Nuestra historia existe dentro de nosotros...
Si hablamos tanto de humanidades debe ser porque nos falta humanismo, cuyo aprendizaje se da en la asignatura de humanidades. En España el humanismo parece sumergido en la vulgaridad, y camino de sumergirse en la barbarie. "Ser lúcido y español siempre provoca tristeza", son palabras de hace años de Arturo Pérez-Reverte, pero yo añadiría que a la larga ayuda a evitar malos entendidos.
España ha contribuido grandemente a forjar la historia de la humanidad, y peso mucho con apellidos aragoneses, catalanes, castellanos, gallegos, extremeños, navarros, vascos o andaluces. No se pueden citar los pecados sin citar las virtudes. El continuismo decimonónico que hizo el franquismo del reinado de los Reyes Católicos y el Imperio en pro de su legitimización, el arrasamiento cultural de los ministros socialistas, el error a reconocer que hemos sido avocados a un país de analfabetos y sin memoria por parte de gente y leyes de educación partidistas, falso progresistas y snob, que han asumido la leyenda negra de la colonización, de la Inquisición, de falsas guerras de secesión por sucesión y de otros períodos de nuestra historia sin cuestionarse quién levantó tales ofensas a nuestra memoria, es una barbaridad.
Nuestra historia es fecunda y ejemplar como país. Pocos estudian e investigan los tan desconocidos siglos XVI, XVIII y XIX, en los que los grandes avances de la humanidad en matemáticas, química, física, tecnología, arquitectura, aerostática, electricidad, música, literatura, derechos humanos, teología, ... salían de nuestro país. España tenía una gran capacidad de maniobra económica y militar por mucho que algunos digan lo contrario. Lo más importante el factor humano que ha sido siempre un ejemplo de saber hacer y solucionar cualquier empresa que se proponga. La primeras academias civiles y militares nacen en España. El primer laboratorio de química se crea en el Alcázar de Segovia donde científicos, entre otros, como Lavoisier dieron a conocer sus leyes. Grandes avances en la electricidad y las comunicaciones se perfilaron en España, el palacio real ya se iluminó con baterías eléctricas y las plantas eléctricas solares ya se inventaron aquí antes que los conocidos inventos de Edison y Tesla. La ingeniería civil y militar española es apabullante y sus ejemplos están en todos los continentes.
Si los protagonistas de nuestra historia que han construido la historia de la humanidad, han hecho posible la historia del mundo como lo conocemos, como Viriato, Indibil, Mandonio, Adriano, Trajano, Séneca, San Isidoro, Recaredo, Leovigildo, Recesvinto, Colón, Cortés, Pizarro, Roger de Lauria, Roger de Flor, Blas de Lezo, el Gran Duque de Alba, el Gran Capitán, Almanzor, el Cid, Jaime I, Alfonso VI, Pedro I, Alfonso X, los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II, Santa Teresa, San Ignacio de Loyola, San Vicente Ferrer, Palafox, Balmis, etc, creemos que no existen dentro de nosotros estamos equivocados. Somos ellos, están dentro de nosotros.
El legado de España en el mundo es admirable e inimaginable por sus consecuencias, y esto no lo puede negar nadie, si ocultar. La cristiandad no existiría si no se hubiera descubierto América y la vuelta al mundo, el concilio de Trento y parado a los turcos en la fortaleza de Castelnuovo en 1539, en Lepanto 1571 y en el sitio de Viena 1683, la derrota de los ingleses en Cartagena de Indias 1741 por Blas de Lezo, la independencia de los Estados Unidos protagonizada por Galvez, la erradicación de la viruela en la corona de España por Balmis 1803, etc. Los ejemplos son innumerables y de sentirse orgullosos.
El valor impávido y mirada lejana han forjado el espíritu de la nación donde vivimos, el espíritu de España y por ende del mundo occidental. Cualquiera de ellos si hubiera sido anglosajón sería un héroe mundial y los artistas de opereta se pegarían por ser protagonistas de su historia y su recuerdo. La historia de España de esos siglos no es más que la historia del mundo moderno.
Se afirma alegremente en estos días que la historia es plural. Pues no es así, tan sólo las interpretaciones de las interpretaciones con fines legitimistas son plurales. Los hechos ocurren, los testigos de un mismo hecho sólo presentan testimonios dispares. La historia la hacen los historiadores como las matemáticas los matemáticos. La historia reescrita por los plumillas de siempre al servicio de intereses plurales es la historia que corre por ahí y solemos ver en el telecirco al que nos han acostumbrado y también es la que se impone a la juventud de este país desde muchas autonomías. La historia hecha con rigor narra hechos asépticos que ocurrieron con lugar, hora y fecha, y en un contexto global.
Por ello debemos conocer la historia del Reino de España que es lo que es, mal que pese a unos pocos desinformados, y estar orgullosos de toda ella y de lo que han sido capaces nuestros antepasados no tan lejanos de los que muchos llevamos sus apellidos. Los hechos ocurrieron dentro de una dinámica global, en un momento dado y no podemos interpretarlos desde un punto de vista actual sino dentro de su contexto y menos apropiárnoslos para legitimar ideas políticas actuales. Los españoles necesitan conocer quiénes son y de donde vienen además de saber de lo que son capaces de hacer en común, eso sí siempre plural.
El hombre empezó a ser hombre cuando empezó a hablar y a transmitir sus vivencias; entonces se distanció cualitativamente del mono o del orangután y por supuesto de los caballos, de bambi y de las ratas. En nuestros días cuando más se distancia el hombre del mon@ o la rata, cuando mejor habla y se comunica y mejor expresa sus deseos y pensamientos parece que queremos volver atrás, en otras palabras, distanciarnos, olvidar nuestro real pasado común, nuestro presente, sentimientos que el mono o la rata no tienen, sino serían capaces de expresarlos con palabras y conocimiento. Algunos parece que prefieren tener por súbditos o ser súbditos de simpáticos mon@s o ratas. Los romanos decían "ut sementen feceris, ita metes", es decir, "como hayas hecho la siembra, así recogerás". Estamos a tiempo de plantearnos si somos mon@s o a quién seguimos y a quién damos nuestro voto para que nos defienda.