Pedro Sánchez, en Burgos; Pablo Casado, en León. ¡Uf, qué casualidad! ¿Habrá adelanto de las elecciones autonómicas? Solo Mañueco lo sabe. Francisco Igea parece que comienza a intuirlo, pero se resiste a creerlo.
Pedro Sánchez hizo ayer su entrada triunfal en Burgos como antaño el Cid, con las campanas de la cristiandad socialista batiendo el aire igual que en los días de fiesta grande. Lo hizo a lomos de Luis Tudanca, que es, metafóricamente, claro, su particular Babieca en estas tierras de pan llevar.
Tras la aprobación de los presupuestos generales del Estado para 2022, Sánchez se ha convertido en el amo absoluto de las Españas. Y ahora, hasta que llegue el tiempo de nuevas elecciones generales, solo le resta contonear su figura de acá para allá para fundirse en éxtasis místico con su parroquia progresista.
El presidente del Gobierno se acercó hasta la capital burgalesa para participar en el 14 Congreso Autonómico del PSOE, que revalidará hoy a Luis Tudanca en el cargo de secretario regional.
Pasión por Castilla y León
Casualmente, el lema del congreso, “Pasión por Castilla y León”, coincide con una de las frases que suele repetir últimamente el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco (PP), quien, ante la pregunta de si tiene aspiraciones en la política nacional, responde rotundamente que no: “Mi pasión es Castilla y León”. O sea, políticos in love del territorio cidiano.
Estas vainas recuerdan el dicho anglosajón que se incluye entre las tres declaraciones menos creíbles del mundo y que Ronald Reagan citaba de vez en cuando: “Soy del gobierno y estoy aquí para ayudarte”. Como entre algunos cristianos, en los que el arrepentimiento importa más que el propio pecado, al político con pasión regional que le ofrezcan una cartera ministerial puede entrarle en cualquier momento el ardor por la política nacional. O sea, te arrepientes de lo dicho y todo solucionado.
Tudanca será reelegido hoy secretario regional del PSOE porque es el único candidato que ha concurrido a las primarias del partido. Y Pedro Sánchez, por el poder de la vara, le otorgó ayer su bendición urbi et orbi, que ni es aviso a aquellos navegantes que tengan in mente arrebatarle la silla ante futuros comicios ni lo contrario. Los hechos demuestran que, cuando llega la hora crucial, a Sánchez no le tiembla la vara. Tudanca ya sonó en su día para ministro, y dos años en política, los que restan para finalizar la legislatura, son una eternidad.
Congresos del PP
El PSOE regional pone en orden su casa ante lo que pueda suceder con esas elecciones autonómicas anticipadas de las que tanto se habla y se escribe. El PP de CyL quiere hacer lo propio con el suyo. Y Mañueco, curándose en salud ante lo que él mismo tenga que decidir en marzo, ha informado de que el cónclave popular regional será el 16 de enero en León. Igual que Tudanca, será también único candidato.
A mayores, qué casualidad, el PP organizó ayer en esta misma ciudad una reunión de los presidentes provinciales e insulares del partido, que está claro fue un contrapeso a la presencia de Sánchez en Burgos. Mañueco y Casado, distantes y desconfiados en otros momentos, escenifican ahora que se llevan a partir un piñón.
Sobre el congreso regional y el propio Mañueco sobrevolarán algunas sombras: el resultado del juicio por la Perla Negra y la investigación judicial abierta contra el PP de Salamanca por los extraños pagos de cuotas de afiliados con motivo de las primarias regionales del partido, asunto que puede acabar con la imputación del presidente provincial del partido, Javier Iglesias, entre otros.
El vicepresidente de la Junta, Francisco Igea (Cs), al que muchos afean haberse convertido en rodrigón de Mañueco y el PP de CyL por el pacto en el gobierno regional, se ha apresurado a manifestar que habrá dimisiones forzosas si hubiera imputados. Pero, si finalmente se convocan elecciones anticipadas, sus declaraciones valdrán un ardite.
Mañueco anuncia congreso regional para enero. Sin embargo, la celebración del congreso provincial del PP de Salamanca, el único pendiente en la comunidad autónoma, sigue siendo un misterio. A lo peor, los afiliados salmantinos tienen que votar entre confetis, serpentinas y matasuegras. Y con Iglesias desfilando con cucurucho de colorines por el juzgado.