¿Qué ventajas ha sacado Pedro Sánchez de su giro copernicano sobre la situación del Sahara? A tenor de las reacciones experimentadas hasta ahora, más bien pocas. No le ha apoyado su socio de Gobierno ni sus aliados de investidura, el Congreso ha sacado una resolución en contra del acuerdo con Marruecos, el Frente Polisario ha roto relaciones con Madrid y la amistad con Argelia está en su momento más bajo, con un incremento notable previsto en el precio del gas que nos suministra.
Contundentes y extraordinarias deberían ser las contrapartidas del Gobierno alauí para justificar tanto desastre. Y no parece que la cosa sea para tanto. A lo más que se compromete Rabat, a falta de un tratado que lo ratifique, es a dejar las cosas como estaban antes de su hostigamiento a España. Es decir, antes de que suprimiese los viajes con la península, cerrase las fronteras de Ceuta y Melilla, recortase las aguas de Canarias 200 millas y enviase oleadas de inmigrantes a las islas y a las dos ciudades del norte de África.
A lo que se ve, con poco se ha conformado el Gobierno español (mejor dicho, la mitad del Gobierno español); simplemente en volver a la situación previa al tratamiento de Ghali en Logroño.
Es decir, que no hay garantías de lo más importante y que el Gobierno de Madrid dijo en un principio: que Marruecos legitimaba la integridad del territorio español, o sea, la españolidad indudable de Ceuta y Melilla. Luego, ante la explícita negativa de Rabat a confirmar ese extremo, el argumento utilizado fue que las cuestiones territoriales de un país nunca se discuten.
Pues eso no es así. Si no, ¿para qué armar tanto follón en tantos frentes si nuestra posición no va a ser mejor que antes? Lo que ha hecho Marruecos es silenciar cualquier alusión a Ceuta y Melilla, que oficialmente sigue considerando “territorios ocupados”, para cuando le venga en gana volver a hostigarlas, hasta llegar a incorporarlas al reino alauí.
Por eso, a falta de garantías marroquíes, es oscuro el futuro de las dos ciudades españolas y nuestro Gobierno debe cuidarlo con una política de inversiones que atraiga a mano de obra peninsular, y con una presencia militar disuasoria, aprovechando el incremento de los Presupuestos de Defensa. De no hacerlo así, pese al entreguismo de Pedro Sánchez. ¡pobres Ceuta y Melilla!