Tras el tsunami madrileño, el panorama político ha quedado devastado, con una Isabel Ayuso victoriosa que ahora debe de continuar con su gestión, un PSOE arruinado muy por debajo de cualquier resultado anterior, un Comunismo dividido que no sirve de alternativa, por más que empatase con el socialismo, y un Vox que, por más que se quiera decir lo contrario, ha bajado en votos.
Se han confrontado dos formas de oponerse a la pandemia: 1º buscar fórmulas sanitarias que permitan el mantenimiento de la actividad social; es decir, salvar vidas con la sanidad y salvar vidas con el trabajo intentando equilibrar salud y economía; y, una 2º en la que se pretende salvar la salud con la limitación de libertades y la destrucción del mercado de trabajo.
Dentro de cada una de esas fórmulas se han presentado dos formas de hacer política: Una, sin permitir lecciones de nadie, con trasparencia, explicando las medidas y estando a pie de calle junto al ciudadano, con humildad, con educación, pero sin dar un paso atrás; y otra, con las viejas fórmulas de altanería, prepotencia, transmitiendo al ciudadano que ellos saben lo que hacen y lo hacen por nuestro bien, circunscribiendo la solución a la salud y olvidado el trabajo... tratándonos como tanto les gusta, como "perritos sin alma".
Ayuso aunó, no sin esfuerzo ni problemas, una imagen de cercanía, de humildad, de ilusión, de reunirse de los mejores, apostando por la salud y por el trabajo, por una salud que construyó el Hospital Ifema en un tiempo record, el Zendal como hospital de pandemias (denostado por una izquierda desnortada que se apropia de la sanidad pública), desarrolló políticas de adquisición de mascarillas y reparto a la población (criticada por la izquierda), de utilización masiva de test de antígenos (denostada por la izquierda que ahora la implementa), de exigencia de medidas sanitarias de confinamiento en los lugares en los que las aguas residuales (prácticamente único lugar en que se hace) marcaban incremento de virus, realizando test masivos, acercándose a las residencias, hospitales y lugares de crisis y dejando trabajar a los no infectados facilitando la libertad, a esta forma ella implementó una actuación transparente y cercana.
Monasterio intentó presentarse como cercana, como doliente, como luchadora y con las ideas muy claras y sin arrugarse ante quienes se consideran únicos detentadores de la verdad y la moral, pero es demasiado prepotente y altanera, resulta demasiado agresiva o maleducada y eso gusta a un mercado de derechas, pero no atrae al ciudadano de derecha moderada, democrática y que busca honradez, trabajo, prudencia y sosiego y, por eso, Ayuso encaja mejor.
Gabilondo no ha estado, ni se le esperaba, ni le han dejado, le han manipulado desde Moncloa y le han visto los hilos de muñeco. Es un hombre con un pasado que no gusta, con una imagen de profesor lejano, altivo y selecto que no encaja con un electorado moderno y con un discurso tortuoso y poco claro que se despega de su parroquia a la que no da confianza y siente que no habla con la claridad, limpieza, seriedad y cercanía que precisa el votante que no está abducido por el sectarismo militante, pero se siente de izquierda.
Mónica se presentó como cercana, como profesional de la medicina que venía a salvar vidas, quizás tanto insistió que se convirtió en altanera y lejana, pero se presentó como una persona de diálogo, de criterio y de las que eran capaces de hacer frente a la derecha, de ahí su resultado.
Pablo hizo gala de su forma habitual de generador de crispación, de revisor del pasado, del sostén de una ideología caduca y periclitada de la que hasta el PCE se apartó al alcanzar la democracia, jugó con la mentira, con la manipulación y la incongruencia de vivir como un marajá y afirmarse marginal y marginado, altivo, maleducado, manipulador y grosero o mal encarado, que le ha concedido el resultado que ha tenido.
De todo ello, lo que podrá ser beneficioso para la política nacional es que la derecha se presenta como una derecha democrática, cercana, solvente, con criterio y con un modelo de gestión política y sanitaria que permite la vida y la salud. Que, los personajes que han catalizado un modelo político de mentira, manipulación, farsa, crispación constante y generadores de violencia, abandonan la política y que Mónica, al menos, se muestra como una izquierda suave, frente a un PSOE que aún no ha cogido su sitio, pues en Madrid le come la izquierda suave por estar en el Estado con el radicalismo y el radicalismo se lo come por ser quienes le conceden el poder.... Difícil situación la del PSOE.
Cuidado que el PP tampoco lo tiene fácil, pues deben de seguir la senda de actuación de Ayuso, que es la quiere el ciudadano, y dejarse de pastiches, acuerdos falaces e indeseados e indeseables para los ciudadanos, se dejen de guerras de guerrillas entre ellos y gestionen con elegancia, señorío y, sobre todo, transparencia, la victoria de Isabel que aún no es la de la derecha.
Vox tendrá que aprender que el ciudadano desea más la derecha suave (vid Más Madrid como izquierda suave) que una radicalizada en sus modos o formas, es una cuestión de modelos o maneras, lo que alguno, desde dentro, diría es una cuestión estratégica. Pues hala majete, aplícate el cuento y estratégicamente bájate del caballo blanco.