Cuentan las crónicas que el 29 de junio de 1212, los moradores de la gran fortaleza de Calatrava la Vieja, decidieron entregarla con el pacto de que no hubiera ningún muerto ni prisionero. Toda la población procesaba el Islam y se decretó la conversión al cristianismo. El Rey Alfonso VIII les dejo marchar hacia el sur por delante de su contingente. Los conversos que fueron delante de las huestes llegaron a las Navas del Muradal. Allí se encontraba el califa Muhammad an Nasir con su gran ejército, que triplicaba en número al cristiano. Conocedor de dicha conversión decretó que les cortaran la cabeza. La festividad de San Pablo, apóstol llamado "el converso" se celebra el mismo día, éste murió de la misma manera que los de Calatrava, al no renunciar a Cristo.
El 16 de julio tuvo lugar la batalla de las Navas de Tolosa, conocida por los mahometanos como la batalla del castigo. La victoria, día de la Virgen del Carmen, fue para las tropas cristianas formadas en gran parte por las tropas castellanas de Alfonso VIII, ese día se sucedieron grandes hazañas y grandes prodigios. Aparecieron luminarias en el cielo antes de la batalla. El mayor fue que se inició el camino de la liberación y unificación de España.
Si los países civilizados y prósperos son aquellos en los que se ha conseguido formar una clase media amplia y numerosa, aunque ésto no se consigue más que con la contribución de capas sociales cada vez más extensas que acceden al consumo de bienes culturales y económicos de forma continuada. Umberto Eco afirmaba que los héroes populares tranquilizan la conciencia de la colectividad. Pero ya no nos quedan héroes al ir cayendo uno tras otro víctimas de la crisis impuesta por la plandemia universal y las no leyes de la memoria, y al final estamos cada vez más vacíos de contenido.
Las responsabilidades cambian a la vista de la realidad, al pasar del nopragmatismo aplicado a la labor del bien social en pro del que se practica para tener más poder o tratar de no perderlo. En la actualidad la memoria colectiva es escasa, y poco efectiva, la rapidez con que se suceden los acontecimientos hace que se sepa mucho sin recordar nada. Un parche tapa a otro parche.
La lucha por mantenerse dentro de una economía enrarecida y difícil, cada vez más global, no nos engañemos, en manos de unos pocos, los mismos de siempre, es complicada para un país como España que carece de recursos y los que tenía los ha dilapidado, e incapaz de crear una clase social media acompañada de un nuevo mensaje moral o ético para ir más allá y cambiar nuevamente. La cultura llena de contenido se ha dejado a un lado cuando no se la ha necesitado para ganar audiencia, algunos ya no saben si quiera sí existió. Hoy y otro día también, se entregan premios a la cultura como el Nobel, el Cervantes, el Asturias, etc. a los que se dedica unos minutos tranquilizadores de conciencia, mientras los niños seguirán dando gritos en las clases e insultando y destrozando la vida y la vocación a los profesores.
Mientras los protagonistas de la sociedad y la cultura se nos muestran vacíos de contenido, al gritar, por ejemplo, soflamas contra el día de la fiesta Nacional, mientras abren cuentas en paraísos fiscales, viven por encima de lo que merecen, etc., al final parece que sólo les importa el dinero y su slogan, incapaces de saber que el trabajo bien hecho, en común, también conduce a buen puerto y a conseguir lo que se merece. Los vemos en homenajes, pero al final todos nos conocemos y como en cualquier oficio sabemos lo que hay. Allí aparecen faltos de vergüenza propia y ajena con un discurso vacuo y soez propio de chanclistas y chandalistas. Si leemos, un artículo o un libro de cualquiera de ellos, o vemos una entrevista, es una sucesión de letras o palabras, que puede juntar cualquier pegaletras porque leyéndolos no llenan, no aportan, no enriquecen. Si toleramos a este tipo de visionarios o totalitaristas sociales, la sociedad va camino de una catástrofe preparada y anunciada, dirigida cual burro con sus orejeras. España ya paso por la crisis de 1898 y otras más que seguramente provocaron los mismos pegaletras irresponsables de siempre. Es la historia sin fin de los que quieren llenar sus alforjas sin trabajar; y vaciar las de los demás con ideas confundidas. Es la misma historia de los confundidos para que puedan seguir los pegaletras progresistas lanzando sus soflamas contra todo, como si los demás no tuvieran buen juicio. Al final la vida tiene un discurrir natural contra el que no se puede ir. Habría que acordarse del poeta y llenar las alforjas de contenido, tangible o verdadero, para tener algo con que hacer frente a lo que nos imponen, de forma cada día más fácil, algunos, desde los medios de comunicación y las redes sociales. Si no tenemos valor, no sabemos discernir. En castellano claro, si no tenemos conocimiento no iremos a ninguna parte y nos moriremos de asco.