Hacía tiempo que el mar estaba en calma y no se vislumbraban marejadas y mucho menos temporales con peligro, sin embargo, de la noche a la mañana, se ha desatado una auténtica y peligrosa tormenta con rayos y truenos por doquier.
Ha empezado en la tranquila y apacible Murcia y se ha extendido a Madrid e incluso a Castilla y León, donde la tormenta ha llegado igualmente.
Todo por unas sorprendentes mociones de censura presentadas a toda prisa simultánea y aparentemente con el objetivo primordial de echar al partido gobernante, se supone que, por serios y fundados motivos, para ser sustituido por el censurante y sus aliados.
A todo ello, se une que en Madrid la presidenta o expresidenta, ha convocado elecciones y ha presentado su dimisión. Con lo que el panorama en Madrid es el de un auténtico tifón o maremoto, ya que no se sabe con certeza si habrá elecciones o mociones de censura, lo que, sin duda, llevará la controversia a sede judicial y serán, una vez más, los tribunales quienes tengan la última palabra. Malo es que sean siempre los jueces los que decidan cuestiones que en principio son ajenas a su cometido, que no es o no debe ser, meterse en política, que les está vedada por su profesión. Esto es, si los jueces tienen prohibido constituir o afiliarse a partidos políticos ¿Cómo es posible que al final tengan que dirimir cuestiones meramente políticas y en teoría prohibidas para ellos? Es como los curas, que tienen prohibido casarse y luego tienen que opinar o incluso resolver crisis matrimoniales o también anular matrimonios eclesiásticos. Vivir para ver.
En fin, ante esta tempestad o terremoto y aunque las aguas y los vientos amainen, lo cierto es que la política que ha organizado estos sobresaltos no va a quedar en muy buen lugar y los ciudadanos, entre los que me encuentro, veremos atónitos el desenlace de todas estas turbulencias. Un espectáculo que, aunque sea todo lo legal que se quiera, ya que siempre todo se hace basándose en leyes y reglamentos, nos confunde y nos sorprende. Y todo porque los resultados electorales no dejaron las cosas en su sitio posibilitando alianzas frágiles, vulnerables y poco de fiar, como ahora se está viendo. En definitiva, como dijo Groucho Marx, “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los medios equivocados”. ¿Es esto lo que está ocurriendo?
Nos esperan, pues, días de incertidumbre en los que la “guerra” desatada hará de todo, menos resolver los problemas que nos acucian y que son muchos. Por ejemplo, en Madrid no tenemos presupuestos en la Comunidad y la pandemia sigue poniendo en evidencia carencias sanitarias muy relevantes, con lo que la convocatoria de elecciones no parece oportuna, sino más bien todo lo contrario.
De todas formas, esperemos que todo se haga lo mejor posible y no empeoren al menos la actual situación, lo que no es poco, teniendo en cuenta el aluvión de problemas que tenemos.
Quizá por ello habrá que tener en cuenta lo que dijo Bernard Baruch, de que “Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione”, lo que, en todo caso, es difícil de aplicar ante el aluvión de promesas y eslóganes con los que nos van a bombardear.