Lo están dejando solo ante el peligro. Los dirigentes nacionales de su partido no quieren oír hablar de un pacto con Vox en Castilla y León. Saben que facilitar el gobierno a Mañueco en comandita con la extrema derecha a medio plazo acabaría arruinando sus carreras políticas. PP y Vox compiten por los mismos caladeros de votos y los de Abascal le están comiendo el terreno demasiado deprisa. En un posible abrazo del oso, corren el riesgo de que el plantígrado sea Vox.
Según sus declaraciones triunfalistas de la noche del día 13, Mañueco cosechó una gran victoria. Luego echó mano de la calculadora y los números se le derretían como plastilina. De esas zarandajas de la España vaciada, mejor olvidarse. Los ocho votos que podría sumar por ahí (con el de Podemos que no cuente), no le dan ni para el hueco de una muela. Así pues, el gobierno frankenstein no tiene cabida en Castilla y León.
Podría salvar los muebles solo si el PSOE de Tudanca se abstuviera en la investidura. Pero los dirigentes socialistas nacionales no están por la labor. Después de treinta y cinco años de gobierno del PP, parece que el PSOE ha tirado la toalla. Que les den tila al Cid, Isabel la Católica y los comuneros. Las lágrimas emotivas de Tudanca en la noche electoral ilustraban a la perfección esa impotencia.
A Pedro Sánchez le va de cine que PP y Vox pacten en Castilla y León. Es metralla gratis para las próximas elecciones generales. Pero, quizás, a sus camaradas socialistas de Castilla y León, no tanto. Entre el socialismo cidiano corre ya la consigna: “Salvar al soldado Mañueco”.
El primero en alzar la voz fue el alcalde de Valladolid, Óscar Puente: “Para evitar males mayores”. Luego le ha seguido el alcalde de León, José Antonio Diez, ese socialista experimental que ensaya la combinación de socialismo y leonesismo: “Es el mal menor”. (Sorprendió que Alsina, en Onda O, no le preguntara por los resultados de UPL y la generosa contribución de Diez a los mismos).
Viendo el panorama, a Mañueco le tiemblan las canillas. Le llueven balas por doquier, desde fuera y desde dentro. Ya se sabe que en las guerras el fuego más peligroso suele ser el fuego amigo. Y los trabucos de los amigos de ayer no apuntan ya hacia afuera, sino hacia dentro.
Así las cosas, la situación resulta rocambolesca. Los socialistas de Castilla y Leon tratan de poner en marcha la operación ‘Salvar al soldado Mañueco’, mientras los jefes del protagonista, Casado y Egea, lo abandonan a su suerte como un daño colateral de la guerra.
Pero, al cabo de casi treinta años en cargos oficiales, Mañueco ha demostrado con creces que es un superviviente. Su instinto le dice que la salvación del pellejo está en Vox. Y por ahí encaminará su estrategia vital, al margen de Egea y Casado.
Luego se verá qué consecuencias tiene en las inminentes municipales que medio gobierno de la Junta de Castilla y León esté en manos de Santiago Abascal y su cuadrilla. Pero esa es otra película, ay.