He de comenzar por decir a mis lectores que tenía ya escrita mi colaboración semanal en la que, bajo el título de “El Debate”, pretendía exponer las conclusiones que extraje del debate a seis que se celebró en Telemadrid hace 48 horas, pero el número circense montado por Pablo Iglesias en el debate a cinco de esta mañana en la Cadena SER me obliga a reescribir la columna.
Comenzaré por exponer mi criterio favorable a los debates, pero de los debates a dos, como en los combates de boxeo, “entre el poseedor del título y el aspirante”, de tal forma que se puedan exponer las ideas propias y rebatir las contrarias y no transformar el debate en un tótum revolutum en el que los moderadores de los mismos se las ven y se las desean para intentar mantener su imparcialidad entre los combatientes.
Y en honor a la verdad, en el debate a seis, lo consiguieron, pero con todo y con eso, era difícil de seguir el hilo de las exposiciones, réplicas y dúplicas de los intervinientes.
Al terminar el debate, todos afirman haber ganado, aunque ello no se traduzca en votos. Por mi parte, yo diría que el debate a seis no lo ganó nadie, pero sí hubo un gran perdedor: Ángel Gabilondo.
Isabel Díaz Ayuso era consciente de que eran cinco contra uno; yo recuerdo lo que decíamos los chavales de mi época: “dos contra uno, m..... para cada uno”. Pues eso, siendo todos conscientes del previsible abrumador triunfo de la candidata popular como vaticinan todas las encuestas, salvo la del CIS de Tezanos, tenían claro quién era el enemigo a batir. Aunque para ello hubiera que recurrir a las mentiras. Ella eligió un perfil bajo, para, con aplomo y seguridad en sus planteamientos y respuestas, demostrando que sus propuestas siempre eran rechazadas por el Gobierno para terminar por aplicarse.
Especialmente mentiroso sé mostró, cómo no, Pablo Iglesias: llegó, imitando a Revilla, en un taxi que cogió al apearse de un coche con chofer minutos antes, para evitar parecer de la casta. Eso sí, iba acompañado de una estilista para que le cuidara su desaliñado moño.
Quiso responsabilizar a Ayuso de las muertes de la primera ola, cuando la gestión correspondía al Gobierno de España, presumió de haber ordenado la intervención de la UME en las residencias de mayores, lo que fue desmentido a las 24 horas por él minesterio de Defensa, anunció la recuperación del impuesto sobre el patrimonio, “porque existe en toda Europa” cuando no está vigente en ningún país europeo, y afirmó que el número de desahucios se había disparado en Madrid, algo también desmentido al día siguiente. También denunció el alto grado del desempleo en Madrid, ocultando que está por debajo de la media española.
Tengo que confesar que la intervención de Gabilondo me dio pena: siendo en mi opinión el de mayor nivel intelectual, dejó claro que no le van los debates, que él quería ser Defensor del Pueblo y no candidato, que le han hecho las listas y el programa, y que, literalmente le dirigen por teléfono y eso explica el cambio de “con este Pablo a ninguna parte...” a “Pablo, tenemos 12 días para ganar las elecciones”. Un rato antes, habían discutido sobre la subida de impuestos...
Edmundo Val, que es lo mejor que queda en Cs, ha aceptado ser la víctima electoral, e intentó una equidistancia que no le servirá ni para salvar su escaño. Una pena. ¿Y si también lo había hecho Cs en el gobierno de Madrid... por qué no repite ninguno de los consejeros en la lista electoral?
María Pistolas, de Más Madrid, médico de la sanidad pública madrileña, pero manifestante ante el Isabel Zendal y probable conocedora de los sabotajes que sufrió este hospital, y miembro de la Asamblea Madrileña, con percepciones económicas cuestionables, se sacó de la manga unas gráficas de paternidad desconocida para intentar desprestigiar a Díaz Ayuso. Terminó su intervención dirigiéndose a sus niños, que posiblemente eran los autores de las gráficas que exhibió.
Finalmente, Monasterio, que debería evitar esa altivez con la que habla, se enzarzó con el cartel electoral de la discordia, y que ha sido duramente criticado pero que un juez ha decidido no retirar. Dejó claro que apoyará a Díaz Ayuso, pero el apoyo no será gratis. También fue duramente criticada por presentar un programa que cabe en un folio.
En definitiva, todos contentos, aunque unos más que otros y no creo que hayan hecho cambiar el voto a mucha gente.
Y para terminar, una referencia al debate a cinco en la SER de esta mañana: Pablo Iglesias exigió que todos condenaran las cartas con amenazas y balas, (algunos dicen que son balas de Cetme de hace 40 años), lo que hicieron sin reserva. Roció Monasterio, que condenó las cartas, recriminó a Iglesias que ellos no hubieran condenado las pedradas recibidas en Vallecas y afirmó que la credibilidad de Iglesias y del Gobierno son nulas, algo que comparto. Y a partir de ahí, exigió que se retractara o abandonaba el debate, a lo que le animó Monasterio y trató de evitar Ángels Barceló que no fue especialmente imparcial en el debate.
Al final, Iglesias se marchó, y en solidaridad con él lo hicieron los candidatos del PSOE y de Más Madrid. Por supuesto, Iglesias afirmó que no volvería a debatir con Vox. Veremos en qué queda todo.
¿Entienden ahora lo del circo? Pues eso. Esperemos, que al final se descubra el origen de las cartas y cómo Correos fue incapaz de detectar los proyectiles. Y si de paso nos aclaran lo del incendio en la sede de Podemos en Cartagena, mejor que mejor. Hasta la semana que viene.