Efectivamente el aluvión o tsunami de palabras amables, con buenos deseos de estos días es torrencial. Parece como si de un volcán se tratara, aunque la lava sea de amistad, cariño, aprecio y sobre todo de un benévolo futuro que nos empeñamos en predecir. Lo mismo decíamos el año pasado y el anterior y así sucesivamente, pero nuestra naturaleza es así: puro deseo.
Y hasta esta generosidad se convierte también en un negocio: camisetas con frases se anuncia, por ejemplo; o también pegatinas decorativas al módico precio de 9,99 €. Pero es lógico que esto suceda si tenemos en cuenta que el ser humano quiere siempre atontarse y atiborrarse de buenas palabras. Aunque, hay que reconocerlo, hay frases ingeniosas que demuestran que tenemos profesionales en la materia y que se supone que, gratuitamente, lanzan algunas que al menos te hacen sonreír como la que dice, "prefiero un año usado en los que se vivía bien", o aquella otra "antes de entrar en el 2022, ¿No se podría ver primero el trailer, por curiosidad? Y es verdad porque, ¿Quién nos ha dicho que lo que llamamos Año Nuevo va a ser feliz?
Sin embargo, creemos y queremos que lo que va a venir va a ser mejor y que el futuro nos traerá o debe traernos paz y felicidad, cuando lo que nos traerá será, sin duda, más años, lo que, para algunos de nosotros, siempre es preocupante.
Pero bueno, como dijo Lao Tsé "no hay que ir para atrás ni para darse impulso". Así que ya sabemos que, aunque el futuro sea siempre una incógnita, tenemos que dirigirnos a su encuentro, pase lo que pase.
En fin, preparémonos para la cascada, más bien catarata de buenos deseos, pero, al menos así, nos sentiremos reconfortados y, con la creencia de que hacemos algo útil lo que no está mal. Lo que no podemos hacer es, quedarnos callados o mudos como si no tuviéramos nada que decir, a pesar del proverbio árabe de que "no abras los labios si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio", porque en ese caso el silencio sería atronador.
Puede que caigamos en la monotonía reiterativa o en una contaminación verbal. Pero hay tantas en nuestro planeta que quizá la de las palabras sea la menos dañina por aquello de que "las palabras de las lleva el viento". Pero, al menos, habrá quedado el testimonio de que los humanos, aún en la época difícil que estamos pasando, tenemos esperanza que, como dijo Nietzsche " es un estimulante vital muy superior a la suerte". Así pues, Feliz Año Nuevo.