De hacer caso a eximios oradores, como el socialista Odón Elorza, ETA es algo que no existe desde hace un montón de años, mientras que el franquismo se sienta hoy día en el hemiciclo de las Cortes y sus representantes son, además, golpistas.
Semejante tergiversación histórica no tendría más importancia si no fuese por su constante reiteración por políticos de la izquierda y medios de comunicación afines. Y dejemos a un lado lo de las intenciones golpistas, que no son más que un juicio de valor, mientras que aliados del Gobierno, como Esquerra Republicana de Catalunya sí han sido golpistas reiteradamente y la última vez en fecha no tan lejana como el 1-0.
Lo otro todavía es menos discutible. ETA, como organización armada, ha desaparecido, pero los postulados por los que asesinó, mutiló y extorsionó siguen vigentes, aunque sus epígonos esperan alcanzarlos ahora por otros medios, mientras siguen sin pedir perdón por la violencia gratuita y pavorosa que los suyos desplegaron y continúan homenajeando siempre que pueden a los asesinos de entonces, aunque ahora pretenden hacerlo de forma “más discreta”.
Ya ven qué manera tan curiosa de no existir existiendo y de continuar la lucha por otros medios.
Del franquismo, en cambio, si tenemos conciencia es gracias a la continua alusión de la izquierda a su existencia, aunque el golpe de Estado del general Franco está más próximo en el tiempo el reinado de Amadeo I que al Gobierno de Sánchez, por ser rigurosos con la Historia. Es más: al franquismo no se le rinde tributo ni memoria, ni se le homenajea ni se alude ni siquiera a sus temas menos controvertidos, como sería la previsión hidroeléctrica con su política de pantanos.
Ya ven. Gracias a la propaganda estamos intentando borrar a ETA de nuestra memoria, como si jamás hubiese existido, mientras que algo tan lejano como el régimen de Franco intentamos que sea perenne actualidad para echárselo en cara a una derecha que ni lo conoció ni se siente en absoluto heredera de él.