Resulta grosero y obsceno observar cómo el gobierno saca pecho por una gestión económica que supone el mayor recorte que ha padecido la clase media desde la transición.
Hemos sufrido la peor gestión de la pandemia de Europa, con el mayor índice de fallecidos por millón de habitantes del mundo, destruyéndose no sólo el sistema sanitario del que nos sentíamos orgullosos, sino habiendo hecho uso de los sistemas de sometimiento de la ciudadanía y de vulneración de Derechos Fundamentales.
Desde el primer momento exigimos, no sin tener que sufrir críticas feroces, la aplicación de criterios sanitarios, y no políticos, en la solución de la crisis, la generación de protocolos de actuación que sirviesen de base y fundamento legal y sanitario a las comunidades y al propio gobierno; pero, este se negó a trabajar, se negó a generar dichos modelos y se obstinó en exigir la sumisión ciudadana y la afirmación descarada de “o lo que mando o el caos”.
Sorprende que ahora, en 13 días, se pueda generar una legislación para la resolución de la anulación que el Tribunal Constitucional ha sentenciado respecto de las plusvalías municipales, pero en más de un año y medio no sea capaz de construir un modelo de actuación jurídica, social y sanitaria frente a esta crisis sanitaria y para la adopción de medidas en futuras olas o crisis similares.
Es fácil exigir al ciudadano el confinamiento, y seguro que mayoritariamente lo cumplimos escrupulosamente; pero, no es lícito anular el control parlamentario, el portal de trasparencia, el control político y administrativo de los contratos y compras, ¿qué de sanitario tienen esas medidas? ¿se pueden desarrollar legislaciones tan sensibles como la educativa en plena pandemia con limitación de control y sin consenso? ¿qué de sanitario tiene esa actuación?
Con estas actuaciones, y con casi 140.000 muertes ocultadas y con la peor gestión de la pandemia de Europa, ¿se puede sacar pecho por unos supuestos resultados económicos?
Aún estoy esperando que el gobierno, los gobiernos, pidan perdón a los ciudadanos por su falta de actuación, por los errores cometidos, por los muertos que deben de soportar sus espaldas, mientras que en plena crisis aparecía nuestra ministra de trabajo gastando bromas y riendo, mientras las empresas se hundían o el Sr. Simón contando chistes para acto seguido contar las víctimas del Covid. No tienen vergüenza y nos tratan como si fuésemos menos que “perros sin alma”, sin el más mínimo respeto ni a nuestra muerte.
Ahora se afirma que estamos con los mejores datos económicos, pero lo cierto es que tenemos las energías disparadas por políticas eco chupi progres que nos han dejado en manos de las nucleares francesas o del gas argelino, pero no hemos desarrollado un plan energético nacional que nos permita un mínimo de autoabastecimiento.
Tenemos el mayor gasto de asesores y ministerios de la historia de la democracia y el gasto político más fuerte de la historia, pero se afirma que se ayuda a los trabajadores que ven cómo sus sueldos suben un 1,5%, los funcionarios un 2%, o cómo las pensiones se incrementan un 3%, frente a una inflación del 6% y una subida impositiva global que incrementa la presión fiscal aproximadamente al 45% (porcentaje de los ingresos de los ciudadanos aportado en tributos), a la que se añade un incremento de los tiempos de cotización para el cálculo de las futuras pensiones y un incremento de las cotizaciones. Nos siguen saqueando y se permiten el lujo de decir que nadie quedará atrás, será que nadie se quedará atrás a la hora de ser saqueado.
Frente a la crisis, lo que sí hicieron todos los grupos políticos fue subirse los sueldos en el parlamento y subírselo a los funcionarios, pero a las clases productivas del país, a las que sostienen los servicios públicos con su esfuerzo, a esas las han hundido y dejado en el foso; pero, nuestro presidente, embutido en un traje dos tallas menos de las que le corresponden, unos andares de chulo de barrio y un descaro propio de las cloacas, aparece en los distintos medios riendo, morenito tras unas buenas vacaciones, jactándose de hacer las cosas bien…. Sí para él, y para los de la casta a la que se han aupado los de podemos y sus marcas colaterales.
En pleno marasmo criticaron el hospital de Ifema, generado en tiempo record para paliar la pandemia, insultaron por el uso del Palacio de Hielo para dar cobertura a los cadáveres y se jactaron de haber saboteado el Hospital Zendal construido en tiempo record… no sé si eso era bueno, y me da igual quién lo hizo, pero eso sí que era hacer cosas para luchar contra la crisis sanitaria y no eliminar el control político en el parlamento durante casi un año.