Como estaba acordado, el pasado miércoles se celebró el segundo debate electoral, “el debate definitivo” decían unos… “segundas partes nunca fueron buenas” decían otros, y somos muchos los que pensamos que un debate con más de dos es multitud y que pocas veces un candidato contesta a las preguntas del otro y que cada uno viene a “vender su libro” que diría Umbral, con lo que difícilmente harán cambiar el voto a nadie.
Respecto del desarrollo del debate diremos que tuvo un formato similar al anterior, esta vez con los tres candidatos de forma presencial, con dos moderadores, realizado en las instalaciones de 7TV Castilla y León de forma correcta.
Como en el primer debate, las materias objeto del mismo se agruparon en cinco bloques: sanidad, servicios sociales y dependencia, economía, infraestructuras y pactos postelectorales. Por supuesto, turnos y orden de intervenciones resueltos previamente por sorteo y cronometraje a cargo del colegio de cronometradores del baloncesto.
En términos generales debo reconocer una mejoría en la intervención del candidato socialista: miraba a la cámara, movía las manos, modulaba la voz, intentaba disimular que seguía leyendo sus intervenciones y no repitió 30 veces aquello de que “esta Comunidad necesita un cambio después de 35 años de gobierno popular”. Alguien debió leerle la cartilla. Esta vez llegó al “aprobado raspado”, claro que como los socialistas no creen en notas ni exámenes pasará de curso ocurra lo que ocurra el próximo día 13.
Una vez más, el papel más difícil le correspondió a Igea, pues su oferta de un posible futuro gobierno de coalición con el Psoe no le permitía ser excesivamente crítico con Tudanca, y su corresponsabilidad en la gestión del Gobierno saliente le obligaba a modular sus ataques a Fernández Mañueco, aunque claro, todo lo que el gobierno había hecho bien o lo habían hecho los consejeros de Cs o se debía a sus exigencias en el pacto de gobierno. Con todo, siguió extremadamente agresivo con el candidato popular al que descalificó varias veces a título personal, llamándole mentiroso y deshonesto.
Y de nuevo, Fernández Mañueco desempeñó un papel institucional demostrando que domina las tablas, que se sabe su programa y que no debía mostrar agresividad alguna frente a sus adversarios aludiendo constantemente a los ciudadanos castellanoleoneses cuyos intereses debe defender.
Si analizamos el debate por bloques, está claro que en Sanidad Tudanca hablaba desde el populismo más barato con un profundo desconocimiento de la materia y ofreciendo hospitales regionales (cuya utilidad es harto discutible) y denunciando cierres de Centros de Salud Rurales, algo que Mañueco negó categóricamente. En este bloque Igea se encontraba más a gusto, pues no en balde es médico de profesión y aclaró a Tudanca que es imposible mantener abiertos todos los centros de Salud rurales. Pero claro, todo lo bueno del Sacyl se le debía a él y a su consejera de Sanidad, olvidando que las encuestas que se vienen realizando desde hace años entre los usuarios de los servicios sanitarios muestran un alto grado de satisfacción con el mismo. Y es a eso a lo que se agarró Mañueco defendiendo la gestión de todos sus consejeros, Incluidos Verónica Casado y el propio Igea, reafirmando que en atención primaria tenemos la ratio más baja de habitantes por médico y que los presupuestos de sanidad del último año han sido los más altos de la historia de la Comunidad. Un detalle elegante por parte de Mañueco fue no hacer referencia alguna a las retribuciones extraordinarias de determinados integrantes del equipo de la consejera y que acaban de aparecer en las redes, algo que también afectaba a Igea como responsable de la transparencia.
En servicios sociales y atención a la dependencia Mañueco lo tenía muy fácil, pues hace muchos años la asociación de gerentes de estas materias califican a la Comunidad como la que mejor los gestiona en toda España. Tudanca le acusó de privatizar estos servicios y de ser la tercera comunidad en número de fallecidos en las residencias de mayores. Nadie le recordó que es una de las comunidades más envejecidas y con mayor número de residencias en relación con la población, y que en su momento el entonces vicepresidente Iglesias montó un show televisivo al estilo de los “Aló, presidente”, para anunciar que asumía el mando de las residencias en toda España. Por cierto, salió del Gobierno sin visitar una sola, mientras en las residencias seguían falleciendo los internos. Aquí, Igea estuvo moderado admitiendo que había que mejorar. Y Mañueco presumió de su política de defensa de la familia que piensa reforzar, apostando por la natalidad, el cheque bebè, la enseñanza gratuita de 0 a 3 años y la conciliación laboral.
En el bloque de la economía Tudanca no lo tenía fácil después de su defensa de la subida de impuestos del debate anterior y de la política que Su Sanchidad aplica en toda España. Igea, como era de esperar defendió las políticas liberales y Mañueco apostó por una política continuista esgrimiendo sus ayudas a empresarios y autónomos, y el mal trato del sanchismo para con esta Comunidad en cada proyecto presupuestario.
El bloque de las infraestructuras hizo coincidir a los tres candidatos en reclamar una mayor inversión en infraestructuras en la Comunidad más extensa de España, claro que mientras Tudanca reclamaba el dinero a la Junta Mañueco reclamaba para el corredor Atlántico el mismo tratamiento que tiene el del Mediterráneo, y recordó que hay 20 autovías y trenes en lista de espera. Igea defendió el valor de las infraestructuras para articular el territorio. Lo que Tudanca ocultó fue el plan de peaje de las autovías que el Gobierno tiene aparcado hasta después de las elecciones.
Y finalmente se llegó al bloque políticamente más interesante: el de los pactos postelectorales. Ahí, Tudanca e Igea hicieron una pinza a Mañueco sobre un pacto o una posible entrada de Vox en el Gobierno. Mañueco respondió que su único pacto será con los ciudadanos y que aspira a tener una mayoría suficiente para gobernar. Tudanca se mostró dispuesto a hablar con todos salvo con la “extrema derecha”, pero parece que sí con la extrema izquierda, esto es, con Unidas Podemos. De Igea ya sabemos que salvo con Vox es capaz de pactar con cualquiera, excluido Mañueco como acaba de demostrar su jefa hace unos días “arrimándose” al sanchismo en la votación de la refirma de la Ley Laboral. Y nadie recordó los compromisos de Sánchez de no pactar ni con podemitas ni bilduetarrasl lo que hizo después de negarlo, no tres veces como San Pedro sino treinta veces. ¿O lo habéis olvidado?
Y el debate no dio para más, pero las encuestas parecen complicarse en los últimos días y hoy tendremos medio gobierno de gira electoral por esta Comunidad, aunque ya han hecho su campaña electoral, no sólo en el Congreso y Senado como señalé la semana pasada, sino desde el propio consejo de ministros anunciando inversiones hasta ahora nunca vistas en estas tierras. Y mientras tanto, la Junta Electoral tocando el violón. Como afirmaba Tierno Galván, “promesas electorales juguetes del viento son”.
Bueno, pues eso, el domingo a votar, aunque haga frio o caigan chuzos de punta, que buena falta nos hace la lluvia, y luego no valen lamentaciones ni esgrimir aquello de que “yo no les voté”, y por supuesto a disfrutar lo votado, así que piensa qué papeleta debes meter en la urna si no quieres más subidas de impuestos, peaje en las autovías, etc. y aspiras a que Castilla y León tenga una mayor y mejor presencia en la política nacional. Desde luego, yo lo tengo muy claro. ¿Tú no? Pues el sábado te toca “reflexionar”. Y hoy también hay postdata.
PD. Espero que los ministros tengan menos dificultades para encontrar locales donde soltar sus mítines, que las que sufrieron Alvise y Negre el martes en Valladolid para poder presentar su ponencia, lo que les ha obligado a aplazarla al próximo miércoles en el Teatro Zorrilla. De esto ya hablé hace unos días. Por cierto, hoy estará Su Sanchidad en la tan denostada Cúpula del Milenio, salvo que se descuelguen los teléfonos de alcaldía para auto prohibírselo. Seguro que no, pero también estoy seguro de que tampoco le dirán quién decidió sacar adelante el proyecto de la Cúpula… a pesar de las críticas de la oposición municipal.