El precipicio de Podemos
Cada día se hace más incomprensible el rumbo adoptado por Podemos, sobre todo por sus dos máximos exponentes, Pablo Iglesias y Pablo Echenique, ese dúo que, lo mismo que llevaron a la formación naranja al tercer puesto en el pódium político con su tan manida llegada para regenerar este país y traer, junto al ido Albert Rivera -en el otro espectro político- un soplo de aire fresco con mucho oxígeno para unos partidos tradicionales anquilosados y, también, sumidos en diversos procesos de corrupción. Pero no fue más que un espejismo en el desierto de la política española.
Cs, casi en el abrazo del oso del PP -aunque aún muchos de sus cargos se resistan-, sigue con su más o menos ruta marcada por Rivera y sus alianzas con los populares, compartiendo, en la mayoría de los casos discurso y acciones, por mucho que Inés Arrimadas intente marcar su territorio, que no deja de estar hipotecado tanto en Madrid, Castilla y León, Murcia y Andalucía. Un hecho irrefutable que está ahí, a ojos de los ciudadanos que, elección tras elección, no olvidan ni perdonan.
Lo de Podemos es mucho más preocupante por la deriva que ha tomado desde hace medio año para acá. Si comenzó intentando desestabilizar a la Monarquía -y quien escribe no es monárquico-, luego fue con el actual sistema democrático poniéndolo poco menos que a la altura de países donde las libertades aún brillan por su ausencia. Ni quiero imaginar que yo vivo en Venezuela, Ucrania o Polonia. El salto al vacío lo han dado con estas marabuntas violentas y anti sistema, que no tienen oficio ni beneficio, más que la cobardía de la masa, el anonimato y la manipulación de unos actos que, se mire como se mire, Echenique, no tienen por donde cogerse más que con la violencia que ejercen las turbas ciegas y manipuladas.
Quien escribe, de profesión periodista, no podrá decir que no existe libertad de expresión -la que ejerzo en este momento- siendo libre de difundir mis pensamientos, creencias e ideas y con total sentido de la responsabilidad. Esa falacia que llama a la libertad de expresión no es más que una grosera manipulación para defender las algaradas violentas y atacar a este sistema desde dentro. Es decir, desde el mismo poder. No quiero imaginar si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hubiera dado algún ministerio de responsabilidad en la estructura del Estado -Interior, Justicia, Asuntos Exteriores y Defensa- a la formación morada. Pero muy sensatamente, conscientemente y con toda responsabilidad no lo hizo.
Podemos camina hacia una deriva cuyo final no atisbamos a dilucidar a día de hoy. Pero todo indica que puede llevar el camino de la añorada y necesaria -hoy más que nunca- Izquierda Unida, es decir, su propia desaparición, o convertirse en un partido residual. Los ciudadanos, en su inmensa mayoría, están en contra de todos estos postulados de Podemos. No quieren violencia. No creen que sea el momento idóneo para hablar de monarquías y repúblicas con la que está cayendo, y digo más, el camino de acoso y derribo marcado por Podemos con los independentistas de Esquerra expulsa de la senda republicana a muchos republicanos de conciencia. Flaco favor le hacen a la añorada República.
Y ahora, con las algarabías violentas de los radicales de pasamontañas, son muchos, pero muchos, los que sospechan que si la formación morada supuestamente no está detrás, poco le falta. Sus dirigentes se resisten a condenar la execrable actitud violenta y barrio bajera de las hordas que al amparo de la noche y el anonimato arrasan como un estrago hambriento de odio y rencor todo lo que encuentran a su paso. Les da igual el comercio de una pobre familia que suda todos los meses para sacar adelante su negocio, que el coche de un sufrido trabajador, o la moto de un joven que a la mañana siguiente tiene que desplazarse a varios kilómetros de su domicilio. Les da igual porque actúan con odio y saña.
Pablo Hasél, hoy vamos de pablos, no es ningún hermanito de la caridad privado de su palabra y su libertad. No. No nos equivoquemos, que este periodista sepa, en prisión nunca ha entrado, mientras llevamos de democracia, quien haya expresado sus ideas libremente, sin insultos, calumnias, mentiras o, como en el caso de ese mentiroso adalid de la libertad, Hasél, incitando al odio, a la muerte y a la venganza. Sea con un piolet, una pistola o rompiendo una cabeza. Además de ser hijo de ricos catalanes, también está condenado por violencia que nada tiene que ver con la libertad de expresión. Que no se equivoque Podemos, que el pueblo, la inmensa mayoría del pueblo, sabe distinguir el grano de la paja, y, por desgracia, a día de hoy, Podemos es más paja que grano, ay, mi España!