en su prólogo Alfonso Fernandez Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León.

En dicho fuero del año 824, el Conde Munio Núñez y su esposa Argilo, otorgan a Brañosera la carta-puebla o el fuero, que documenta en esta localidad de las montañas palentinas, en la actualidad con menos de 300 habitantes, el comienzo de la historia de las libertades de Castilla y, por lo tanto, de España.

Sin duda, leyendo este maravilloso y documentado trabajo, uno entiende un poco mejor el origen de nuestra tierra con la declaración que hace el citado Conde y su mujer, entonces parece que había la igualdad que luego se perdió entre sexos, con una finalidad muy clara, “buscando el paraíso y para recibirlo como recompensa, entre osos y animales de caza hacemos una población y traemos para poblarla a Valerio y Félix, a Zonio, Cristóbal y Cervello y a todas sus familias, y os damos para poblar el lugar que se llama Brañosera con sus montes, sus cursos de agua y fuentes, frutos de los valles y todos los árboles frutales”; esto es, una especie de Arcadia feliz como muestra en la búsqueda de una dicha para sus semejantes.

Ahora, aunque sea con la necesaria negatividad frente al virus, también la deseamos a todos, mas pronto que tarde, en esta tierra de promisión que nos ha tocado vivir. Que la feliz Brañosera nos alcance a todos.