15-M: ¿Vivo o muerto?
Hacemos 10 años del momento en que nació lo que se dio en llamar "movimiento 15-M" y, con la mirada en el pasado, unos hablan de la generación perdida, otros de la generación olvidada o de la generación engañada, y todos lo hacen con una visión romántica de un sentimiento pretérito, con lo que se demuestra que, el movimiento, o no sirvió para nada o fue manipulado en beneficio de unos pocos que le han sacado mucho rédito económico, posición personal, traición del sentimiento y poco más.
El 15-M fue en movimiento transversal que, ab initio, no tenía ideología, ni siquiera fue una corriente de izquierda, sino la manifestación de una sociedad hastiada, agotada y cansada de una clase política falta de valores, egocéntrica, instalada en su mundo, que se nutre de la miseria de los ciudadanos, a los que desprecia. Fue un "basta ya" de una sociedad que deseaba, desea, democracia, transparencia, honradez, cercanía del líder, regeneración ética y política, de una política caduca, a la que debía transformar en una política de confrontación ideológica pero paz social y lejana de la crispación, en un clamor que recorría la izquierda y la derecha sin identificación alguna.
Pronto comenzó a introducirse en él una gestión radical de izquierda y a gestarse lo que, más tarde, sería el germen de la nueva política de izquierdas, recuperadora del marxismo como fundamento, implementación de los postulados radicales y la crispación social como instrumento de lucha. En definitiva, en lugar de regenerar, progresar en una sociedad nueva, el cáncer y la carcunda se instaló en los genes del movimiento social, para producir un hijo bastardo cruel inconsistente y retrógrado que nos devolvía a tiempos, posiciones y postulados superados en otros tiempos. Así como la transición les imponía un espejo en el que su imagen era la que quedaba mal, se inició una acción directa para la superación de la transición, una reescritura de la historia y la verdad para manipular la situación y buscar la ruptura de la Nación.
Ab initio, nos sentábamos juntos, en el movimiento, para evaluar la situación y que cada uno, desde su posición, respetables todas, presentase las expectativas, angustias, necesidades y postulados o visiones del presente y el futuro social. Enriquecedor, diferente; pero, pronto, el odio, la manipulación y la más miserable de la mentiras, generó disputas, violencia, insultos y amenazas que, para blanquear, denominaba "escraches". Y, así, alguno sufrimos insultos, amenazas de todo tipo, agresiones físicas, escupitajos, etc.... y todo, por querer regeneración, transparencia y formas nuevas de hacer política desde un postulado que, desde el respeto, se presentaba como liberal-conservador.
De este modo, lo que nació como un ansia vital de la sociedad, se convirtió en un instrumento de regresión al pasado, de fanatismo y crispación de una sociedad que sólo quería, y quiere en el presente, vivir en paz.
España, hace 10 años, como ahora, no quiere crispación, no quiere violencia, no quiere revanchas ni miradas al pasado, sino que cada uno defienda sus valores desde el respeto y con el trabajo democrático, claro, honrado, con una presentación veraz, sin manipulaciones, sin mentiras y, sin ensañamientos innecesarios, ganar o perder unas elecciones, para demostrar que la palabra tiene un valor, el trabajo y el esfuerzo son recompensados y que los líderes se aplican en primer término las medidas que luego nos obligarán a soportar.
Queremos, queríamos y queremos, y por ello luchamos, una política nueva en la que el político sea una persona que se dedica al servicio público de forma temporal, con dedicación plena y preparación adecuada para, una vez cumplida su misión, volver a su puesto y recibir el agradecimiento de una sociedad a la que no se engañó, sino que se sirvió sin servirse de ella jamás.
El 15-M no ha muerto, es un sentimiento, una necesidad, una lucha constante de la sociedad a la que, las viejas políticas y los nuevos políticos, han vuelto a traicionar, pues los viejos siguen empeñados en continuar haciendo lo único que saben hacer, los nuevos se han mimetizado con ellos y pretenden diferenciarse no por los valores, por las formas y/o por los modos que usan como pantalla para, al final, sólo con la crispación que generan, hacerse ver; pero, al final, hacen lo mismo que los anteriores. Mucho envolverse en la bandera o irrogarse la defensa de los más necesitados, para, al final, ciscarse en la bandera, burlarse de los necesitados y llenarse la faltriquera y tomar la sopa boba como los otros.
Cuando los "perritos sin alma" veamos, o nos dejen ver, a ese político nuevo, auténtico, coherente, serio, cumplidor y, sobre todo, servidor, nos aferraremos a él y entonces el 15-M habrá cumplido su misión de cambio, regeneración y unidad entre ciudadanos y políticos, que nada tiene que ver con aquello en lo que se convirtió y, menos aún, con el perroflautismo que construyó estructuras políticas corruptas, caducas y radicales.