Era una tarde de ilusión y alegría, como siempre que se va a los toros y la verdad que la corrida de ayer en Las Ventas del Espíritu Santo no solo no defraudó, sino que colmó las ilusiones de los aficionados que, teóricamente, " llenamos" el coso.
Se anunció como “Corrida de la Cultura” en un mano a mano entre Antonio Ferreras y Emilio de Justo con toros madrileños de Victoriano del Río. Y aunque hubo de todo, como suele acontecer, el triunfador de la tarde fue sin duda Emilio de Justo y no solo, que también, por las tres orejas cortadas sino, sobre todo a mi juicio, por la lección de torería que dio toda la tarde: De Justo torea lo justo, sin un pase de más ni de menos. Vamos que no solo no aburre ni cansa, sino que entusiasma también lo justo, sin pasarse ni un milímetro. A mí juicio, solo recuerdo a dos toreros, hubo muchos más, que hicieran lo mismo o parecido, Antoñete y Esplá.
Ayer De Justo, dejó un estupendo sabor de boca sin empalagar y con ganas de volver a verlo, pues, además es un torero clásico y sin tremendismo ni alardes de ningún tipo. Sabiendo ver a los toros, a los tres, y dándole la lidia eficaz y brillante que se merecían. Incluso en el sexto, un toro colorado y complicado, supo aprovecharlo máximo y torearlo por las dos manos con brillantez. Una delicia. Claro así la plaza estuvo generosa y le dio dos orejas en el cuarto y una vuelta al ruedo al toro excesiva.
Y por allí anduvo Ferreras, desdibujado y sin sitio. Más pendiente de los alardes que de torear y con contradiciones como exigir que se pintara la raya para después saltarsela a la torera al poner el toro al caballo situando a este totalmente fuera. Y luego para nada, como ir andando con la cuadrilla a la plaza desde el hotel por la calle de Alcalá; otro alarde más.
Pero siempre quedó el regusto del buen toreo de De Justo. Qué supo hacer aquello que decía Corrochano “sigue al toro y te encontrarás con el torero". Y ¡vaya torero que nos encontramos!