El 12 de octubre de 1492 desembarcó Colón en la isla Guanahani de San Salvador, dando comienzo a lo que se ha venido conociendo como el Descubrimiento de América.
Esa gesta es la más importante de la historia de la Humanidad y la generadora del imperio más grande jamás conocido, en el que, con sus claros y oscuros, propios de la época, se produjo una simbiosis cultural, étnica y política que no se ha producido en ningún otro imperio, donde los descubridores se convertían en dominadores, eliminaban al autóctono y se apropiaban de sus tierras.
España realizó actos propios de un descubridor al uso y robó, asesinó y se apropió; pero, desde muy pronto, y gracias a la intervención de la religión católica, defendió, amparó y cultivó el respeto y la identidad del indígena, con el que se cruzó y convivió en armonía.
Sí, Sr. Papa, sí, indigenistas radicales, sí, manipuladores de la historia, España también tuvo esclavos, asesinó indígenas y robó, pero era el modo habitual de actuar en la época; es más, España ha sido el país que antes luchó contra la esclavitud y fuimos los creadores del Derecho de Indias, germen de los Derechos Humanos, frente a imperios como el Británico que exterminó a los indígenas y los que quedaron los escondió, sometió y anuló en reservorios donde no pudieran molestar....y eso, hoy, se mantiene.
Sorprende que, allí donde la Gran Bretaña puso su zarpa, los indígenas fueron tratados como esclavos, eliminados o sometidos hasta subyugarlos y, cuando abandonan esos lugares, mantienen el comercio y la unión con estos, creando la Commonwealth o mancomunidad inglesa.
España, que construyó la libertad del indígena, aportó la religión católica evitando la castas caníbales del lugar (aztecas, mayas, incas), sostuvo la igualdad de los hombres para acabar con la esclavitud (propia de la época y de los mismos indígenas) y logró la dominación no por miedo al español, sino por el miedo de los indígenas a sus antropófagos lideres que, además de someterles a esclavitud, devoraban a sus súbditos y, siendo todos ellos así, posteriormente, no hemos sido capaces de mantener esos lazos de unidad o mancomunidad que ha sostenido de forma constante la corona inglesa.
Aquí, en lugar de reforzar nuestra presencia, nuestro legado, nos dejamos comer la tostada por una "leyenda negra" que, con medias verdades, la peor de las mentiras, generada por nuestros adversarios y reforzada por nuestra falta de defensa, nuestra estúpida falta de conocimiento de nuestro papel y un sentimiento "antiespaña" que se genera desde la ponzoñosa izquierda radical y la ralea inculta que la sostiene, nos empeñamos en no servir de nexo entre América y Europa, en no defender la democracia en América para que entre en Europa, sino sostener asesinos, crueles dictadores que, como son de izquierda, gustan al publicista de turno que nada en los ríos económicos de un comunismo de nueva era y enfrentarnos con los Estados Unidos.
España, desde la democracia, no ha sido capaz de construir una hoja de ruta internacional, un plan de acción que, de forma transversal e independientemente de los gobiernos cambiantes, nos acerque a los Estados Unidos como referente democrático, a Europa como vecino y socio económico, y a Hispanoamérica como referente social, cultural y económico que nos pueda hacer ser el fulcro preciso para un mercado entre nuestros hermanos americanos y nuestros socios europeos. Los diferentes complejos de la izquierda frente a los EE.UU., los de la izquierda ante los dictadores indígenas, la falta de cultura nacional, el miedo a reconocer que hemos sido lo más grande del mundo y que, ahora, no somos ni nuestra sombra, pues ello nos obligaría a exigirnos mucho más e intentar recuperar, al menos, parte de lo que fuimos, superando, de ese modo, las catetas y provincianas luchas territoriales de los pequeños caciquitos de región que, en este panorama, no serían más que meros comparsitas de tercera división.
En el día de la Patria, en el día de la Hispanidad, !VIVA ESPAÑA¡, recuperemos nuestra historia, revivamos nuestro pasado, pues quien ha sido grande, grande podrá ser, sólo depende de nosotros, de nuestra fuerza interior y de la superación de las batallas pueblerinas y limitativas mental e intelectualmente para abordar las gestas que otros hicieron por nosotros.