Pese a que no era prioritario o al menos no lo parecía, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decidió el pasado sábado que su Gobierno necesitaba un cambio. Porque como dijo el escritor estadounidense William Arthur Ward “el pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”. Y vaya si se ajustaron. Hasta siete ministros salientes y un cambio de cartera pretende que sirvan para enderezar el barco con rumbo a la recuperación económica.
Y lo hace también con la llegada a Moncloa como jefe de Gabinete de un viejo conocido en Castilla y León: Óscar López. El segoviano, ex secretario del PSCyL entre 2008 y 2012 y candidato a la presidencia de la Junta, llegó a ese puesto después de ocupar diferentes cargos en el PSOE. Alguno de ellos de máxima responsabilidad interna, como cuando fue secretario de Organización nacional siendo el líder de la guardia pretoriana’ del fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba.
Alineado posteriormente con Patxi López en las elecciones primarias en las que Pedro Sánchez se impuso contra pronóstico a Susana Díaz y al líder vasco, López pareció caer en el olvido. Pero solo lo pareció. Porque un hombre de partido como él siempre está en las quinielas. Por eso cuando Sánchez consiguió formar gobierno junto a Unidas Podemos, contó con él para nombrarlo presidente y consejero delegado de Paradores Nacionales.
Un puesto relativamente cómodo y tranquilo pero que era muy poco para una valía como la suya, tal y como afirman fuentes del partido. Por eso, aunque en la calle pueda parecer una sorpresa su nombramiento como nuevo jefe de Gabinete, dentro del PSCyL nadie abrió mucho sus ojos al conocer la noticia. Ni siquiera al ser el recambio de un peso pesado como Iván Redondo. Últimamente más pesado de lo requerido.
Porque la llegada de López va a suponer un ‘puro cambio’ como el que quiso llevar a cabo en Castilla y León pero que no fructificó por muchas razones, tanto internas como externas. No tanto quizá en las formas, pero sí en el modo. Sobre todo en el momento de dar a conocer las medidas que a partir de ahora acuerde el Gobierno y, más aún, las decisiones de Sánchez. Porque si Redondo decía que un asesor “tiene que estar dispuesto a tirarse por un barranco por su presidente”, con López antes se conocerá la historia del descubridor del barranco, su longitud, el grosor de las piedras que esperan en el fondo y los mil y un encantos con los que cuenta el paisaje que lo rodea.
Enamorado y conocedor del marketing y la comunicación, el segoviano quizá tenga una visión menos técnica, pero seguro que sí mucho más mascullada y reflexionada con mil fórmulas para que llegue y cale en la ciudadanía.
Y para Castilla y León estos cambios en el Gobierno también han provocado el ascenso del senador por Burgos, Ander Gil, a la Presidencia del Senado en sustitución de Pilar Llop. Gran conocedor del municipalismo, Gil es un político de brega pero que nunca pierde la sonrisa. De los que, sin prisa, pero sin pausa, no ceja en sus objetivos. Como en su gran afición, el ciclismo, sabe que para llegar a meta hay que medir bien los esfuerzos y no reventarse en una subida si hay otras tres por delante.
Las mismas que le quedan a otro de los que pudieron ser, pero no fueron: Luis Tudanca. El actual secretario general del PSCyL no ha querido pasar a ajustar las velas del Gobierno para abandonar al que ahora dirige, según fuentes socialistas. Aunque para muchos un Ministerio puede ser un dulce caramelo, Tudanca ha preferido apostar por su tierra y seguir abanderando el proyecto de progreso por el que pelea cada día en Castilla y León. Si ha acertado o no, el tiempo lo dirá.