La pandemia de coronavirus se coló en nuestras vidas de repente hará pronto dos años. A pesar de los estragos en vidas humanas y en la economía, da la impresión de que no hemos aprendido nada. Pocos se inclinan por la renuncia al estilo de vida anterior, mientras que los más tienden a vivir como en los tiempos prepandemia.
En Castilla y León hemos pasado del verde botella al rojo bermellón en un abrir y cerrar de ojos. Los contagios crecieron un 65% en la última semana. La gente se ha acostumbrado al ‘bicho’ y con dos copas en el cuerpo se olvida de las protecciones más elementales. Un ejemplo han sido las hileras de jóvenes en algún concierto y en los accesos a locales nocturnos coincidiendo con la denominada Nochevieja Universitaria en Salamanca y Zamora.
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea (Cs), empezó a asustar a la parroquia a mediados de noviembre. De poco han servido sus advertencias. Se vaticina que después de Reyes habrá contagiados a mansalva. Los hay ya, y pueden verse en carne viva a las puertas de los centros de salud, que se hallan al borde de la quiebra por el débil andamiaje de medios.
Caiga quien caiga
Aunque algunos señalan que la variante ómicron parece más benigna, las estadísticas profetizan que las UCI se acercarán al abismo una vez pasadas las fiestas. La crónica de una muerte anunciada, que recuerda el dicho del fraile glotón: “A pollo por barba, caiga quien caiga”. Y tampoco está nada clara la presunta mansedumbre de la nueva variante. Con el coronavirus, hay pocas certezas y demasiadas incertidumbres.
Al presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP) no le gusta la melodía de contagios ni las restricciones sanitarias que revolotean en la cabeza de Igea, nuestro coco particular. No conviene molestar ni al populacho ni a la economía a pocas semanas de que los populares cidianos celebren su congreso regional. Y, quién sabe, acaso un poco más allá, acabe convocando esas hipotéticas elecciones autonómicas anticipadas. Tampoco las prohibiciones van bien para esto.
Así pues, ha pegado el golpe en la mesa y ha trasladado a Igea y Verónica Casado que cualquier medida debe adoptarse en función de la presión en los hospitales y que aporten conclusiones concretas en vez de entretenerse en divagaciones y generar dudas innecesarias.
Lo cierto es que la jornada diaria de Mañueco se ha convertido últimamente en un vértigo. Raro es el día en que no compagina un par de actos públicos, a menudo en provincias distintas. Este desenfreno da pie a pensar que se halla claramente en campaña electoral.
Pelotón de ministros
El PSOE de CyL también afila los cuchillos para estar listo ante lo que pueda acontecer en 2022. Ayer dejó solventados sus congresos locales en las nueve provincias, con un pelotón de ministros haciendo entrada de pavana en las tierras del Cid.
El mar parece en calma entre el socialismo regional, al menos en la superficie, aunque en algunas provincias, caso de Ávila, las primarias dejan heridas profundas.
PP y PSOE siguen aferrándose a la vieja estrategia de celebrar primero los congresos nacionales, luego los regionales y, finalmente, los provinciales. Operar de arriba hacia abajo es menos democrático, pero evita aventuras individuales al margen de las directrices de la cúpula. ¿Quién se arriesgaría a echarse al monte si sabe que por arriba tendrá a los jefes durante los próximos cuatro años apuntándole con el trabuco?
El PSOE celebró en octubre su 40 Congreso Federal, que reeligió a Pedro Sánchez como secretario nacional. A finales de noviembre hizo lo propio el PSOE de CyL, a cuyo frente renovó Luis Tudanca. Y ayer llegó el turno a los provinciales. Como se preveía, un paseo triunfal para el sanchismo, con oficiales y tropa al servicio del gran timonel.
Si convoca elecciones anticipadas en marzo, Mañueco tendrá un problema añadido: la competencia de Vox a su derecha, y a un PSOE compacto y unido a su izquierda. Un sándwich poco apetitoso, ay.