Los tres partidos a los que las encuestas vaticinan mayor presencia en las Cortes de Castilla y León tras las elecciones autonómicas del 13-F (PP, PSOE y Vox) compitieron ayer por captar el foco mediático en el denominado supersábado político en Castilla y León, comunidad autónoma convertida desde el 20 de diciembre en epicentro de la política nacional.
Mañueco reunía a sus huestes en el Palacio de Congresos de León, donde su partido el PP celebra su XIV Congreso regional. Lo hacía en loor de multitud, arropado además por cuatro presidentes autonómicos del PP: Díaz Ayuso (Madrid), Feijoo (Galicia), Moreno Bonilla (Andalucía) y López Miras (Murcia).
La exhibición de músculo y la escenificación de un partido unido que no solo pretende ganar las elecciones autonómicas en Castilla y León, sino que además quiere trasladar al país el mensaje de que está en condiciones de torcer el brazo a Pedro Sánchez, era el principal objetivo. Que Mañueco revalidaría como presidente regional, algo sabido y aceptado por la mayoría, era lo de menos.
El PP ha conseguido, sin duda, este objetivo. Entre el viernes por la tarde y la mañana de hoy, domingo, habrán pasado por León los principales cargos públicos del PP nacional. Es mucho lo que hay en juego y Génova ha puesto todos los chuletones en el asador.
Mañueco, la bestia negra
Apenas hace un año, Mañueco era la bestia negra de Casado y Teodoro García Egea. No se fiaban de un presidente que había apostado de manera tan vehemente por Soraya Sáenz de Santamaría en el disputado congreso nacional, y que seguía teniendo a Mariano Rajoy, tras las bambalinas, como uno de sus principales referentes políticos.
Las discrepancias iniciales se produjeron con la salida de Pedro Viñarás como gerente regional del partido y la designación de un nuevo gerente regional afín a Génova, Borja García Carvajal. Luego llegó la afrenta de que Viñarás fuera contratado como asesor en el Grupo Parlamentario del PP en las Cortes regionales tras el suculento despido por sus numerosos años de servicio al PP regional.
Las divergencias se escenificaron luego en los congresos provinciales del PP que se sucedieron durante 2021 en ocho de las nueve provincias de Castilla y León (aún sigue pendiente el de Salamanca). La obsesión de Teodoro García Egea era controlar las estructuras provinciales mediante el nombramiento de personas de confianza, un afán que solo consiguió en algunas provincias.
En León se impuso el candidato alternativo, David Fernández, frente al de Mañueco, Manuel García, alcalde de Villaquilambre. En Soria también había dos corrientes. Finalmente, se llegó a una lista de consenso, con Benito Serrano como presidente, para tratar de unir al PP soriano, que llevaba años inmerso en luchas fratricidas.
En Valladolid sucedió otro tanto. Génova consiguió imponer a Mercedes Cantalapiedra como secretaria provincial. Conrado Íscar, el actual presidente, no era propiamente una persona afín a Mañueco, sino la persona de confianza del anterior presidente del PP, Jesús Julio Carnero, el cual forma parte ahora del equipo de Fernández Mañueco.
El congreso provincial de Salamanca aún no se ha celebrado ni hay fijada fecha para ello. Existía un grupo disidente apoyado por García Egea, del que formaban parte diputados provinciales y concejales, frente al actual presidente provincial del partido, Javier Iglesias, protegido de Mañueco. Sin embargo, la rápida evolución de los acontecimientos en la política regional y nacional ha diluido el enfrentamiento interno en el PP salmantino, al cual pertenece el propio Fernández Mañueco.
El objetivo común de abatir a Sánchez ha dejado atrás las guerras intestinas entre Génova y Mañueco. Paradójicamente, Mañueco se ha convertido ahora en el mejor aliado de Casado y García Egea, en el hombre providencial que con un triunfo en Castilla y León (la encuesta interna del PP le otorga entre 37 y 39 procuradores) puede marcar el camino del éxito al PP, primero al PP andaluz de Moreno Bonilla y luego al propio Pablo Casado.
La apuesta de Mañueco es conseguir una mayoría suficiente que le permita gobernar sin incluir a ningún consejero de Vox en su gobierno. Un gobierno sin mayoría absoluta, pero con fuerza suficiente para sostenerse a base de pactos con unos y otros en asuntos concretos. Ese gobierno monocolor no será posible si el PP se queda por debajo de los 37 procuradores. Bajar de ese listón supondría ponerse en manos de Vox. Es decir, Mañueco habría hecho un mal cambio de cromos: a Ciudadanos por los de un partido populista y radical cuyo principal objetivo además es erosionar al PP todo lo posible por su ala derecha.
Abascal no da la talla Valladolid
El supersábado tenía otra estrella en el ámbito de la derecha: el mitin de Vox convocado en Valladolid con la presencia de su líder, Santiago Abascal. Vox había hecho coincidir dicho mitin con el congreso regional del PP en León para escenificar su fuerza ante Mañueco. Lo cierto es que, con poco más de un millar de asistentes a su mitin callejero, el intento fue más bien un gran fracaso. El fuelle de Abascal en Valladolid no fue comparable al que le auguran las encuestas.
El PSOE trató también de contrarrestar el empuje del PP, organizando una reunión de alcaldes socialistas en la capital leonesa, a pocos metros de donde los populares llevaban a cabo su cónclave. Según fuentes internas, el líder socialista regional, Luis Tudanca, se halla en horas bajas.
La polémica del chuletón y de las macrogranjas, propiciada por el ministro de Consumo, Alberto Garzón y hábilmente manejada por el PP, le están restando muchos apoyos según las últimas encuestas. Un fracaso electoral ahora podría cuestionar el liderazgo de Tudanca. Y hay unos cuantos nombres en su partido dispuestos a arrebatarle el testigo.
Entre tanto peso pesado, ha pasado desapercibido el pacto de Cebreros propuesto ayer por Igea. Un ofrecimiento de Ciudadanos a PP y PSOE para evitar que los partidos extremistas condicionen el futuro gobierno regional. Sin expresarlo, Igea se refiere sobre todo a Vox, porque no está nada claro que Podemos, que ya tuvo muchas dificultades en las pasadas elecciones, consiga algún escaño en el nuevo parlamento de Castilla y León
Lo de Igea es un intento desesperado por hacerse oír en el desierto. Despreciado por Tudanca y toda la bancada socialista, la idea tampoco interesa a Mañueco, que se reserva en la manga la carta secreta de Vox por si los resultados del 13-F no son los que él espera.