De nuevo la polémica y cada vez más intensa y extensa, como su objeto, dice: la ganadería es, como se sabe, en cerrado intensiva o en abierto extensiva. Un viejo debate que no es de ahora sino viejo.
Uno mismo, como candidato al Senado en las elecciones generales de 1982, ya tuvo que afrontar en Salamanca esta cuestión y recuerdo que ambas formas de explotación tenían que coexistir y no eran incompatibles. Como tampoco lo son la vivienda unifamiliar y el rascacielos. Cada uno tiene su sitio y su regulación.
Ahora, el asunto se ha desbordado y ya no hay quien lo reconduzca a sus cauces, pues los intereses políticos y no digamos electorales, lo hacen inviable. Sin embargo, hay algunas reflexiones que pueden hacerse y desde luego son oportunas.
El ministro Garzón, que por cierto no había nacido, tiene 36 años, cuando ya explicábamos en nuestros mítines electorales el contraste entre ganadería intensiva y extensiva, no admite las “macrogranjas”, como si estás fueran malas “per se”, olvidando como decía antes que el mercado las necesita. ¿Es posible abastecer las necesidades de huevos del mercado sólo con gallinas de corral, o de pollos? El aumento del nivel de vida ha hecho necesarias estas explotaciones intensivas o macrogranjas, en las que los animales por supuesto tienen que estar en las mejores condiciones posibles y descartando el hacinamiento y la insalubridad, pues ello, además, perjudica la propia producción. Pero si queremos comer hamburguesas y filetes, la producción de carne tiene que aumentarse para afrontar las necesidades del creciente mercado tanto nacional como internacional.
Pero hay otra cuestión que debe resaltarse, y es que los pertenecientes a la ideología del Sr. Garzón son en general, por no decir en su totalidad, antitaurinos; aunque antes no lo eran, léase Alberti, Picasso, Miguel Hernández o García Lorca. Sin embargo, si hay alguna ganadería más extensiva no es otra que la de lidia; nada menos que 500.000 hectáreas para ello y por ello, el Sr. Garzón debería al menos defenderla como ejemplo a seguir. Aunque, sin duda, no lo hará y seguirá criticando duramente la intensiva y la taurina, que es extensiva, para así matar dos pájaros de un tiro y seguir en la contradicción permanente.
Creo, sinceramente, que las cosas en este ámbito no son radicalmente ni todas buenas ni todas malas y por supuesto que, como dijo Felipe González en aquella campaña de 1982, “siempre es menos lo hecho que lo que falta por hacer”. Hagámoslo, pues a partir de lo que hay, ya que como dijo también Carlos Marx, en ocasiones hay que alabar los logros de los países democráticos, ya que Marx nunca creyó, sin más, en abolir las instituciones burguesas y reemplazarlas por otras socialistas. Esto es, que todo puede ser aprovechado y utilizado, aunque se llamen macro granjas, si se hace con rigor y con cabeza, que es lo que deben tener nuestros gobernantes.