No alcanzo a comprender el motivo por el que Casado arremete contra Ayuso, como arremetió contra Abascal, en su día, sin sentido ni razón, o se deshizo de Cayetana. Es evidente que el PP puede ganar las elecciones, que si lo consigue su único apoyo será VOX, que por sí sólo no alcanzará mayoría suficiente para gobernar, e incluso si la obtuviese, no sería lo más deseable ni para el propio PP.
Que el PP tiene un discurso de centro derecha más suave que el de VOX no es preciso calibrarlo en cada batalla, pues en algunas ocasiones coincidirán sin complejo y otras disentirán sin el más mínimo problema; pero, eso es la democracia, el valor de pensar diferente, la riqueza de la desigualdad.
Que el “perrito sin alma” lo que gusta es de los valientes, de los carentes de complejos, de los que defienden sus ideas sin bajar la cabeza, y así lo demostraron votando a IDA (como dicen los rojetes), como lo hacen con el apoyo a VOX, como apoyan a Cayetana, les molesta el histriónico, el agresivo, el extremista radical, pero no el valiente, no el desacomplejado, no el que defiende su posición sin dar un paso atrás.
Cuando yo estuve en VOX, huía de los extremismos, de las diatribas innecesarias, sostenía el defender los valores con inteligencia, sin histrionismos, sin alharacas, con solidez, sin miedo y, sobre todo, democráticamente, respetado para ser respetado, pero sin dejar de dar una sola batalla.
Hoy, sostengo la necesidad de la unión o la colaboración sincera del centro derecha, de la derecha democrática, que defiende el núcleo familiar, la libertad económica y social, los valores de la tradición judeo cristiana, la defensa de un Estado que garantice los servicios sociales y la justicia social, desde la intervención precisa o mínima, la austeridad política y el sentimiento de ser un gran pueblo, una gran Nación que, desde la libre empresa y la seguridad jurídica, permita el desarrollo económico y el estado del bienestar en democracia y libertad.
Seguro que entre diferentes personalidades del centro derecha tendremos discrepancias estratégicas, de contenido, e incluso de valores, pero en lo sustancial no observo diferencias entre el Casado pre presidencia del PP, con Cayetana, con Santiago, con Ayuso… la diferencia surge en la defensa del terruño de cada uno, entre Santiago y Casado, que son partidos diferentes y se observan con demasiados miedos o temerosos de que uno le coma la tostada al otro… Estúpidos, si es la misma tostada y os debería de dar igual quién se coma más parte de la tostada mientras la tengáis en vuestras manos.
Lo triste, lo que ocasiona un dolor y una repugnancia enorme, es que el problema no es quién se come más parte de la tostada, es que preciso de esa tostada para comer, que tengo miedo de perder la tostada y pasar hambre, que si acepto la presencia de Ayuso, Cayetana, etc. lo que puedo es perder el puesto.
Cuando el miedo es perder el puesto, lo perderás. Si el miedo es que con aquel que brilla más que tú no llegar al poder, lo entendería; pero, que el problema sea que brilla más que tú, es que eres un mediocre, lo sabes y no comes caliente si pierdes la poltrona… patético.
La clave de todo líder es ser capaz de rodearse de los mejores, de los que más aportan, de aquellos que más brillan, pues con ellos brillará más, pues con ellos no corre riesgo su liderazgo, pues sólo siendo valiente, serás grande, serás líder.
El miedo a Santiago, a Ayuso, es el miedo del cobarde frente al valiente, con el que podré discrepar, confrontar e incluso discutir, pero en esa disputa seré más grande y más fuerte.
Si realmente los consideras adversarios, la solución será confrontar con ellos y eliminarlos como contrincantes desde la fuerza, la solidez intelectual y la seriedad de criterio, desde la victoria electoral; pero, el tramposo, el miedoso, el que se empeña en ganar sin hacer nada… ese dura poco, el “perrito sin alma” del que al final dependen, no estará a su lado.
Ayuso debe gobernar el PP de Madrid, si gana el congreso. Cayetana, debe de ser una diputada de primera línea con el apoyo de Casado y Santiago ser contemplado como un adversario con el que debo de pactar y ser un aliado fiel, sin permitirle sus histrionismos típicos, pero valorando sus defensas y postulados comunes.
El que tiene miedo a perder el plato es que necesita el plato para comer y, por ese miedo, lo perderá. El valiente, el que es capaz de arriesgar, el que no precisa el plato para comer… ese, ese lo tendrá.