Dejamos atrás la dramática realidad surrealista de Cuba y nos damos de bruces con el surrealismo tragicómico de la política de Castilla y León.
Debido a la alarmante regresión económica, un cubano nos dice que están maduros para que Cristóbal Colón los descubra de nuevo, ya que, si la situación no cambia pronto (la escasez de alimentos y otros bienes de primera necesidad es muy preocupante) se verán en taparrabos, igual que el 27 de octubre de 1492.
“Cuba es diferente y va al revés que el resto de países -añade con sarcasmo-. En España, por ejemplo, en los encierros la gente va delante huyendo de los toros. En Cuba sucede lo contrario: son los toros los que huyen despavoridos de la gente por miedo a que los coman”.
Tras cruzar la aduana de Barajas, nuestra mente se pone en candela con la imagen insólita que Paco Igea ha lanzado a las redes sociales: una especie de drag queen con el rostro del propio Igea coronado por la melena generosa y güera de Pablo Fernández, líder de Podemos en nuestra comunidad autónoma. Es como si Castilla y León se hubiera transformado de pronto en el nuevo Macondo de la política española.
Es cierto que la realidad supera con creces a la ficción. Ni en los peores sueños podía imaginar Igea que acabaría teniendo de compadre a su antiguo adversario político. Sus encontronazos dialécticos en la pasada legislatura fueron de órdago a la grande. Uno y otro se espetaron de todo en los plenos de las Cortes. Y ahora, por mor de la tiranía de los resultados electorales, ambos se ven obligados a convivir como colegas en el Grupo Mixto. Quien los ha visto y quien los ve ni sombra de lo que eran, ay.
Nos topamos al tiempo con las declaraciones, no menos delirantes, de Javier Maroto, senador del PP designado por las Cortes de Castilla y León, quien, al parecer, no se ha enterado todavía de que la comunidad autónoma la forman nueve provincias y no ocho como él afirma.
Es lo que tiene que desde Madrid los aparatos de los partidos impongan a ‘paracaidistas’ para ocupar poltronas que corresponden al ámbito autonómico. El paracaidismo es un deporte noble, pero las prácticas paracaidistas en política suponen una gran falta de respeto al electorado.
Maroto, en la picota
La designación de Maroto en 2019 como senador autonómico provocó mucho revuelo en la política regional. Los socialistas consideraron su designación como un fraude de ley, porque para ser elegido el requisito es estar empadronado en Castilla y León. Pero Maroto resolvió este escollo inesperado empadronándose a la carrera en la pequeña localidad segoviana de Sotosalbos.
Persona de confianza del anterior líder del PP, Pablo Casado, se comenta que el cargo de senador autonómico que le regaló Fernández Mañueco fue una imposición del propio Casado. Por lo mismo, con Casado caído en desgracia, el nombre de Maroto vuelve a estar de nuevo en el candelero, o más bien en la picota, porque su puesto puede ser ocupado por alguien más afín al propio Mañueco o a Núñez Feijóo.
En el nuevo periodo que se abre, tanto en la política de Castilla y León como en el PP, empiezan a sonar nombres de otros políticos vinculados a Castilla y León que quedaron arrumbados en la etapa de Pablo Casado. Es el caso de Fernando Martínez-Maíllo y José Antonio Bermúdez de Castro, a los que algunos ven como próximos portavoces en el Senado y el Congreso de los Diputados, respectivamente. Ya veremos. Porque no parece muy sensato que Feijóo quiera marcar su impronta personal resucitando a viejos roqueros de la etapa de Mariano Rajoy.
Y a la vuelta, la ansiada noticia de que Castilla y León tiene por fin presidente, después de un inusual retraso en la historia de la autonomía, debido a las discrepancias entre PP y Vox. Alfonso Fernández Mañueco resultó elegido presidente el pasado día 11 y este martes, día 19, tomará posesión de su cargo en un acto protocolario en las Cortes de Castilla y León.
Hay cierta expectación por conocer quiénes serán los integrantes del nuevo gobierno de coalición PP-Vox. Sabemos, sí, los nombres de los tres consejeros de Vox y que su líder regional, Juan García-Gallardo, será vicepresidente sin cartera. Del PP, en cambio, no ha trascendido nada, aunque la mayoría barrunta que habrá un continuismo de nombres casi absoluto.
El surrealismo recorre, sin duda, la política de Castilla y León desde el pasado 13 de febrero. A Vox se le pueden reprochar muchas cosas, pero nadie podrá acusarlo de ambigüedad en sus ideas y proyectos. A pesar de que la formación verde ha conseguido la presidencia de las Cortes regionales y de que formará parte del gobierno regional, sus dirigentes insisten en que están en contra del sistema autonómico y que, si estuviera en su mano, darían cerrojazo al diseño territorial actual, aprobado en la Constitución de 1978.
Política regional desde Madrid
Tampoco ocultan que son un partido jerarquizado al máximo y que toda su acción política en el ámbito municipal y autonómico está supeditada a los intereses nacionales de la formación. España es lo único importante, repiten.
Castilla y León se convertirá en el gran laboratorio de Vox para exportar el modelo al resto de España. Santiago Abascal tratará de sacar el máximo partido en las próximas elecciones generales a lo que se haga aquí. Así, mucho nos tememos que una parte importante de la política de Castilla y León no se decida ya en las Cortes regionales, sino en el despacho del propio Abascal en Madrid. Otra supuesta disfunción a la que habrá que estar atentos.
Conque, con Igea de drag queen, haciendo dúo humorístico con Pablo Fernández; un senador autonómico que ignora las provincias que conforman la comunidad; un PSOE desnortado, cuya única consigna política es aventar aquí y allá que Mañueco es culpable de que gobierne la ultraderecha; y un partido en el gobierno regional teledirigido desde Madrid y deseoso de clausurar las autonomías, ¡que Dios nos coja confesados!
Los pobres cubanos, ya casi en taparrabos, malician el retorno de Colón. En Castilla y León, si García Márquez levantara la cabeza, hallaría materia para recrear José Arcadios, Amarantas, Aurelianos y Melquíades a manta de Dios.