Se acaba de resolver por el Tribunal Constitucional que, durante esta pandemia, nuestro gobierno, sí el nuestro, pues por más que nos guste es el que nos hemos dado los españoles, se ha dedicado a amordazar el parlamento y a realizar la acción más clara de atentado a la democracia: la eliminación de la actividad parlamentaria y de control al gobierno. Eso es lo que define un régimen totalitario, que el ejecutivo pueda eliminar el control del gobierno y la actividad parlamentaria.
Un ministro puede ser un ladrón y un corrupto, para eso están los controles políticos y judiciales para tomar medidas, podemos recordar muchas figuras como ejemplo, tanto del PSOE, como del PP (incluso podemos hacer más referencias al PP).
Un ministro puede ser un asesino y promotor de una banda terrorista, para eso están los controles políticos y judiciales y, también en este aspecto, podemos poner algún ejemplo del PSOE en el gobierno.
Pero, una actuación de eliminación del control y actividad parlamentaria no se había producido jamás y, en este sentido, hemos de recordar que, efectivamente, hemos padecido una pandemia y había que adoptar medidas sanitarias, pero eso no es causa para adoptar una decisión de tan extrema gravedad, y eso es lo que dice el Constitucional.
España no se merece un gobierno que nos deja morir, siendo el que peor gestión ha realizado de la pandemia, el que más muertos por millón ha tenido en el mundo, el que en lugar de adoptar medidas se limitaba a afirmar que o se aceptaba lo impuesto por él o teníamos el caos. No, no nos lo merecemos; pero, lo más grave de todo es el uso de la eliminación de los derechos fundamentales y del más mínimo control que exige una democracia que es el control del parlamento que, en otros momentos, en periodos de guerra, nunca se han adoptado.
No comprenden que la democracia no es votar, no es cacarear unas elecciones, sino construir modelos y sistemas de control del poder por las personas que conforman la Nación, que lo relevante es la libertad de las personas y que cualquier limitación, por la causa que sea, es contraria a la Constitución y, sobre todo, a la mínima cultura democrática de la que luego ellos pretenden dar lecciones.
No entienden que la defensa del débil, de la mujer, del discriminado, no es una lucha exclusivamente de la izquierda, que los usa como sustitutivos de su clásico método del enfrentamiento, sino que se puede hacer desde otras perspectivas y de otro modo, sin que ello suponga que se sea fascista, homófobo, machista o cualquier otro adjetivo denigratorio que se les pueda ocurrir.
Que ellos no defienden la libertad, sino la fuerza del partido, del Estado, de un novísimo absolutismo en el que el poder, los valores y la inteligencia se encuentra en el Estado o el partido que cuida del ciudadano, frente a la libertad humana
Señores del PSOE, con la manos manchadas de mierda por la corrupción, con las manos manchadas de sangre por los GAL, con actuaciones de mordaza al parlamento como ha denunciado el Tribunal Constitucional, con estos mimbres no hablen de Democracia, no den carnet de demócrata, ni se permitan la licencia de erigirse en adalides de la democracia, pues por sus actos les estamos conociendo.
La carcoma que recorre la política, en todos los partidos, esa pléyade de "putillas y chaperines" que anidan en absolutamente todos los partidos y que los emponzoñan alcanzando sus más altos mandatarios, solo puede ser eliminada por una forma nueva de hacer política, con gente que busca servir y no servirse, con reconstruir el sistema partidista con valores, principios y patriotas (de todos los colores) que, con inteligencia, eliminen esa mugre.
Es difícil, no lo veremos en breve, pero lo que es seguro es que hay otra forma más limpia, más pura, de servir y que lo haga gente que ya no busque nada para sí, que tenga las ideas claras y el espíritu limpio.